En el día que valoramos y reconocemos la diversidad lingüística que hay en el Perú, conversamos con Andrea Bernal, especialista del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP), quien recordó que la Iglesia tiene la misión de acoger la diversidad y riqueza cultural de nuestro país, promoviendo espacios de encuentro para anunciar el Evangelio a todos, sin excepción.
Perú celebra el Día de las Lenguas Originarias con sus 48 idiomas nativos, de las cuales, 44 son amazónicas y 4 indígenas. Y, aunque estas lenguas son la forma de comunicación de 55 pueblos indígenas, hay 21 idiomas que se encuentran en peligro de extinción.
Como ya lo señaló el Santo Padre en su visita a Puerto Maldonado, en enero de 2018, «es imprescindible realizar esfuerzos para generar espacios institucionales de respeto, reconocimiento y diálogo con los pueblos nativos; asumiendo y rescatando la cultura, lengua, tradiciones, derechos y espiritualidad y que les son propias».
En ese sentido, Andrea Bernal, en su rol como coordinadora de proyección nacional del CAAAP, explicó que, detrás de cada lengua, «hay toda un mundo que preserva la expresión cultural de valores, sabiduría y forma de vida única de un determinado pueblo. Por tanto, si se pierde una lengua, se pierde esa parte de la identidad de una persona y, sobre todo, de un pueblo”.
Bernal afirma que mantener vivas las lenguas nativas son una manera de fomentar la inclusión social y reconocer la importancia histórica de los pueblos. Lamentablemente, muchas de estas comunidades «han sido relegadas y discrminadas». Sin embargo, al promover el uso de las lenguas nativas, de alguna manera, «se reinvidica su idioma y su cultura».
Luchar contra la discriminación y crear espacios de encuentro.
En su amplia experiencia desarrollando talleres de identidad con comunidades amazónicas e indígenas, Andrea Bernal reveló que «muchas personas sienten vergüenza de hablar en su idioma nativo», principalmente, «porque se han burlado de ellos al no saber hablar correctamente el español».
Debemos dejar de pensar que las personas que hablan en sus lenguas originarias son inferiores a nosotros. Estas comunidades tienen que aprender la lengua castellana para comunicarse, y dominar dos idiomas es un gran esfuerzo.
La especialista del CAAAP asegura que «necesitamos una mayor incidencia del Estado en políticas públicas», pero, también, una mayor participación de la Iglesia para preservar nuestros idiomas nativos y «lograr que las personas se sientan orgullosas de hablar en su lengua”.
Una primera inspiración que nos ayude a revalorar el aporte de las lenguas originarias, es el propio testimonio Santo Toribio de Mogrovejo, Patrón de la Arquidiócesis de Lima, que en su afán de evangelizar a todos los pueblos, aprendió a hablar el quechua y exigió que todos los candidatos a sacerdotes supieran hablar el idioma para salir a evangelizar.
Crear espacios de aprendizaje en las instituciones públicas y privadas.
En la actualidad, una manera de prevalecer la comunicación generacional de nuestras lenguas originarias es desde el corazón de las propias instituciones de la sociedad y la Iglesia. El CAAAP es otro ejemplo inspirador: sus propios colaboradores aprendieron el idioma shipibo y awajún para «fortalecer la raíz de los pueblos indígenas y que se siga hablando su lengua», manifestó Bernal.
La coordinadora del CAAAP sugirió que se gesten mayores espacios de aprendizaje para la enseñanza de estas lenguas y atención en espacios públicos y privados.
Finalmente, Andrea Bernal nos dejó esta BREVE reflexión:
Sigamos trabajando por promover y mantener las lenguas originarias, no solamente a través de la promulgación de leyes o políticas, sino poniéndolas en práctica, para reducir la brecha de discriminación y reconocer su aporte cultural a la historia de nuestro Perú.