Mons. Castillo: Superar la "ceguera" del egoísmo y ensanchar el corazón

Inspirado en el Evangelio de Marcos sobre el hombre rico que corre hacia Jesús para preguntarle cómo tener vida eterna, Monseñor Carlos Castillo recordó que todos podemos anticipar los valores del Reino de Dios si desarrollamos nuestra capacidad de servicio, sin aferrarnos a los bienes materiales y compartiendo a manos llenas.

Al pie de la sagrada imagen del Señor de los Milagros, el arzobispo de Lima reiteró que tenemos la misión de ser un milagro para otros y hacer grande nuestro Perú, ancho de corazón: «Junto al Dios de los imposibles, haremos que este país imposible sea viable y posible, lleno de alegría y esperanza», agregó.

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«La vida eterna no es solamente la vida en el «más allá» que esperamos alcanzar, también en la «vida de acá» hay que tener la capacidad de vivir con un sentido profundo», con estas palabras iniciales, el neocardenal Carlos Castillo reflexionó sobre la importancia de anticipar el Reino de Dios aquí en la tierra, aprendiendo a servir y compartir, ensanchando el corazón con los demás, especialmente, con los más pobres.

En ese sentido, el relato del joven rico propuesto en el Evangelio de Marcos (10,17-30), nos ayuda a comprender que, si bien el cumplimiento de los mandamientos es importante, no es suficiente. Este hombre, que había vivido conforme a las leyes de Dios desde su juventud, es desafiado a dar un paso fundamental: desprenderse de sus bienes y seguir a Jesús.

El verdadero obstáculo en la vida de este joven, por tanto, era el apego a sus riquezas. Aferrarnos a los bienes materiales, afirmó el Monseñor, puede ser un impedimento para amar a manos llenas, anteponiendo nuestra actitud egoísta, deseos y preocupaciones.

El Señor llama a este joven a salir de sí, a salir de su «mundito» para amar al mundo entero. El Señor quiere que tengamos una mirada lejana, amplia. Muchos de los problemas que están pasando es porque la ambición nos “ciega”.

El Prelado hizo un llamado a dejarnos guiar por el Señor y el espíritu de resiliencia que tenemos los peruanos para discernir lo que es verdaderamente valioso en la vida. «Sufrimos tanto, hermanos y hermanas, que necesitamos una regeneración, una especie de vuelta al útero materno para sentir hondamente el amor gratuito de la mamá y nacer a un país nuevo. Y hay signos que hacen ver que todos tenemos algo de interesante que puede surgir, como los jóvenes que danzan en nuestras plazas y anticipan, con sus bailes, el país que queremos», indicó.

El obispo de Lima explicó que la desesperación y la ambición nos pueden llevar a tomar decisiones apresuradas que dañan nuestra sociedad. Pero el «Dios de lo imposible» camina con nosotros, ya sea en la procesión del Señor de los Milagros como en los caminos de Jesús por Galilea, y lo hace para decirnos que es posible revertir las situaciones más difíciles si nos disponemos a vivir una fe de «ojos abiertos», rastreando a Dios en el rostro de los demás.

Y haciendo eco a las palabras que el Papa Francisco dirigió a los nuevos cardenales, Monseñor Castillo afirmó que, para cumplir nuestra misión de servidores, debemos estar dispuestos a «mirar lejos, caminar con las manos juntas y los pies desnudos, sintiendo los terrenos difíciles del sufrimiento».