Sant'Egidio en el Perú: Testimonio de amistad y hermandad

Compartir el pan con el hermano hoy es un signo de amor y de solidaridad. En el Día Mundial de la Alimentación, compartimos los testimonios de amistad y hermandad de la comunidad Sant’Egidio en el Perú.

Escribe: Jessica Laurente.

Con el objetivo de disminuir el hambre en el mundo, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), estableció el 16 de octubre como el Día Mundial de la Alimentación, una ocasión para recordar nuestro compromiso humano por construir puentes solidarios y sostenibles en todo el planeta para que todos puedan alimentarse de forma saludable y nutritiva.

Como Iglesia de Lima, comunitaria y solidaria, participativa y misionera, a través de nuestras parroquias, congregaciones, movimientos y comunidades, seguimos impulsando acciones solidarias hacia nuestros hermanos más vulnerables, especialmente, a las madres de las ollas comunes, niños y adultos mayores en abandono.

En ese sentido, nuestra oficina de Prensa y Comunicaciones visitó a los amigos de la Comunidad de Sant’Egidio Perú que, ciñéndose el cinturón solidario, continúan incansablemente su labor humanitaria, compartiendo ahora también el pan con los amigos adultos mayores en situación de pobreza del distrito del Rímac, en la Parroquia San Lázaro.

Experiencias de Sant’Egidio en el Rímac.

Liliana López, responsable de Sant’Egidio Perú, nos comenta que en la comunidad, todos, sin importar su condición o edad, pueden aportar de alguna manera al Otro, especialmente, a los más vulnerables: “Nadie es tan pobre para no hacer algo por los demás y, en la Pandemia, lo hemos experimentado también. Cuando pensamos que nada se podía hacer debido a las restricciones, descubrimos que podíamos ingeniarnos, con prudencia y cuidado, para llevar el alimento a quienes no tenían un hogar. De esa manera, nos movilizamos durante ese tiempo, y sin darnos cuenta, ya hemos entregado un promedio de 2 mil comidas mensuales desde marzo de 2020”, contó.

López afirmó que en junio de este año, luego de la toma de posesión del padre Frederic Comalat en la Iglesia de San Lázaro en el Rímac, la Comunidad evidenció la necesidad de llevar el servicio en la zona:

“Empezamos el servicio en el Rímac con “Viva los ancianos”, un encuentro semanal con los amigos de la tercera edad para compartir un desayuno, pero, sobre todo, para escucharlos y acompañarlos. De esta manera atendemos a muchos ancianos que viven solos y pernoctan en las calles, llevándoles alimento y amistad que, poco a poco, se viene fortaleciendo. También contamos con una base de datos para estar en contacto con los amigos cuando no puedan venir”, explicó Liliana López.

La responsable de la Sant’Egidio Perú precisó que el servicio en San Lázaro se realiza todos los jueves por las noches, llevando el lonche a los amigos de la calle; y los viernes, compartiendo el desayuno con 80 ancianos de la zona, quienes, luego del encuentro, participan de una Eucaristía para alimentarse de la Palabra de Dios: “Vemos que la vida de estos ancianos también se va transfigurando, porque sus rostros se llenan de alegría al llegar a la casa del Señor y ser acogidos por amigos que sienten que conocen desde hace mucho tiempo”.

Frederic Comalat: «La actitud de compartir viene del mismo Señor»

Por su parte, el padre Frederic Comalat, párroco de San Lázaro, desde la fe, nos comenta la importancia de compartir el alimento físico y espiritual con el hermano que más lo necesita: «Yo creo que es un gesto muy concreto, una prioridad básica que, evidentemente, como cristianos, tenemos que dar una respuesta. Jesús, en el Evangelio, continuamente sale compartiendo la mesa, por lo tanto, la actitud de compartir viene del mismo Señor. Además, también Jesús nos ha enseñado, en el Padrenuestro, a pedir el pan de cada día. Esto es muy significativo porque se usa el plural, pidiendo por y para todos», añadió.

Comalat reveló que una veintena de personas, entre niños, jóvenes, adultos y adultos mayores, forman parte de los programas de ayuda de Sant’Egidio: «Cada fin de semana, nuestros voluntarios vienen llenos de alegría para disponerse a compartir con los amigos de la calle».

El testimonio de dos voluntarios rimenses.

El señor Ernesto Mazzeti Rodríguez, de 69 años, es rímense de nacimiento, actualmente ciudadano americano que participa del servicio en Sant Egidio desde hace 10 años: “Este tipo de servicio lo aprendí, desde muy joven, gracias a mis padres y, desde entonces, colaboro con las personas más necesitadas, compartiendo siempre todo lo que Dios me ha dado y esto me llena, ellos son mi familia”.

