Mons. Castillo: Salir de la zona de confort para acoger a Jesús desde los márgenes

En el IV Domingo del Tiempo Ordinario, Monseñor Carlos Castillo hizo un llamado a salir de nuestra zona de confort para abrirnos a la novedad de la vida cristiana que atiende al llamado de Dios desde los márgenes, desde eso que el Papa llama “las periferias existenciales”, acogiéndolo en la realidad de nuestra vida cotidiana: «Dios nos habla siempre desde los marginados, desde los últimos, desde las fronteras. Nos está hablando a través de todas las poblaciones perjudicadas y de toda la naturaleza maltratada a consecuencia de la expansión del petróleo por este descuido negligente. También nos habla desde aquellos que, en la selva, en las comunidades originarias de la Amazonía, sufren a diario este problema», reflexionó el prelado en su homilía. (leer transcripción).

Homilía de Monseñor Carlos Castillo – Leer transcripción.

En la misa dominical celebrada en la Basílica Catedral de Lima, Monseñor Carlos reflexionó en torno al Evangelio de Lucas 4, 21-30, que narra el acontecimiento de la expulsión de Jesús en una Sinagoga de Nazareth. Si bien sus palabras causaron la ira de quienes lo escuchaban, el Arzobispo de Lima recordó que esto puede suceder cuando «domesticamos» a Dios, al punto de querer «hacerlo o pensarlo de tal manera que no exista otra posibilidad de Dios para nosotros».

«Refugiarnos en el pasado es algo así como refugiarnos en nuestra “zona de confort”, en lo fácil. Lo difícil es lo que viene para el futuro. El Papa suele decir que la Iglesia tiene un pasado glorioso, pero también se suele preguntar si tendrá también un futuro glorioso. Seguramente que lo tiene por la fe en Jesús, pero tenemos que estar atentos a las exigencias de nuestro hoy, para responder todos con la inspiración de Dios en el momento actual que nos llevará a cosas muy diferentes a las que normalmente hacemos», recalcó el Primado de la Iglesia peruana.

Nuestra fe tiene que saber situarse, abrirse, movilizarse, cambiar, estar atenta, no fijar ni domesticar a Dios de una manera en que sólo nos habla en nuestras costumbres ya conocidas. Muchas veces, en una situación difícil, tenemos que cambiar de formas para encontrar el fondo, que es el llamado del Señor en persona.

Carlos Castillo advirtió que el empecinamiento y la rigurosidad de nuestras costumbres nos impide ver cuando se produce algo nuevo: «Ya no existe otra posibilidad que “nuestro” Dios, el Dios “de nuestro” grupo, de “nuestras” costumbres, de “nuestra” manera de vivir. Y si se produjera algo nuevo, todos nos hacemos de la “vista gorda”.

Lo que Jesús trata de hacerle comprender a su propio pueblo, es que la única manera de entrar en relación con Dios y dejarse amar por Dios, es dejarnos introducir en la apertura a la novedad de este Dios, que entra en nuestra historia, se encarna, pero simultáneamente, es libre. Es un Dios absolutamente libre, que escoge siempre un punto inusitado, no previsto; pero que tampoco es una sorpresa arbitraria. Se trata de la sorpresa de que es un Dios que nos habla siempre desde los marginados, desde los últimos, desde las fronteras, desde los márgenes.

Abrirnos a la novedad y no encerrarnos en el pasado.

El Pastor de la Arquidiócesis de Lima afirmó que Dios «se revela y nos habla siempre desde donde menos pensamos», y cuando tenemos una herida y un problema grave, Dios siempre está escondido allí: «Jesús es un profeta muy especial, porque no dice palabras solamente, sino Él es la Palabra; esa Palabra que permite, en todo momento, sacarnos del encerramiento, de la esclerosis, de eso que el Papa ha llamado “la rigidez”. Y esto es una cosa muy seria, porque en todo el mundo tenemos el peligro de que, ante una situación tan nueva, tan difícil, tan compleja, tan novedosa, como la que estamos viviendo en el mundo, todos pensemos y digamos que “todo tiempo pasado fue mejor”, entonces me parapeto y me encierro en el pasado», acotó.

La Iglesia, en diversos momentos, afrontó las novedades del mundo y supo reconocer a Dios en medio de ese mundo, no por moda, sino por actualización real de la presencia del Señor en nuestras vidas, que la hacemos sacramentalmente cada domingo en la Misa, pero que significa que Dios está viviendo hoy en las circunstancias que nos acosan y que estamos desafiados a salir de ellas.

Finalmente, Monseñor Castillo recordó las palabras del Papa Francisco en el Ángelus de este domingo: “A Jesús no lo encuentra quien busca milagros, si nosotros buscamos milagros no encontraremos a Jesús(…) En cambio solo lo encuentra quien acepta sus caminos y sus desafíos, sin quejas, sin sospechas, sin críticas ni caras largas. En otras palabras, Jesús te pide que lo acojas en la realidad cotidiana que vives”. Ante esto, el Arzobispo de Lima aseguró:

«Es verdad que a veces hemos domesticado al Señor: “Señor yo te puse una vela”, “yo me fui a tu procesión”; y después exigimos o reclamamos: ¡Dónde está lo que me tenías que dar a cambio! Pero la religión no es un negocio, Dios nos ama y nosotros tenemos que ver, gracias a que nos ama, cómo nos sigue amando, inclusive, en las cosas muy difíciles que vemos», precisó.

Dios quiere nuestra salvación, no solamente de nuestra alma, también de nuestro cuerpo, de nuestro país, de nuestra sociedad y de nuestra historia. Y Él quiere, por lo tanto, que sepamos escucharlo, sepamos acogerlo humildemente como Naamán, el sirio.

«Que Dios los bendiga y nos haga a todos evangelizadores. Este Evangelio y este evangelizador “fracasó” esta vez y “fracasará” también porque lo matarán en la Cruz; pero este evangelizador, que es el Hijo de Dios, nos va a resucitar si sabemos acogerlo y dejarnos atravesar por su espada como lo hizo María, que se dejó atravesar el alma», fue la reflexión final de Carlos Castillo.