A pocas horas del gran día, la Oficina de Prensa del Arzobispado de Lima conversó con nuestros seis hermanos diáconos del Seminario Santo Toribio de Mogrovejo que este sábado 11 de septiembre serán ordenados sacerdotes por manos de Monseñor Carlos Castillo.
Javier Cusihuaman, Wesley Bravo, Bruno Yarleque, Luis Alberto Mora, Ronny Vicente y Martín Martínez, comparten sus testimonios y cómo es que sintieron el llamado de Dios en sus vidas.
Javier Cusihuaman: “Un pastor debe caminar con su pueblo”.
Javier Cusihuaman nos explicó que sintió el llamado de Dios en su vida cotidiana, cuando iniciaba la carrera de Economía en la universidad, y a la vez, asistía en la Capellanía del Hospital Rebagliati.
“Creo que no fue solo uno, sino varios llamados los que me hacia el Señor. Al ver la necesidad del sacerdote para atender a los pacientes dándoles la unción o confesándolos, en cada uno de ellos, Dios me llamaba para servirlo”, expresó.
A poco de ser ordenado sacerdote, el diácono Javier afirmó que quiere ser un pastor servidor con sus hermanos, para caminar con el Pueblo de Dios, cuidarlo y dar su vida al servicio de los más necesitados.
Bruno Yarleque: “Ser sacerdote es estar al servicio de todos”.
Bruno Yarleque nos contó que Dios se manifestó, primero, a través de su madre, acompañándola los domingos a misa. En segundo lugar, durante su retiro de Confirmación y lo servicios de caridad en las misiones.
Sin embargo, lo que marcó a Bruno fue su acompañamiento al padre José Yasujara en una misa de sanación: “en esta misa se acerca una señora con su bebé en brazos para que el sacerdote le ungiera, luego de haber recibido la bendición, la madre, con lágrimas y abrazando fuerte a su bebé, daba gracias a Dios”.
Bruno sostiene que ese momento lo impactó y llevó a preguntarse quién era este hombre para que la mujer reaccionara así ante el signo realizado. Desde allí fue que decidió empezar su discernimiento a la vida sacerdotal: «Ser sacerdote es ser como Jesús y estar al servicio de todos, es ayudar a todos, pero sobre todo, amar a todos, santificándolos. Jesús abre su corazón para derramar su amor, y lo quiere hacer a través de sus sacerdotes, canales de la gracia de Dios hacia el hombre”, recalcó.
Wesley Bravo: “Estaré al servicio de Dios para mostrar su amor infinito”.
Wesley Bravo señaló que tomó la decisión más importante de su vida durante una conversación con su padre: “Él me preguntó si ya había pensando en una carrera o una universidad. Esas palabras me abrieron a un panorama nuevo que comprometería toda mi vida. Por ello, me pregunté si Dios quería algo más de mí, es decir, un servicio especial”, agregó.
Fue en un momento de oración en el Lavatorio de los pies que Wesley, al escuchar el Evangelio de Juan, comprendió que dentro de todas las vocaciones, Dios lo había llamado al ministerio sacerdotal: “Ser sacerdote es ser el mismo Cristo que busca la salvación y verdadera felicidad de sus hermanos. Es estar a su servicio y mostrarles su amor infinito en toda circunstancia. Es una gran y bella misión que supera mis fuerzas, pero he sido llamado por Dios. Por ello, confío en su fuerza y misericordia”, indicó.
Ronny Vicente Sierra: “Espero ser un buen pastor como Jesús».
Para Ronny Sierra, su llamado fue el resultado de su constante diálogo con Dios, sirviéndolo como voluntario en misiones, como catequista o acólito en su Parroquia, acciones que hacían que su amor y compromiso cada día sean más fuertes.
“Llegué a un punto en que sentí que Dios me pedía más, servirlo con todo mi ser, de cuerpo y alma, y aquí estoy. Sé que se me presentarán más compromisos con Él al servicio de su Iglesia, lo cual me hace muy feliz. Espero ser un Buen Pastor como Jesús, siéndole fiel y estar dispuesto a la escucha de Él y de su pueblo”, precisó el diácono.
Martín Martínez: “Ser otro Cristo en la tierra para servir a los demás”.
Dios se sirve de diferentes medios y personas para llamarnos a servir, uno de ellos es a través del arte, como el caso de nuestro hermano Martín Martínez:
“El llamado de Dios lo sentí cuando empecé a prepararme para el sacramento de la Eucaristía. Luego tuve la oportunidad de conocer a los hermanos salesianos que me propusieron la santidad a través del canto y el teatro. Esa realidad me ayudó a afianzar más la vocación que estaba allí, pero que no la había descubierto”, explicó.
Martín continuó participando en la parroquia junto con otros jóvenes, apoyando en la casa de acogida Don Bosco, lo cual hizo que su llamado se hiciera cada vez más fuerte: “Entre el trabajo y los estudios de enfermería que recién cursaba, decidí dar el gran paso y aquí estoy ahora para decir sí para siempre. Ser sacerdote para mí es ser otro Cristo en la tierra para servir a los demás, para ayudar a los más necesitados, en especial, a los pobres espiritual y materialmente; entregándose por completo al Reino de Dios y sumergirse en esta vocación que te llena”.
Luis Alberto Mora: “Compartir el amor de Dios con los demás”.
Los amigos del barrio siempre dejan huella, este fue el caso del diácono Luis Alberto, quien motivado por ellos empezó a participar en un grupo parroquial desde muy joven: “Allí fue donde me fui encontrando más de cerca con ese Jesús que antes ya me habían presentado en mi familia, pero ahora lo veía mucho más cercano, lo vi como amigo”, acotó.
Junto con unos amigos, Luis se reunía a compartir la Palabra de Dios, donde poco a poco fue descubriendo su vocación: “fue entonces como comencé a entender que el Señor quería un poquito más de mí, que esté más cerca de Él. A pesar de los miedos y temores, fui abriéndome a su amor y seguir su camino”.
Para el joven diácono, el sacerdocio es un regalo que le recuerda la mirada amorosa del Señor que confía en él: «Dios quiso entregarme esta responsabilidad a la que respondo con ese mismo amor para darlo a los demás”, agregó.