La Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) es el escenario de una intensa jornada de reflexión que se viene realizando este 13 y 14 de noviembre sobre el problema del abuso a menores en la Iglesia. Aquí se hicieron presentes Mons. Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú; Mons. Nicola Girasoli, Nuncio Apostólico en el Perú; y como invitado especial, el padre Hans Zollner, presidente del Centro de Protección de Menores de la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma.
«Estamos en ese camino sinodal que el Santo Padre quiere para las Iglesias locales, sobre todo poniéndonos de acuerdo en múltiples problemas, entre ellos, este problema que asedia a la Iglesia», comentó Mons. Castillo al inicio de su discurso.
Criterios de una Iglesia más reflexiva
En nuestro país son pocos los espacios para tratar con claridad los problemas graves, cara a cara: «tendemos siempre a esconder las cosas o a no tratarlas porque nos parecen un poco difíciles. Evitar hablar las cosas conduce a la oscuridad» – dijo el Obispo de Lima – «hacer explícito algo permite que tanto nuestro país como nuestra Iglesia mejore hacia una Iglesia más reflexiva que introduce criterios en las cosas y propicia una transformación en favor de la vida».
Para tomar conciencia de este desafío es necesario «propiciar una cultura de prevención» y aceptar que somos una comunidad de pecadores en conversión: «justamente aceptando la realidad de lo que somos y, remitiéndonos a la luz de la Palabra que nos dignifica, podemos entrar en los problemas para que podamos resurgir, renacer a una forma distinta de vivir» – añadió.
Nuevas reformas de la Iglesia para cambiar el sistema clerical que encubre al victimario
Mons. Castillo también se refirió al serio problema del clericalismo y su «asociación sistemática» que tiende a organizar estructuras pecaminosas: «se ha combinado dinero, clericalismo, sistema organizativo, dominio y abuso» – puntualizó – «es preciso reconocer el nivel al cual hemos llegado y, simultáneamente, sustentar reformas en la Iglesia y en nuestras instituciones»:
Hay una tendencia a pensar la Iglesia como una especie de caja de seguridad encubridora, que permite que quien delinque encuentre impunidad. Nos hemos habituado a que cuando hay un problema de ese tipo nadie sabe qué hacer y se trata de tapar.
Y recordando las palabras del Papa Francisco, señaló que «una institución, una estructura que no se reforma para anunciar el Evangelio daña a la Iglesia, por más buena que sea, porque no goza de la dinamicidad de la fuerza del Espíritu».
Una Iglesia que proteja a los más débiles incluso antes de que sean víctimas
«Es preciso prevenir respecto a la raíz más concreta y sistemática que propicia el esquema del comportamiento pedófilo» – subrayó – para ello, debemos ir reformando nuestra Iglesia como una comunidad que, «sabiendo el límite humano, lo reconoce y está dispuesta a reeducarse, vigila, promueve el respeto y protege a los más débiles, incluso antes de que sean víctimas».
«La Iglesia requiere una mutua corrección y una gran capacidad crítica que permita hacer una Iglesia de ojos abiertos – prosiguió – una Iglesia que propicie el autoconocimiento, el enfrentamiento de las propias heridas, el reconocimiento del pecado y el proceso de conversión».
Cultura de la prevención: el gran reto de la Iglesia
Durante su ponencia, el padre Hans Zollner retomó las palabras de Mons. Castillo para hablar de la necesidad de empeñarnos como Iglesia y «de manera contundente» a una cultura de la prevención – «es un reto muy largo, muy profundo» – resaltó.
«Todos nosotros podemos participar en esta misión de la Iglesia – continuó – no sólo para evitar una mala conducta sexual, sino para evaluar dónde está nuestro corazón – esto requiere una respuesta personal y comunitaria».
Zollner pidió tomar conciencia de la amplitud del tema desde otras disciplinas como la psicología, el derecho, la espiritualidad, la sociología, la educación y la teología – «Interiorizar significa, como diría San Ignacio, mirar al interior, a las emociones, a nuestras ideas, motivaciones, resistencias, sueños, a todo lo que nos mueve en el mundo emocional» – precisó.
Un llamado a identificarnos con las víctimas
El sacerdote jesuita reconoció que este es un «momento difícil en la vida de la Iglesia» y un «llamado del Señor» para identificarnos con las víctimas, con las personas pobres y necesitadas como lo hizo Jesús.
Muchos de nosotros estamos desorientados, desanimados, desilusionados, y eso es parte de lo que podría ser un llamado del Señor para acercarnos a su cruz.
En otro momento, Hans Zollner compartió algunas cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS): 23% de toda la población, es decir 1 de cada 4 personas jóvenes en el mundo, es maltratada físicamente – «Es una cifra demasiado grande, y por eso mucha gente no lo enfrenta, lo olvida y no toma en cuenta esta cifra que para la humanidad es vergonzosa».
«Los jóvenes de este mundo, miles de millones están viviendo en condiciones de violencia – reiteró – no veo a los políticos ni a otras personas trabajando constantemente en solucionar esto. Creo que estamos aquí para tomar conciencia de lo que tenemos que limpiar en nuestra realidad eclesial, pero también para tomar conciencia en nuestro rol para la sociedad en general».
Una perspectiva sistémica de la Iglesia
El padre Zollner también se refirió a un «cambio de perspectiva» en la Iglesia respecto al tratamiento de las denuncias de abusos a menores: «la perspectiva anterior fue: un abusador, una víctima, un obispo provincial encubridor o negligente, una Iglesia nacional con una respuesta parcial o absolutamente inconsistente, ésa era la perspectiva de la situación anterior».
«Desde el 2018 pienso que estamos viendo una situación y perspectiva diferente, que defino como perspectiva sistémica (no sistemática), y que comprende el sistema, la institución, la organización de las Iglesias locales y de la Iglesia misma», resaltó.