En la Festividad de la Virgen del Carmen, compartimos el siguiente artículo de Monseñor Juan José Salaverry, Obispo Auxiliar de Lima, quien narra brevemente la historia detrás de la devoción a la Virgen del Carmen.
Nuestra Señora del Carmen y la familia Carmelita en Lima.
Escribe: Juan José Salaverry.
La devoción a Nuestra Señora del Carmen nos remonta al siglo XII cuando algunos creyentes que habían asistido a las Cruzadas, optaron por quedarse en los desiertos del norte de Palestina en especial alrededor del Monte Carmelo, en el mismo lugar donde vivieron el profeta Elías y su comunidad. Estos cruzados se convirtieron en ermitaños, dedicados a la Oración y cultivaron una profunda devoción a Nuestra Señora del Monte Carmelo. Desde entonces “el Carmelo” constituyó no solo un lugar sino también un camino de transformación en Dios.
La devoción se ha extendido en todo el mundo a través del uso del escapulario carmelitano, una forma reducida del paño que cubre desde las “escápulas” el pecho y la espalda, como parte del hábito religioso y que simboliza en las distintas órdenes religiosas medievales su consagración a la Virgen María. La tradición carmelitana cuenta que la Virgen se apareció a San Simón Stock, O.Carm, por entonces Prior General de la Orden (1251) y le entregó su escapulario y prometiéndole que todo aquel que muriera revestido de éste, no se perdería eternamente.
La Virgen en el Perú.
Al Perú llega esta devoción a través de las Monjas Carmelitas, hijas de la reforma de Santa Teresa de Jesús. La primera fundación en Lima fue la de “Carmen Alto”, que inició como un recogimiento de niñas pobres en 1620 y que fue erigido como Monasterio en 1643, es el actual Santuario Arquidiocesano de la Santísima Virgen del Carmen en Barrios Altos.
Existió otro Monasterio llamado de “Carmen Bajo”, fundado en 1683, y que se localizaba en las inmediaciones de la actual gruta de la Virgen de Lourdes, muy cerca del Parque Universitario. Actualmente además del Monasterio del Carmen Alto, las monjas carmelitas están presente en la Arquidiócesis en el Monasterio de Nazarenas, Santuario del Señor de los Milagros y en el Monasterio de Manchay.
Familia Carmelita en Lima.
La presencia de la Familia Carmelitana se ha ido completando con la llegada de los Padres Carmelitas Calzados y Descalzos, que regentan varias parroquias en Lima: Nuestra Señora del Carmen en Miraflores, Parroquia del Cercado y Parroquia de San José en Jesús María.
Asimismo, las religiosas carmelitas pertenecientes a diversos institutos que dirigen colegios e importantes apostolados; así como también con las diversas agrupaciones laicales que conforman la Tercera Orden del Carmen y las Hermandades de la Virgen del Carmen, además de los miles de fieles que usan el santo escapulario carmelitano.
Patrona del Criollismo.
En Lima, cuna de la música criolla, la Virgen del Carmen tiene el título de Patrona del Criollismo. Es realmente una de las fiestas más esperadas por la feligresía limeña. Así lo ha presentado Don Armando de Mendiguru, en el popular vals “La Carmelitana”:
De la noche a la mañana,
cada dieciséis de Julio,
hay del Jolgorio un diluvio
frente a la Carmelitana.
La Virgen de la Jarana,
porque bailó marinera,
triunfante es la montonera
con cajón y con guitarra.
Este vals relata una antigua tradición que una noche se escapó el niño de los brazos de la imagen, al darse cuenta de ello la Santísima Virgen salió en busca de su hijo, de tal manera que al llegar las monjas para el rezo de maitines no encontraron en el coro la venerada imagen de Nuestra Señora.
Las religiosas llenas de pavor y desesperación salieron de la clausura a buscar la imagen por las inmediaciones del Monasterio, cuando sienten la alegría de cajones y guitarras en bordón en uno de los solares vecinos y al asomarse, encuentran a la imagen de la Virgen bailando una augusta y soberana marinera limeña.
Esta tradición criolla ha ido marcando el ritmo de una devoción popular que, desde muchos años atrás, canta a la Madre de Dios. Las grandes voces de nuestra música criolla se han congregado siempre a cantar la serenata a la Virgen del Carmen en la noche del 15 de julio. Una de sus mas connotadas devotas fue la señora Esther Granados. Las limeñitas, hermanas Graciela y Noemí Polo, que nacieron muy cerca en la Plaza Italia, junto con Rafael Matallana inmortalizaron el vals “se va la paloma”. Además, el Centro Musical Unión siempre le tributó sentidos homenajes, mientras que varios cantantes contemporáneos siguen tributando sus mejores acordes criollos a la reina y Madre del Carmelo.