Mons. Castillo: Reeducarnos en el servicio y superar la tentación del poder

En la reflexión de este domingo XXIX del Tiempo Ordinario, Monseñor Carlos Castillo recordó que, siguiendo el camino de entrega de Jesús en la Cruz, es necesario un proceso de reeducación en el mundo para asumir, verdaderamente, nuestra misión de servidores. El Primado del Perú explicó que la ambición desenfrenada por el poder nos endiosa y corrompe todas las estructuras de poder en la sociedad como en la Iglesia.

Al frente de la imagen del Señor de los Milagros, el arzobispo de Lima pidió que se supere esta «enfermedad tremenda» por el poder que viene despedazando a la humanidad, especialmente, al pueblo sencillo.

Las lecturas de este domingo nos invitan a reflexionar sobre el camino de fidelidad que debemos seguir para alcanzar la verdadera salvación. En ese sentido, Monseñor Castillo aclaró que la salvación «no es una cuestión mágica o una imposición, sino una misión que nos da el Padre para servir y alentar al mundo».

Esto aún no es comprendido por los discípulos que, según narra el Evangelio de Marcos (10,35-45), están más preocupados en saber quién ocupará el primer y segundo lugar en el trono. La disputa entre los hijos de Zebedeo y los otros discípulos es un reflejo de la tentación humana que todos experimentamos al creer que «el Reino de Dios es un lugar de honor donde vamos a ganar plata».

Reeducarnos desde la base concreta de nuestro pueblo

Atento a las ambiciones de poder, el Señor corrige a sus discípulos y les enseña que la verdadera grandeza radica en el servicio a los últimos. El arzobispo de Lima sostuvo que todos estamos llamados a entrar en un proceso de reeducación, especialmente, aquellos que tienen la conducción del país. Esta exhortación también es para quienes gobiernan dentro de la Iglesia y creen que están por encima del resto. «¡Esto es una enfermedad tremenda! Nosotros, como cristianos, todos, tenemos que dejarnos educar por el Señor», agregó.

El mundo está siendo tomado por un conjunto de gente que se cree dioses. Desgraciadamente, en el último tiempo, hemos recibido una educación de cálculo y dinero.

La indiferencia y frivolidad también son una enfermedad que debemos sanar como sociedad. Y para salir de estos entrampamientos, es necesario escuchar la sabiduría de nuestro pueblo sencillo que sabe cómo es la vida, cómo se gana el pan y se lucha honestamente: «En la humanidad hay un grupo reducido de personas que se han endiosado y nos pretenden despedazar. No lo debemos permitir, mucho más si somos cristianos», reiteró el Prelado.

El paso del Señor de los Milagros nos recuerda el camino de Jesús con la gente por Galilea, hace más de veinte siglos. Esta especie de liturgia religiosa y popular nos debe inspirar a retomar nuestro camino de servicio.