Pastoral de la Salud realizó su Primer Taller de Formación

Con gran acogida, la Pastoral de la Salud de nuestra Arquidiócesis de Lima, realizó su primer taller de formación, contando con la participación de 600 personas (entre enfermeras, doctores, voluntarios, delegados de comunidades, y profesionales de la salud).

El evento se llevó a cabo los sábados 18 y 25 de marzo, de forma presencial, en las instalaciones del auditorio de la parroquia Santa Rosa, en el distrito de Lince. La primera fecha estuvo a cargo del P. Miguel Ángel Vassallo, resaltando la importancia de la vida interior y la apertura de nuestros corazones para que puedan ser renovados por Dios, reconociendo las cualidades que nos ha regalado para ponerlas al servicio del prójimo.

Asimismo, el presbítero también remarcó que es necesario permitirle a Dios, primero, que pueda curar nuestras heridas emocionales y espirituales, muchas de las cuales, han sido suscitadas a lo largo de nuestra vida, con el fin de tener un corazón reconciliado y agradecido que, desde el perdón, podrá realizar un servicio de amor auténtico.

De otro lado, nuestro obispo auxiliar de Lima, Monseñor Guillermo Elías, presidió el segundo día del taller, explicando a los presentes sobre el sufrimiento y la enfermedad, recalcando que ambas son parte de la vida misma y que debemos asumirlas, pidiendo fortaleza a Dios y, para ello, señaló, que es importante cultivar una vida interior real y profunda.

“La vida interior es natural y sencilla, porque es la unión real, personal y constante con Dios, fundada en la vida de gracia. Es la identificación del corazón y la voluntad con la voluntad santísima de Dios hasta tener los mismos sentimientos de Cristo, es la actitud de amor filial y confiado que invita a mantener una postura de hijos que confían en su Padre” refirió Elías.

Asimismo, monseñor Elías destacó que, al aceptar el padecimiento de la enfermedad, asumimos nuestra cruz, confiando en Dios: “Los que aceptan la Cruz, recurriendo a la gracia, aprenden a depender de Dios, encuentran reserva, fortaleza, confianza, misericordia, bondad y capacidad de soportarlo todo. Por ello, uno se queda asombrado de aquellas personas que, estando enfermas, tienen una actitud positiva y, en lugar de centrar su atención en los padecimientos que le toca llevar, se sienten inspirados, son comprensivos y compasivos con los demás”.

En tanto, nuestro auxiliar de Lima reflexionó que el sufrimiento redentor nos hace ser seguidores de Cristo: “El sufrimiento nos hace entender al otro, nos hace, desde nuestra vulnerabilidad, entender la vulnerabilidad del otro. Vamos adaptándonos a la actitud del propio Jesús, a la paradoja de la cruz, aceptamos los sufrimientos, no porque sea bueno o nos guste, sino porque nos hace seguidor de Él, por tanto, el sufrimiento me une a Cristo, y mi sufrimiento se convierte en un sufrimiento redentor”.

Al término, algunos de los presentes hicieron algunas consultas y otros se animaron a compartir sus experiencias de servicio, recibiendo la guía y reflexión de ambos ponentes.