José Antonio Ubillús: 50 años de servicio y profunda espiritualidad

La Iglesia de Lima recordó con gran alegría los 50 años de ordenación sacerdotal del padre José Antonio Ubillús Lamadrid, CM, vicario de la Comisión de Fe y Cultura. La Celebración Eucarística en la Parroquia Medalla Milagrosa fue presidida por el Arzobispo de Lima, Mons, Carlos Castillo. También estuvieron presentes el Nuncio Apostólico en el Perú, Mons. Nicola Girasoli; el Obispo Emérito de Juli, Mons. Raimundo Revoredo Ruiz, y el Arzobispo de Ayacucho, Mons. Salvador Piñeiro.

1969: Ordenación Sacerdotal del Padre Ubillús hace 50 años en Chiclayo

«José Antonio ha vivido la experiencia del Señor y la ha vivido con nosotros – comentó el Arzobispo de Lima – él nos comunica la vida del Señor siempre porque da prioridad, da importancia y valor a la experiencia. Durante su testimonio de vida ha primado la relación con las personas y la fe como una relación».

«Creer es establecer un lazo de relación profunda con Dios y con los hermanos, como diría el Papa Benedicto XVI – prosiguió – y la prioridad de la experiencia sobre las opciones, las ideas, los ordenamientos, es vital porque de lo contrario no existe una vida cristiana».

Agradecemos la experiencia que tenemos con el padre José Antonio, de ver en él una imagen del Señor que pasa por nuestras vidas a partir de una relación profunda de amistad y de vida cristiana

Monseñor Castillo también destacó la «gran capacidad de aconsejar» del padre Ubillús y su enorme pasión por la espiritualidad: «ésa espiritualidad que nos ha comunicado muchas cosas que están en su vida» – resaltó.

Los pobres han sido una de las principales preocupaciones en el camino pastoral del padre José Antonio: escucharlos, atender sus necesidades y comprender que su condición nos interpela y nos enseña a mirar con sus ojos: «por eso debemos escuchar a los pobres como quien nos expresa la voluntad de Dios» – acotó el Primado del Perú.

José Antonio ha sabido valorar durante esos 50 años las distintas culturas de los pobres de nuestro país, las distintas sangres que tenemos y, sobre todo, la espiritualidad de la diversidad cultural

Ensanchar el corazón es ensanchar la visión

En otro momento, Mons. Castillo rescató todo el aprendizaje que compartió junto al padre Ubillús: «aprendimos que todo lo que hacemos en la Iglesia debemos pensarlo juntos a través del diálogo y la conversación, preguntándole a la gente sencilla cómo quiere su Iglesia».

«Si queremos que nuestra democracia sea fuerte, la Iglesia puede aportar enseñándonos a ser verdaderamente democráticos dialogando las cosas y entendiéndonos» – agregó el Arzobispo de Lima.

Este amor a la Iglesia tan grande que tiene el padre Ubillús nos ayuda a comprender cómo nuestra visión de la Iglesia tiene que ser universal, no solamente particular. Tenemos que ensanchar el corazón, ensanchar la visión, no encerrarnos en nosotros mismos, porque todos estamos unidos para solucionar el problema de la falta de fe que hay en el mundo.

«Hermano José Antonio: así como tu decías: “Ubi Petrum Ibi Ecclesia” (donde está Pedro está la Iglesia), hoy nosotros te decimos “Ubi ius ibi José Antonio” (dónde está la justicia, está José Antonio)”, concluyó.

La espiritualidad del descenso: descender para servir siempre

Evidentemente emocionado y ante toda la comunidad vicentina, el padre José Antonio Ubillús explicó que la «lógica del Evangelio» consiste en descender para servir: «mientras más alto sea tu cargo, más tienes que descender para servir, ésa es la espiritualidad que yo trato de cultivar» – dijo.

«La experiencia es la verdad cristiana, que según el padre Gustavo Gutiérrez esta sostenida por un trípode: Cristo, la evangelización y los pobres – continuó Ubillús – pero naturalmente el más importante en ese trípode es Cristo nuestro Señor, que bien lo sintetiza San Vicente de Paúl al decir que “la regla de la compañía es la misión”, y no se equivocaba, él como buen diocesano no se perdió en tantas cosas, ni se quedó en la doctrina, sino que llegó a Jesucristo evangelizador».

«Yo espero que me sigan llenando con sus oraciones. Esta misa es para dar gracias al Señor, pedirle perdón porque me he equivocado, y pedirle que me siga acompañando con su Espíritu para continuar esta ruta, este camino y esta aventura», finalizó en medio de aplausos.