La muerte, nuestra muerte (Ep.2): Un camino hacia la plenitud

En este segundo día de reflexión, Monseñor Guillermo Elías, aborda el tema de la muerte desde la mirada del catolicismo: «debemos ver la muerte como una experiencia que nos llevará a la plenitud», comentó durante su meditación.

Guillermo Elías inició su reflexión haciéndonos la siguiente pregunta: ¿Cómo debe ver un católico la muerte? Es natural que sintamos miedo, tristeza y dolor por perder a un ser querido, explica el Obispo, pero también debemos recordar las palabras que se dicen durante las misas de difuntos: ‘La vida de los que en ti creemos Señor no termina, se transforma’ – «eso es lo que debemos tener en cuenta como católicos», añadió.

El Obispo recordó que, al morir, nos liberamos del pecado, del dolor, la enfermedad y de todo lo malo que hay en el mundo: “al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una nueva dimensión, una nueva mansión eterna en el cielo, vamos a una situación preciosa donde está la plenitud del amor, la felicidad y la libertad, para vivir para siempre en compañía del Señor”.

Por eso, la muerte despierta el sentido profundo de la vida, pero también el sentido de la fe: «debemos ver la muerte como una experiencia que nos llevará a la plenitud», precisó Monseñor Guillermo.

La muerte es un momento duro para quien la vive y para los seres queridos que acompañan este proceso, pero un católico, debe mirarla en paz, con serenidad y alegría pues sabe que la última palabra no la tiene la muerte sino la vida.

Llamados a estar en la plenitud y en la presencia de Dios.

Guillermo Elías aprovechó el tema para invitar a que participemos de esta reflexión en nuestros hogares, conversando en familia: «en la muerte, Dios te ha dado la vida como el tiempo que te ofrece para realizarte y para que tú, usando el regalo que Él te dio, tu libertad, decidas tu destino a donde irás después de la muerte», subrayó.

El Obispo reiteró que no es Dios quien nos mandará al cielo, al purgatorio o al infierno, sino nosotros mismos: «tenemos la libertad para decidir de acuerdo a cómo actuemos y vivamos en dónde queremos estar. Por eso, intentemos con todas las fuerzas de nuestro corazón a estar en la plenitud y en la presencia de Dios que nos ama plenamente», expresó.