Ordenación diaconal y presbiteral: ungidos para servir desde el corazón

Nuestra Arquidiócesis de Lima se renueva con la ordenación sacerdotal del Padre Paul Espinosa, y la ordenación diaconal de nuestros jóvenes seminaristas José Anaya, Juan José Jara, Rusbert Huatuco y Yadir Candela. La emotiva celebración fue presidida por Monseñor Carlos Castillo.

Reunidos todos en la Catedral de Lima, el nuevo sacerdote y los diáconos recibieron el abrazo del clero de Lima, familiares, amigos y comunidades parroquiales. También estuvo presente el Nuncio Apostólico, Monseñor Paolo Rocco.

Espíritu de vocación y servicio, es el mensaje central que nos ha dejado la ordenación presbiteral y diaconal de este sábado 12 de octubre en la Basílica Catedral de Lima. Durante su homilía, Monseñor Castillo hizo un llamado a la responsabilidad y autenticidad en el ministerio, haciendo eco a las palabras que el Papa Francisco ha dirigido a los nuevos cardenales electos: que el título de ‘servidor’ —diácono— opaque cada vez más al de ‘eminencia’ (leer mensaje completo).

Qué bonito que el Papa nos haga volver a nuestro acolitado y diaconado; nos haga volver a los tiempos en que caminábamos por las calles con los pies desnudos, las manos juntas y los ojos altos. Eso no podemos olvidarlo.

El Prelado también rememoró a grandes figuras como Santo Toribio de Mogrovejo, quien dedicó su vida al servicio pastoral en las tierras de América del Sur, aprendiendo las lenguas nativas y acompañando al pueblo en sus momentos más difíciles. Este ejemplo de dedicación pastoral es un modelo a seguir para los nuevos ordenados, quienes están llamados a caminar junto a su comunidad, promoviendo la justicia y el amor fraterno.

En otro momento, el Primado del Perú sostuvo que toda vocación, ya sea laical o clerical, es una misión personal que debe ser descubierta y vivida con fidelidad. Por eso, el llamado a servir «no es una carga, sino una tarea que está inscrita en lo más profundo del ser humano». Y añadió:

Al igual que el profeta Jeremías, todos, desde el vientre materno, recibimos de Dios la capacidad de anunciarlo a tiempo y a destiempo.

Para hacer la voluntad del Señor, por tanto, no se trata de obedecer ciegamente sin ver la realidad. Es necesario «obedecer comprensivamente y, reconociendo los dones que Dios nos ha dado, ponerlos en movimiento».

El arzobispo de Lima recordó que la Iglesia es «viva, vibrante, animada», y que debe estar dispuesta a salir sinodalmente hacia las periferias para redescubrir la maravilla de cada ser humano.

Finalmente, dirigiéndose al nuevo sacerdote y diáconos diocesanos, Monseñor Castillo explicó que esta ordenación se da «en un momento de los más difíciles de la historia de la humanidad», y esta situación requiere estar preparados para anunciar el Evangelio en las circunstancias concretas de la vida.

El orden presbiteral y diaconal no es un título de prestigio, sino una misión de humildad y servicio. Ser ministro es servir desde lo más abajo posible para ayudar lo más cercanamente posible a los demás.

Al término de la ceremonia de ordenación, los nuevos diáconos y sacerdote recibieron el abrazo de los cientos de fieles que se congregaron en la Basílica Catedral de Lima.

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