Al llegar el I domingo de Adviento, Monseñor Juan José Salaverry recordó que este tiempo de preparación es un llamado a estar vigilantes y abiertos a la gracia de Dios para restaurar nuestra sociedad y recuperar la esperanza en un tiempo mejor.
Inspirado en la enseñanza de San Bernardo, señaló que este tiempo es una oportunidad para reconducir nuestras vidas, fortalecer nuestra esperanza y reabrirnos a la acción transformadora de Dios.
Llamado a la reconstrucción personal y comunitaria
En su reflexión, el obispo auxiliar de Lima subrayó la urgencia de restaurar nuestras vidas y nuestras comunidades desde Cristo. Comentando la Liturgia del día, recordó que, aunque enfrentemos adversidades y escenarios de desesperanza, Dios interviene para renovar lo que es bueno y santo. “El Adviento nos invita a reconocer que siempre hay algo que mejorar en nuestra vida personal, social, institucional y eclesial. Es un tiempo para abrirnos a la conversión pastoral y permanente que nos propone el Papa Francisco”, afirmó.
Monseñor Salaverry aseguró que Dios no es indiferente al clamor de su pueblo: «Dios escucha nuestros lamentos, restaura lo que está roto y nos devuelve la dignidad. En este tiempo de Adviento, debemos abrir nuestro corazón para colaborar con su gracia y ser constructores de esperanza», agregó.
En su comentario del Evangelio de Lucas (21,25-28.34-36), Monseñor Juan José señaló que, frente a las situaciones de destrucciones y ruinas, siempre surge la esperanza que nos trae el Señor para reconstruir al ser humano y regenerar el mundo con amor:
«Antes de empezar la tarea de reconstruir, necesitamos afinar nuestra vida para tener la capacidad objetiva de divisar que hay cosas que tenemos que mejorar. Por eso, el Papa Francisco nos habla de un proceso de conversión pastoral y social, de un proceso de conversión permanente», apuntó.
En otro momento, Monseñor Salaverry propuso tres actitudes fundamentales para vivir este tiempo litúrgico:
1) Levantarse y estar de pie, enfrentando con valentía los desafíos de la vida.
2) Alzar la mirada, para ver con amplitud las necesidades del prójimo y descubrir la acción de Dios en nuestra historia.
3) Mantenerse vigilantes y en oración, cultivando una relación profunda con el Señor y permaneciendo atentos a su llamada.
Citando a San Ignacio de Loyola, nuestro obispo auxiliar de Lima hizo un llamado a que «trabajemos como si todo dependiera de nosotros» y que «confiemos plenamente en Dios«, sabiendo que Él guía nuestra historia.
La Santa Misa de este I Domingo de Adviento contó con la participación del Colegio de Biólogos del Perú y representantes del Hospital Arzobispo Loayza, al cumplirse 100 años de fundación institucional. También acudieron los jóvenes de la Vicaría de la Juventud al conmemorarse el Día Internacional de los voluntarios.