La comunidad parroquial Inmaculado Corazón del distrito de La Molina participó en la Toma de Posesión de su nuevo Párroco, el Padre Martín Herrera. La Eucaristía estuvo presidida por el arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo.
La ceremonia tuvo lugar el último domingo 05 de noviembre, donde también se hicieron presentes sacerdotes amigos del decanato 12, entre ellos: el Pbro. Rafael Reátegui, Pbro. Carlos Carrillo, Pbro. César Valdivia, Pbro. Santiago Caballero, Pbro. Hermes Cama y el Pbro. Tomás Garván.
En su Homilía, Monseñor Castillo reflexionó sobre la importancia de la misión y vocación del sacerdote: “El Señor vino a anunciar a Dios y a refundar el sacerdocio porque, en sus orígenos, los sacerdotes de Israel solo fueron los servidores del rey. Pero con Jesús aprendimos que todo Pastor ha venido para servir y acompañar a su comunidad», indicó.
Nuestro arzobispo explicó que nuestra misión en la Iglesia es progundamente humana, por lo que debemos vivir el hermanamiento y buscar maneras de pacificar todo tipo de situaciones, especialmente, aquellas que son más difíciles. Por eso, el sacerdote cumple un rol fundamental: cuidar de su pueblo, pero no como político, sino como humanizador.
“Nuestra tarea, la tarea de la Iglesia, es afrontar las situaciones más difíciles, inclusive, las situaciones de crisis social, política, económica, ecológica, pero siempre desde el punto de vista del aporte del Evangelio a la humanización de la sociedad”, remarcó.
El Monseñor Carlos hizo hincapié en la necesidad de ir al fondo de la vida humana para encontrar una solución a los problemas. Y reiteró que la Iglesia «no es de derecha, ni de izquierda, ni de centro… somos del fondo de la vida humana, somos de Dios. Todos somos hijos e hijas de Dios, llamados a ser hermanos los unos de los otros, reconociendo a Dios como el mismo Padre”.
Finalmente, dirigiéndose al Padre Martín, el arzobispo de Lima le pidió «encaminar la vida de esta comunidad parroquial que confío en tus manos».
Querido Martín, tu juramento a todas las leyes y concepciones de la Iglesia fielmente, obedece a lo que el Señor nos ha invitado: a ser hermanos y construir una Patria con un valor cristiano que se propone, no se impone. Y esto implica un proceso de paciencia y de comprensión.