En la tarde del último viernes, la Pastoral Juvenil de la Arquidiócesis de Lima se unió en oración por el alma de nuestro querido amigo Jorge ‘Koky’ Ramírez, en una Eucaristía presidida por Monseñor Carlos Castillo, concelebrada por el Padre Víctor Chávez y el Padre Julio Acurio. «Él fue el hilo conductor que hiló a todas las generaciones», señaló el Arzobispo de Lima en su homilía.
Fotos de: Anahi Salazar.
El pasado jueves 27 enero, nuestro hermano Jorge Ramírez Chávez, Director del Instituto para el Desarrollo de las Juventudes (IPADEJ), partió al Padre de manera repentina, dejando un profundo dolor en nuestra comunidad arquidiocesana, especialmente en los jóvenes de Lima, con quienes trabajó codo a codo en los últimos años.
En ese sentido, Monseñor Castillo destacó el largo e incansable trabajo desarrollado por Koky, conocido por su cercanía a los procesos de la Pastoral Juvenil en el Perú: «Jorge fue un profeta laico que supo anunciar el Evangelio con su vida, entre la gente sencilla y siempre junto a los jóvenes. Yo lo conocí en los años 90, cuando entró a formar parte de la organización de la Comisión Nacional de Juventud, en época del Cardenal Vargas Alzamora», recordó el prelado.
El Arzobispo de Lima resaltó la pedagogía y el carisma de Jorge Ramírez, quien en vida se caracterizó por su amplia experiencia para comunicar y organizar a los jóvenes para ayudarlos en el camino de su encuentro con Dios: «Si hay algo que Koky ha podido centrar en su vida, ha sido la generosidad, la gratuidad con que hacía las cosas. Él tenía toda esa habilidad para poder hacer del IPADEJ un servicio hábil, a la altura de la experiencia de los jóvenes. Koky ayudó a generar una actitud de responsabilidad para con los jóvenes, para que, luego ellos mismos fueran responsables entre sí», indicó.
Gracias querido Koky por la gratuidad, perseverancia y dedicación que tuviste con los jóvenes, haciéndolos crecer como sujetos, sin tratarlos como objetos, comprendiendo lo que son, acompañando sus conflictos más complejos y difíciles.
En otro momento, Monseñor Carlos hizo un llamado a imitar dos aspectos fundamentales que marcaron la vida de Jorge Ramírez: El primero: ayudar a levantar pedagógicamente a los jóvenes, acompañándolos, con paciencia y ternura en sus procesos. El segundo: a ser constantes en el trabajo con los jóvenes, siendo apóstoles y anunciadores del Evangelio.
Al término de su homilía, el Arzobispo Castillo agradeció a Dios por la vida y el testimonio de servicio de Koky Ramírez hacia los jóvenes: «Quisiera dar gracias a Dios por el paso de Koky en nuestras vidas. Él fue el hilo conductor que hiló a todas las generaciones. Y como diría un gran pensador de nuestro país, Koky ha muerto como un gaje del oficio, es decir, en su trabajo, haciendo su tarea y enfermándose como parte del sufrimiento de todo nuestro pueblo», remarcó.