En el domingo XXIX del Tiempo Ordinario, Monseñor Guillermo Elías, hizo un llamado a mantener viva nuestra fe en el Señor de los Milagros a través de una actitud de constante oración: «¡La oración es el camino firme para mantener viva la fe!», ha expresado en su homilía en el Santuario de Las Nazarenas.
Monseñor Elías meditó el Evangelio de san Lucas (18, 1-8), que narra la historia de una viuda que se acerca a pedir justicia a un juez corrupto. Tras la insistencia de la mujer, el juez le concede su solicitud. Al respecto, el prelado propuso la siguiente reflexión:
“Imaginémonos que el Señor llega hoy a la Tierra. ¿Qué pasaría? Lamentablemente, encontraría muchas guerras, pobreza, desigualdades y, al mismo tiempo, grandes conquistas de la técnica, medios modernos y gente que va siempre de prisa, sin detenerse nunca. ¿Qué encontraría en mí si el Señor hoy viniera? ¿Qué encontraría en mi vida, en mi corazón? ¿Qué prioridades de mi vida el Señor vería? ¿Cuáles son tus prioridades?”, señaló.
La oración profunda es la medicina de la fe.
En ese sentido, Guillermo Elías afirmó que muchas veces vamos por la vida preocupados por diferentes situaciones, «olvidando nuestra fe y dejando en segundo plano a Dios». Por ello, debemos recordar siempre que «la oración es el camino firme para mantener viva la fe».
“A menudo nos preocupamos de muchas realidades secundarias. Sin darnos cuenta, descuidamos lo que más cuenta y dejamos que nuestro amor por Dios se vaya enfriando o solo aparezca en este tiempo del Señor de los Milagros. Hoy, Jesús nos ofrece un remedio para calentar esa «fe tibia», a través de la oración profunda, la cual es la medicina de la fe y el reconstituyente del alma que el Señor nos regala, pero es necesario que seamos constantes”, indicó Elías.
Tener una fe constante y dedicar tiempo a Dios.
De igual manera, Monseñor Guillermo alentó a los fieles devotos del Señor de los Milagros a mantenerse firmes y constantes en la fe a través de la oración, de «una conversación de tú a tú, en intimidad con Dios».
La oración es un instrumento que necesita tiempo dedicado a Dios, de forma que Él pueda entrar en nuestro tiempo y en nuestra historia. Es necesario abrir el corazón para que derrame en nosotros su amor, su paz, su gloria, su fuerza, su esperanza.
Finalmente, nuestro obispo auxiliar remarcó la importancia de profundizar en la oración, porque Dios nos escucha y conoce nuestro surfimiento: «Dios te conoce, ¿tú crees que no va a obrar? No siempre nos da lo que le pedimos, pero siempre nos dará lo que nos conviene», enfatizó.