Al cumplirse diez años del Pontificado de Francisco, Monseñor Carlos Castillo, arzobispo de Lima y Primado del Perú, manifestó que el tiempo vivido ha sido «muy inspirador y fecundo para la Iglesia», especialmente, para el pueblo pobre del mundo que se ha sentido acompañado por el Santo Padre, «verdadero Pastor».
«Francisco ha dotado a la Iglesia de una serie de iniciativas inspiradoras que le competen a la propia identidad de la Iglesia, porque empieza a cambiar como una Iglesia en salida y, simultáneamente, sinodal», con estas palabras, Monseñor Castillo ha expresado su alegría por los diez años de Pontificado del Papa.
En declaraciones para el programa Diálogo de Fe, el arzobispo de Lima ha destacado los gestos de Francisco para acercar la Iglesia a los nuevos relatos de la realidad humana y aprender de sus dificultades, acompañándola con iniciativas y tratando de resolver sus grandes conflictos (guerra, migración, pobreza).
Una visión distinta de la fe cristiana.
El Primado del Perú reiteró que, con Francisco en la Iglesia, hemos aprendido a vivir sinodalmente, en comunidad, aprendiendo, discutiendo y promoviendo la experiencia de un ser humano distinto, basado en una visión distinta de la fe cristiana:
«Ser cristiano no es solo cumplir mandamientos y llevar costumbres y normas religiosas. El cristiano se deja inspirar por el Espíritu de Dios para afrontar la realidad y actuar adecuadamente, en forma justa, para hacer que el Reino de Dios llegue a la tierra por anticipado», reflexionó.
Una visión de esperanza en la juventud.
En otro momento, Monseñor Castillo recordó que el Papa Francisco tiene una visión de esperanza en la juventud «para abrir una nueva etapa en la humanidad, en donde la flexibilidad y la capacidad imaginativa de los jóvenes pueda crear las bases de un nuevo mundo, de una nueva manera de ser mundo».
«Una de las cosas que ha recomendado el Papa es el diálogo entre generaciones, es decir, hacer una gran alianza entre ancianos y jóvenes para recoger la sabiduría anterior, renovarla y no tomarla como un mandato, sino como una experiencia que permite recrear abiertamente bases nuevas y formas nuevas que actualizan los grandes principios de la humanidad», sostuvo el arzobispo Carlos Castillo.
Opción preferencial por los pobres.
El prelado apuntó que, en estos diez años de Pontificado, Francisco ha reafirmado la opción preferencial por los pobres, es decir, la opción de Jesús «que nos recuerda que no podemos vivir nuestra vida sin responder a la interpelación de los marginados, de los que sufren, de las periferias existenciales».
El Papa ha abierto el horizonte hacia los migrantes, hacia las poblaciones vulnerables, hacia sectores que jamás habían sido tenidos en cuenta, como una mayor presencia de la mujer dentro de la Iglesia.
Monseñor Carlos precisó que el Papa confía en que, desde los pobres, «se pueda imaginar un mundo distinto y mejor, de tal manera que pueda ayudar a rectificar los errores o las desviaciones elitistas de la tecnología y el conocimiento».
Si no hay alegría, no hay Evangelio.
Como último aspecto, el arzobispo de Lima recordó las diferentes Encíclicas y exhortaciones que Francisco ha publicado durante estos años, con especial énfasis en su primera exhortación apostólica, Evangelii Gaudium. «La alegría del Evangelio se desarrolla siempre como una comunicación que despierta a la persona, que la levanta y permite que la persona se fortalezca, crezca y viva siempre orientada hacia la felicidad plena», aseveró.
La fe no solo es un conocimiento, es una experiencia de relación personal y compartida con Dios. Es prioritaria la experiencia de fe sobre el conocimiento, porque no se trata solamente de saber cosas. Eso lo hemos aprendido con Francisco y Benedicto.
La Encíclica Laudato si’ es otro aporte histórico y valioso en el camino pastoral de Francisco, así lo recordó Monseñor Castillo: «Nos hemos olvidado que la tierra está siendo afectada por nuestro pecado ecológico, por nuestras maneras calculadoras e interesadas de usar la ciencia en la industria. Por tanto, tenemos que rectificar hondamente el modo de actuar y desarrollar una especia de perspectiva dominadora y explotadora de la realidad», resaltó.
Hermandad: el valor fundamental de la existencia.
Finalmente, Fratelli Tutti, es para el arzobispo de Lima, el «gran aporte cultural que damos como el valor fundamental de la existencia: la hermandad». El prelado indicó que estamos llamados a superar el individualismo moderno, que lo único que hace es orientar al ser humano hacia la muerte.