Al iniciarse la Semana de Reflexión por el Perú, Monseñor Carlos Castillo presidió la Eucaristía del domingo XVI del Tiempo Ordinario unido a nuestra Iglesia Universal que hoy celebra la III Jornada Mundial de los Abuelos y Adultos Mayores.
«Los cristianos somos realistas y partimos de la realidad, tratamos de detectar dónde está el Señor, qué nos pide y cómo nos desafía la situación para actuar como Él actuó, entregando la vida. Ese es el país que queremos, un país en donde todos podamos caber sin excluir a nadie. Y por eso, ayudémonos en esta tarea con inteligencia y sencillez, sin apresurarnos y sin atontarnos.», ha comentado el prelado en su homilía.
Leer transcripción de homilía del arzobispo de Lima
La Primera Lectura del libro de la Sabiduría (12,13.16-19), señaló Monseñor Castillo, nos recuerda que la fuerza de Dios no es agresiva ni impositiva, sino es una «fuerza suscitadora de algo nuevo, es la fuerza del amor que el Señor introdujo como principio de existencia para todos». Por eso, todos hemos sido creados para amar y todos compartimos la misma condición de hijos y hermanos, porque reconocemos al mismo Padre y a la misma Madre, que es nuestro Dios.
La fuerza y el poder de Dios no son arbitrarias. A pesar de tener el poder para hacer lo que quiere, Él nos gobierna con indulgencia y espera pacientemente «a que se desarrollen nuestras capacidades humanas de reconocer nuestros errores, rectificarnos y retomar el camino para el cual hemos sido creados».
Esta actitud de paciencia es la que el Señor quiere enseñarnos con la Parábola de la cizaña y la semilla. Mientras que los servidores del amo están preocupados por arrancar la semilla de la cizaña sin pensar el sacrificio que ello representa, el Señor, que es sabio y cuya fuerza es suscitación de esperanza, espera que ambas semillas crezcan para separar el grano de la paja, lo malo de lo bueno.
Un cristianismo inteligente que sabe actuar con oportunidad y sencillez
El obispo de Lima explicó que, aunque la semilla de cizaña fue sembrada mientras el dueño dormía, es decir, traidoramente, todos estamos llamados a recuperar lo bueno de la humanidad, sin apresurarnos ni tomar decisiones rápidas. Es, por tanto, una invitación a pensar, a iniciar un camino inteligente en el que, como cristianos responsables, actuamos con sabiduría y sencillez en el momento oportuno.
«¿Qué importancia tiene el que pensemos? Como el Señor es sabiduría y su fuerza suscita, hay que tener sensibilidad para sentirla. Y qué bonito que, como pueblo cristiano, estemos empezando a aprender que no es cuestión de precipitarse, sino que es necesario calmarse para entender qué hacer. Ése es el camino inteligente, ése es el cristianismo inteligente que nos ha enseñado el Señor, no un “cristianismo de callados” en donde nos atontamos, ni un cristianismo de apurados que lo que hacen es generar más problemas. Es un cristianismo inteligente que sabe guardar las cosas en el corazón y sabe actuar con sabiduría y sencillez en el momento oportuno», reflexionó el prelado.
Aprender de la sabiduría de los ancianos y el legado de nuestros héroes nacionales
Respecto a la III Jornada Mundial de los Abuelos y Adultos Mayores, Monseñor Castillo afirmó que, al igual que la semilla de trigo, nuestros ancianos han aprendido a crecer poco a poco, y todas estas experiencias vividas son compartidas con las nuevas generaciones, especialmente con nuestros niños y jóvenes.
De igual manera, el arzobispo de Lima recordó la sabiduría de nuestros héroes nacionales, quienes estuvieron dispuestos a sacrificar la vida por el bien común. En el día que homenajeamos a José Abelardo Quiñones, es importante que reflexionemos sobre el bien común en el Perú que amamos, sobre todo, ahora que hay «tendencias humanas que pueden llevarnos a las cizañas» si no miramos más allá de nosotros mismos y nos enceguecemos:
«La ambición siempre enceguece, por eso, los cristianos estamos atentos al pecado. Los cristianos ni somos unos ilusos que soñamos mundos inexistentes o de fábulas, ni somos impulsivos que nos dejamos llevar por la primera cosa que se nos ocurre. Los cristianos somos realistas y partimos de la realidad, tratamos de detectar dónde está el Señor, qué nos pide y cómo nos desafía la situación para actuar como Él actuó, entregando la vida», aseveró.
Díganme si no se parecen todas las actitudes de nuestros héroes nacionales a la actitud de Jesús en la Cruz, que sufrió terriblemente, pero prefirió hacerlo para dejarnos un signo de esperanza y amor que, luego, es posible replicarlo en miles de formas en nuestra vida.
En otro momento, nuestro arzobispo saludó los gestos solidarios de nuestros 12 decanatos, que durante el sábado 22 de julio participaron comunitariamente en un pasacalle por la reconciliación, la esperanza y la regeneración del Perú. «Este es un signo de que la Iglesia también se suma a este sentir general de que las cosas tienen que resolverse firmemente, pero resolverlas en paz», reiteró.
La Eucaristía del XVI del Tiempo Ordinario contó con la presencia del Consejo Pastoral Arquidiocesano, representantes de la Parroquia La Virgen Medianera, y nuestros jóvenes de la confirmación de la Parroquia El Sagrario.