Se cumplen cinco años del paso de Francisco por el Perú. Hoy, más que nunca, el eco de sus palabras guía nuestro camino en tiempos de dificultad e incertidumbre. «Peruanos, no se dejen robar la esperanza», nos dijo el Santo Padre en aquella ocasión.
«Hace cinco años que el Papa Francisco llegó a transmitirnos su mensaje y fortalecer nuestra esperanza», con estas palabras, Monseñor Carlos Castillo ha querido recordar el paso del Santo Padre por nuestro país.
El Primado del Perú recordó, en la Misa y Te Deum por el 488° Aniversario de Lima, la preocupación de Francisco por dos puntos esenciales:
El primero, explicó el prelado, el asunto de la corrupción. Dijo el Santo Padre:
“Trabajar unidos para defender la esperanza exige estar muy atentos a esa otra forma -muchas veces sutil- de degradación ambiental que contamina progresivamente todo el entramado vital: la corrupción. Cuánto mal le hace a nuestros pueblos latinoamericanos y a las democracias de este bendito continente ese “virus” social, un fenómeno que lo infecta todo, siendo los pobres y la madre tierra los más perjudicados. Lo que se haga para luchar contra este flagelo social merece la mayor de las ponderaciones y ayudas… y esta lucha nos compete a todos. “Unidos para defender la esperanza”, implica mayor cultura de la transparencia entre entidades públicas, sector privado y sociedad civil. Nadie puede resultar ajeno a este proceso; la corrupción es evitable y exige el compromiso de todos.”
Como segundo aspecto, el Papa Francisco dejó el siguiente mensaje:
“A quienes ocupan algún cargo de responsabilidad, sea en el área que sea, los animo y exhorto a empeñarse en este sentido para brindarle, a su pueblo y a su tierra, la seguridad que nace de sentir que Perú es un espacio de esperanza y oportunidad… pero para todos y no para unos pocos; para que todo peruano, toda peruana pueda sentir que este país es suyo, en el que puede establecer relaciones de fraternidad y equidad con su prójimo y ayudar al otro cuando lo necesita; una tierra en la que pueda hacer realidad su propio futuro. Y así forjar un Perú que tenga espacio para «todas las sangres», en el que pueda realizarse «la promesa de la vida peruana»”.
Y con especial énfasis, no podemos olvidar el mensaje que dejó a los jóvenes: «No se dejen robar la esperanza», palabras de un maestro espiritual que, con su sabiduría, sabe prever las situaciones para poder prepararnos a lo más difícil. «Hoy, distintos hechos e intereses intentan el robo de nuestra esperanza de comunidad humana llamada Perú, pueblo que sufre y cree, y que tiene la misión de saber esperar», reflexionó Monseñor Castillo.