El Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo, visitó la parroquia Santa María Magdalena del distrito de Pueblo Libre para celebrar la fiesta de María Magdalena. Concelebraron el padre Rogelio Ponce, el padre Julian Vallejos, el padre Lucilo Echazarreta, y el padre Nolberto Tarrillo.
“Esta patrona que ustedes tienen representan todo el ardor y la hondura con que Jesús atravesó Galilea y llegó a Jerusalén, especialmente como dice el evangelio de Lucas: unas mujeres lo seguían y lo acompañaban, lo ayudaban con sus dones, con sus bienes, y entre ellas la primera que cita es María de Magdala”, comentó.
La figura de María Magdalena
“Nos situamos ante el ejemplo de la fe de María Magdalena para profundizar nuestra fe hoy día en el mundo moderno, y en este país que necesita una respuesta ante muchos clamores, muchos deseos, muchas necesidades”, acotó.
«Son muchas las anécdotas en los evangelios donde se ve a María Magdalena en momentos muy importantes, y ella en medio de la oscuridad del día va al sepulcro al amanecer y se acerca, está llorando. Esto es muy importante porque muestra el grado de hondura de la relación de María y Jesús, igual lloraríamos nosotros por cualquier persona que amamos, ella lo amaba apasionadamente».
«María había sido perdonada, Jesús había curado su heridas y esto es un primer elemento muy importante que quisiera que hoy día reflexionemos como comunidad cristiana magdalena. Tenemos que ayudar a que en nuestro país las personas puedan manifestar todo lo que sienten, hay que escucharlas, hay que llorar con ellos, hay que consolarlas y hay que ayudar a restaurar sus heridas»
La misión de compartir experiencias
«Mientras lloraba el Señor se asoma. Ella vio primero en la sombra del sepulcro dos ángeles vestidos de blanco, y dice el texto que María encuentra a una persona que le dice “¿Mujer por qué lloras?” La actitud de Jesús no es la de aparecerse y decir “abracadabra, ya estoy aquí”, éste no es el sentido de la resurrección».
«Ella ante esta pregunta, le expresa todo lo que siente: “porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”; o sea, ella manifiesta su problema y las preguntas de Jesús le permiten expresarse, hablando. Es por eso que una de las misiones nuestras es hacer que la gente hable».
«Tenemos un país muy herido y muy necesitado de expresión, muy necesitado de decir lo que siente y piensa, lo que sufre y necesita compartir.
«La resurrección no es un problema físico o químico, no es una realidad física que simplemente murió y resucitó. La resurrección es un acto de amor, de amor de Dios del Padre y del Espíritu por el hijo, y también Jesús tiene la misma actitud cuando quiere confesar que es el resucitado, es decir, que él está allí, que se ha cumplido la promesa de que Dios es el que siempre está. Yahvé significa: “yo soy el que está”, el que no te abandona nunca.
La importancia de llamar por su nombre a las personas
“Jesús no se presenta por eso abruptamente, Jesús trata de que las personas se asocien a la búsqueda y al encuentro del sentido de la resurrección y encuentren un sentido a sus vidas para llenarse de esperanza ¿Cómo se puede hacer esto si uno no manifiesta sus problemas? ¿Cómo puede entrar la luz de la esperanza del Señor si nosotros no le decimos nuestras oscuridades?”
Jesús siempre pudo comunicarse con nosotros para trasmitirnos a Dios suscitando en nosotros una identificación que desata lo más profundo que tenemos, nuestra capacidad de amar.
«El Señor comunica la novedad de la resurrección con una palabra: “María”. Es muy simple el anuncio de la resurrección, porque cuando nosotros nombramos a las personas por su nombre, con la delicadeza que hace Jesús, entonces las levantamos. El Señor no pone condiciones para comunicar la fe, no recrimina ni maltrata a María, sino la enaltece solamente con su nombre».
«Si nosotros tuviéramos en cuenta siempre que nuestro nombre tiene que ser bien dicho y bien reconocido para que seamos dignos, entonces entenderíamos con mayor claridad el sentido de la resurrección».
Soltarse de los estancamientos
“En otro momento, el Señor dice ¡Suéltame!, sin embargo, el texto no dice que ella lo agarró, sino que se había creado un lazo íntimo, profundo, y que podría ser posible que ella se estancara en eso, que quedará en una especie de visión ilusa».
«Y para que justamente no sea una visión ilusa, el Señor le da una misión: “Suéltame, todavía no he subido al Padre, anda y ve a mis hermanos y diles que subo al Padre mío, al Padre vuestro, al Dios mío y al Dios vuestro”. Es decir, le da la misión y le hace entender que entonces ha ocurrido una cosa muy grande, la unidad entre el Dios mío y el Dios nuestro, la unidad entre Dios y los seres humanos, la unidad del amor de Dios que hace que nosotros, cuando amemos al otro amemos a Dios, y cuando amemos a Dios amemos al otro”.
«A partir de entonces, María anuncia el evangelio, anuncia que ha visto al Señor, y lo anuncia ayudando a que los discípulos puedan entrar en ese camino. Dios hizo que el camino de María Magdalena sea un camino especial para que todos pudiéramos entender que ese camino es el que nos puede conducir plenamente al amor de Dios y poder implantarlo en la sociedad.”
«María Magdalena maduró gracias al amor de Dios. El amor apasionado que ella tenía se volvió un amor misionero que no dejó de ser apasionado, pero fue una pasión educada, profundamente educada en el servicio y el amor intenso».
El papel de la Iglesia en el renacimiento del Perú
“¿Cómo debe ser nuestra participación como Iglesia para la resurrección de nuestro país? Para el renacimiento de nuestro pueblo la Iglesia debe ser una casa en donde todos podamos resanar las heridas y tomar el evangelio para iluminar nuestra vida y mejorarla, una Iglesia linda en donde todos podamos ser signo de esperanza para el país».
Necesitamos crear espacios para solucionar nuestros problemas, y no resolverlos individualmente, sino compartir nuestras heridas para ver juntos cómo podemos salir de las cosas.
«Este es el cometido que veo para los magdalenos, y pienso que todos podemos entrar cada uno con su carisma en esta Iglesia con los brazos abiertos que el Papa quiere para el Perú, y para que así las nuevas generaciones tengan un nuevo modo de vivir cristiano, fecundado por los nuevos santos del nuevo milenio que son ustedes», concluyó.