Asimismo, Ernesto nos comparte una de las experiencias más lindas que ha vivido en San Lázaro estos meses: “Nosotros empezamos el servicio, buscando por las calles, de a poquitos, pasando la voz e invitando a los amigos a San Lázaro. En eso, había una señora que andaba sola por las calles apoyándose en una banca. Entonces, la invité a participar con nosotros y, desde ahí, viene, comparte y me siento feliz, porque la veo mejorar, incluso, le obsequiamos un andador para que pueda movilizarse mejor”.

En tanto, los jóvenes no son la excepción, como es el caso de Diego Ñiquén Echegaray (19) que, desde los 16, participa en Sant Egidio y, de forma especial, en el 2020, durante la Pandemia, entregaba los almuerzos. Asimismo, el joven voluntario nos comenta la razón de su participación en el servicio: “Me motiva seguir haciendo este servicio con los amigos, porque veo en sus ojos esperanza, y estoy muy feliz que el servicio se realice ahora en el Rímac, porque yo he vivido aquí siempre y, ya desde hace tiempo, hacía falta algo de esperanza por aquí”.

En tanto, Diego, a su corta edad, ya es uno de los responsables del servicio en San Lázaro, compartiéndonos una de sus experiencias más gratas: “Ismael, fue uno de los primeros amigos que conocí y me pidió algo para que se abrigue, porque vive en las calles. Entonces, un día, al acercarme a entregarle un kit de abrigo, vi que tenía un raspón en la cabeza, y me dijo que un joven se lo hizo mientras podaba el césped, de casualidad. Me comentó que esta situación es normal para él, porque muchas veces, no lo ven y se pasan de largo. Entonces, desde que participa con nosotros, se siente muy feliz e incluido”.

Testimonio de los amigos:

Luis Reátegui Márquez, de 78 años, vivió en Jesús María y fue músico en su juventud. Sin embargo, como el mismo nos comenta, debido a una serie de errores y desavenencias, hoy vive en las calles de Lima: “Vivo como antes de casarme, un solitario que anda por las calles. A veces ayudo a un amigo en un bar y me permite quedarme a dormir allí, porque hace mucho frío. Es más, hace poco, mientras pedía el almuerzo en el comedor de Nazarenas, le encargué mi abrigo y frazada a una señora y se lo robó, así que me quedé con lo que tengo, pero estoy vivo y eso es lo más importante”.

Luis nos comenta que conoció a la comunidad de Sant Egidio a través de un amigo de su juventud que también participa y, hoy, se siente en confianza y bajo la compañía de este grupo de personas donde refiere que puede compartir: “Yo me siento muy bien, aquí veo gente buena, converso, porque normalmente soy un poco reservado, ya que hay mucha gente mala, por algo soy viejo, pero me siento muy agradecido y todos los viernes estoy aquí”.

En tanto, Emma Esperanza Gonzáles Bringas, de 79 años, “rímense de corazón” como ella misma refiere, es viuda, vivió en Comas por muchos años con su hermano, pero lamentablemente a causa del Covid-19, falleció. Por ello, hoy, regresó nuevamente al Rímac a vivir junto a otro hermano que la ha acogido en su hogar.

Emma empezó a participar de Sant Egidio desde hace dos meses, cuando pasaba por la Iglesia de San Lázaro y le llamó la atención ver a un grupo de personas que acogían a otras, en su mayoría, de la tercera edad, por lo cual, con temor, decidió acercarse y, al igual que los demás, fue acogida de la misma manera: “Yo me siento muy contenta aquí, porque me entregan un rico desayuno y me atienden muy bonito, todos son muy ´buena gente´. Además, participo de la misa, escucho la Palabra de Dios, me relajo, converso, porque, yo estuve en cama mucho tiempo y pensaba que ya no tenía oportunidad, pero ahora, gracias a Dios, siento que tengo una nueva, ya no estoy sola y espero los viernes, con mucha alegría, para participar, porque estar aquí me ha devuelto las fuerzas para seguir”.

De esta manera, en Sant Egidio Perú se vive la alegría de la amistad a través del compartir del pan físico, pero también del pan espiritual, como lo señalaba el padre Frederic Comalat. En el Día Mundial de la Alimentación, Comalat nos invita, en estos momentos de crisis global, a vivir esta jornada solidaria para levantar nuestra mirada y fijarnos en tantas situaciones donde falta el pan:

“Pienso en la guerra entre Rusia y Ucrania, en tantas guerras abiertas y olvidadas por el mundo donde la gente sufre, porque no tienen lo que es esencial para la vida que es vivir en paz. Que este día sea una jornada que nos ayude a levantar la mirada con una visión muy amplia y ver que muchas personas necesitan el pan de nuestra oración, de nuestra cercanía y de nuestra solidaridad”.

Cómo apoyar a la Comunidad Sant’Egidio.

Todos los interesados en colaborar solidariamente con Sant Egidio a través de la donación de víveres o como voluntario participando en las actividades con los ancianos, pueden escribir vía Whatsapp al 990 951 991 con Liliana López o acercarse a la Iglesia de San Lázaro con el padre Frederic.