Cada 25 de julio se conmemora el Día de la Asistencia Social, fecha que nos recuerda la noble actividad de miles de personas anónimas que contribuyen significativamente para reducir las brechas de la desigualdad en el Perú. La misión de cada trabajador social, en palabras del Papa Francisco, es una oportunidad a colaborar en favor del bienestar general a través del amor hacia el prójimo.
La Iglesia de Lima reconoce y agradece el servicio de nuestros hermanos trabajadores sociales en los diferentes espacios donde se desarrollan. Y, de manera especial, de todos aquellos servidores que forman parte de la familia de Cáritas Lima, quienes, a través de sus diferentes líneas de acción, acompañan y ofrecen un trato digno en las periferias de nuestra ciudad.
En esta oportunidad, compartimos el testimonio de Yovina Segura Macavilca y Giovanna Rivera, trabajadoras sociales de Cáritas Lima.
Giovanna Rivera: «Mirar a tu prójimo y reconocer su dignidad»
Giovanna Rivera se desempeña como Especialista de Programas y Proyectos de Cáritas Lima. Esta joven profesional nos comentó que su mayor gratificación es «ser un agente de cambio a través de la planificación, diseño y ejecución de acciones o rutas que encaminan procesos de cambio en favor de las personas y las familias para atender su vulnerabilidad».
Pero el desafío más grande en su vida personal y profesional ocurrió durante la Pandemia. Por aquellos años, Rivera servía a comunidades parroquiales en el Rímac, acompañando en la asistencia a 17 ollas comunes que eran el sustento de unas 45 familias de alta vulnerabilidad. «Vivir ese proceso me marcó mucho como persona y como creyente, porque este camino me inspiró a seguir trabajando en favor de quienes más lo necesitan», señaló.
Hoy, como Especialista de Programas y Proyectos, Giovanna es responsable de la línea de acción estratégica de seguridad alimentaria, en la cual ejecuta la gestión de distribución de donaciones de primera necesidad entre los 21 distritos de nuestra Arquidiócesis. De igual manera, se encarga de la promoción de la educación alimentaria en los espacios de servicios alimentarios comunitarios.
En base a su corta pero fructífera experiencia, Giovanna Rivera hace un llamado a reconocer la dignidad de cada persona, sobre todo, a aquellos que son invisibilizados por la sociedad. «Acoger y ayudar a mejorar la situación del hermano que sufre es una manera de responder a la invitación del Papa Francisco que nos llama a vivir la sinodalidad”, refirió.
Caminar juntos es mirar al hermano, mirar a tu costado, mirar a tu prójimo, especialmente, a aquellos que son más vulnerables, porque son personas como tú, con derechos, con valores y sentimientos.
Yovina Segura Macavilca: “Fomentar la igualdad y la justicia social”
Por su parte, Yovina Segura Macavilca, también parte del equipo de Cáritas Lima, dedica su tiempo y servicio a la hospitalidad de cientos de personas enfermas y sus acompañantes que llegan del interior del país y no cuentan con los recursos económicos para su estadía temporal en la capital.
Como trabajadora social, Segura reconoce que en nuestro país «existen muchas injusticias que no son abordadas por nuestras autoridades». Por ello, una vía propicia para solucionar los problemas más apremiantes en temas de pobreza y vulnerabilidad es a través de los programas sociales que ofrece la Iglesia:
“A través de nuestro trabajo podemos fomentar la igualdad y la justicia social para garantizar que todas las personas tengan acceso a los mismos derechos y oportunidades, independientemente de su origen, género, orientación sexual, capacidad o situación socioeconómica, promoviendo su inclusión social y reconocimiento en la sociedad, especialmente, de aquellos que son marginados o excluidos por prejuicios, estereotipos o discriminación”, reflexionó.
En el Hogar Arzobispal, Yovina Segura se encarga de realizar el diagnóstico, seguimiento, acompañamiento y soporte emocional. “Una de las cosas que siempre recordaré es la época de Pandemia, una etapa muy difícil pero gratificante. Fui una de las personas que no descansó ningún día, nos encontrábamos disponibles casi las 24 horas. Trabajamos con personas en situación de calle, víctimas de violencia, personas mayores, niños en riesgo, entre otros. También trabajamos en redes y colaboración con otros profesionales, instituciones y organizaciones para abordar los desafíos sociales de manera integral y coordinada, buscando soluciones sostenibles y efectivas”, aseguró.
El fin de un trabajador social es buscar la inclusión social, brindar las mismas oportunidades para todos de forma participativa y ofrecer un trato con dignidad y respeto para todos.