Jueves Santo: Caminar hacia la esperanza viva de un nuevo Perú

En una emotiva ceremonia realizada en la Basílica Catedral de Lima, los jóvenes de la Vicaría de la Juventud participaron en el rito del Lavado de Pies, en la Misa de la Cena del Señor oficiada por el Cardenal Carlos Castillo.

A través de este pequeño gesto – expresó el Prelado – todos estamos llamados a compartir nuestro servicio, especialmente, quienes tenemos una responsabilidad con la humanidad de ser servidores y no tiranos.

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El arzobispo de Lima inició su homilía recordando que la Última Cena que celebramos cada domingo es un «signo de amor» y «un legado» que el Señor nos ha dado para que compartamos nuestra vida y humanidad. Sin embargo, también advirtió que, a lo largo de la historia, los poderosos y tiranos han fabricado a su propio ‘dios’ para promover la venganza, el desprecio, el asesinato, la persecución a los migrantes y la adoración al «dios dinero».

El verdadero Dios – precisó – es nuestro Padre que nos ama, inclusive, si somos pecadores. Por eso, el Señor quiere mostrar el rostro amoroso de Dios en toda acción mínima de amor gratuito, así como en la búsqueda de la justicia y los derechos humanos:

«Como decía José María Arguedas: ‘la jorobada que cantaba no conocía a Dios, pero era de Dios, de Dios era’. Así, también, los que luchan por los derechos humanos no conocen muchas veces a Dios y no creen en Él, pero de Dios son porque practican los derechos del Señor, porque practican la humanidad», reflexionó.

Estamos llamados a que, desde la fe más profunda y entrañable, podamos irradiarla uniéndonos a todos los esfuerzos humanos geniales que existen en la humanidad para convertir el mundo en un lugar de paz, de alegría, que cultiva la ecología y no la destruye.

En ese sentido, el gesto del Lavado de Pies nos ayuda a comprender que la Iglesia es servidora y escucha, más aún, cuando se trata de atender las preocupaciones de la juventud limeña. El Cardenal Castillo sostuvo que los jóvenes, en sus búsquedas y anhelos, a través de sus danzas en las plazas, nos enseñan el verdadero camino hacia Jesús, la esperanza que no defrauda. Y añadió:

«Queremos lavarles los pies a ustedes como representantes de la generación juvenil. Lo queremos hacer porque los mayores estamos en deuda con ustedes; lo queremos hacer porque les estamos dejando un mundo sumamente duro y difícil, tanto que, hoy día, los jóvenes están un poco perdidos de no saber qué hacer. Gracias a Dios bailan en las plazas, gracias a Dios se hacen amigos y embellecen todo este mundo sucio que hemos creado», acotó.

¿Qué detrás de la búsqueda de bailar y de expresar? Hay deseo de armonía, hay deseo de expresar alegría y amistad, hay deseo de orden. Ustedes son una generación que, en medio de la oscuridad del mundo actual, se fija en las cosas sutiles, en aquellas cosas que nos dan alegría, los mundos sutiles que solamente los jóvenes pueden intuir.

El Primado del Perú reiteró que el signo del lavado de los pies «nos sirven para caminar y peregrinar, para acercarnos al Otro, abrir nuestro corazón, nuestra mente y nuestros brazos a los demás, para lavarnos unos a otros y ayudarnos a seguir caminando».

«Cuando estamos en un lugar de autoridad o dirigencial estamos para servir», refirió el Cardenal Castillo, quien afirmó que el servicio es «el único camino que nos permite vivir en hermandad y entrar en el corazón de todos los pueblos y todas las personas».

Ustedes, muchachos, son la esperanza viva de un nuevo Perú.