«María que, desde el corazón de los pobres siente y vive el amor de Dios, escucha la razón profunda en el llamado de Dios, reflexiona y se inclina y obedece. Se trata de un proceso profundo humano en donde está el sentimiento, está la grandeza, la realidad de la gracia y, simultáneamente, está la pregunta y la decisión libre de aceptar un camino que nos dio Jesús», fueron las palabras de Mons. Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú durante su homilía de este II Domingo de Adviento en la Basílica Catedral de Lima.
«En la antigua tradición de nuestra Iglesia, desde los orígenes, los padres de la Iglesia, meditando los textos que hemos escuchado el día de hoy, pudieron comprender hondamente que, para que naciera Jesús, era necesario que también la madre de Él fuera alguien que no tuviera mancha de pecado», comentó.
Refiriéndose al Evangelio de Lucas (1.26-38), Mons. Castillo indicó que María no solo está exenta de pecado, sino que es llena de gracia: «esto es sumamente importante porque su misión es darnos la gracia que ella recibió, esa gracia es Jesús».
María es la llena de gracia con una misión: hacer posible que toda la humanidad también salga de la desgracia del pecado, de los males, las injusticias, de los egoísmos, de la posesividad de comer el fruto del árbol de la ciencia y del bien y el mal
El Arzobispo de Lima explicó que «no se pueden poseer los principios» porque deben respetarse y descubrirse: «cuando pretendemos lo impretendible surge el mal en el mundo. Por eso, hay que tener la paciencia de aceptar la realidad con toda su complejidad y, sobre todo, con los principios implícitos, concretos, que están allí».
Tenemos el deber de descubrir los principios, no de poseer ni de inventar por encima de las condiciones con las cuales Dios nos ha creado.
«Miren ustedes cómo está el mundo a consecuencia del pecado» – reflexionó Mons. Castillo. Al deforestar o incendiar la Amazonía atentamos contra el principio naturaleza; al violentar y matar a las mujeres atentamos contra el principio respeto de las personas; y al abortar o hacer leyes abortistas atentamos contra el principio respeto de la vida por nacer.
Tenemos que entrar en la dinámica profunda de los principios que rigen nuestra vida, buscarlos juntos y adaptarnos a las necesidades de los demás considerando el principio persona humana
«En María, el Señor ha reparado el proyecto de seres humanos, hombre y mujer a imagen y para semejanza de Dios. Hemos sido creados según eso y había que restituir esa condición, y esa condición nos viene por la nueva Eva que es María, y el nuevo Adán que es Jesús», precisó el Arzobispo de Lima.
Una fiesta de esperanza, gracia y amor gratuito
En otro momento, Mons. Castillo dijo que la Fiesta de la Inmaculada Concepción es «una fiesta de esperanza» porque estamos «llamados a la gracia y al amor gratuito», y con la fuerza de ese amor poder crecer, ser una bendición y «solucionar todas las contradicciones y errores que cometemos».
También agregó que tenemos una inmensa alegría de recibir la gracia de María Inmaculada, una gracia que es fuente de alegría y refleja la abundancia del amor de Dios:
«Siempre hemos de recordar que la gracia, la abundancia del amor de Dios, no suscita una loca ilusión. María es una mujer profunda, es inteligente. Por eso, el Evangelista Lucas recuerda que María meditaba estas cosas en su corazón, las guardaba en su corazón porque sabía pensar hondamente en lo que recibía», subrayó.
El proceso profundo de María para entender el misterio de La Anunciación
¿Qué tipo de saludo es ese? ¿Cómo será eso si no conozco varón? «En esas preguntas, María aprende a entender el misterio, los principios de la vida, y el tierno amor que recibe del Padre», explicó el Primado del Perú.
Cuando el ángel le dice: ¡No temas María!, le abre un horizonte totalmente nuevo para la vida de todos los creyentes, una religión que no es de temor, sino de amor. Por eso, el ángel alienta a María a que expulse cualquier resquicio de temor que pudiera haber en ella.
«María que, desde el corazón de los pobres siente y vive el amor de Dios, dice finalmente: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según su Palabra”. Es decir, después de escuchar que ella está llena de gracia, María reflexiona y finalmente escucha la razón profunda y se inclina y obedece».
«Esto es muy importante – reiteró Mons. Carlos Castillo – porque no se trata de una loca ilusión, se trata de un proceso profundo humano en donde está el sentimiento, está la grandeza, la realidad de la gracia y, simultáneamente, está la pregunta y la decisión libre de aceptar un camino que fue el camino que nos dio Jesús y por el cual nosotros hoy día nos podemos reunir».
«Vamos a dar gracias al Señor porque nos envió a María y ha reconstruido la humanidad desde ella, llena de gracia, para que todos en la abundancia de esa gracia podamos beber y vivir de ella», concluyó.