Ordenación de sacerdotes agustinos al servicio de la Iglesia

En medio de gran alegría se llevó a cabo la ordenación sacerdotal de tres nuevos pastores de la Iglesia: Fr. Paulo Saavedra López, OSA, Fr. Santiago Huamán de la Cruz, OSA, Fr. Miguel Oblitas Guerrero, OSA. La celebración fue presidida por el Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo en la Capilla de Nuestra Señora de la Consolación, en el distrito de San Isidro.

Fr. Paulo Saavedra López, OSA; Fr. Santiago Huamán de la Cruz, OSA; y Fr. Miguel Oblitas Guerrero, OSA de la Orden de San Agustín tomaron sus votos sacerdotales ante el Obispo de Lima e iniciaron su camino presbiteral:

«El ministerio que ustedes van a recibir hoy es el servicio a la Iglesia como presbíteros, que significa sobre todo la capacidad de pastorear en tres aspectos fundamentales: como pastores, como profetas, y como anunciadores de su palabra, pastorear a través de los sacramentos de manera que su pueblo se vaya santificando progresivamente y viviendo siempre en Dios», comentó el Arzobispo de Lima.

Ungidos para dar buenas noticias

Recordando la lectura del Libro de Isaías, Monseñor Castillo recordó que “uno es ungido para dar buenas noticias a quienes sufren, inclusive un poco dolorosas, pero noticias que van al fondo de las cosas, no a la superficie. No es esa noticia que suscita una emoción inmediata, sino una que nos alegra y nos empapa con la alegría más profunda que es la de ser hijo de Dios y hermano de los seres humanos”.

Dirigiéndose a los tres sacerdotes agustinos, el Arzobispo de Lima indicó que, inspirados en el Señor, «deben atender permanentemente a las personas, proclamando la palabra, el ancho y la gracia del Señor. Se encomendarán ustedes durante este tiempo a nuestra patrona, la Virgen del Consuelo, para levantar a las personas. Ustedes se ordenan en un mundo muy complejo, y por lo tanto, han de vivir en el Espíritu del Señor, en el corazón de la situación, renovando su espíritu».

«Hemos experimentado que, cuando vamos a la gente, vamos por un tiempo, un tiempo que puede ser largo o corto, pero siempre tiene tres momentos: nacer o hacer nacer, acompañar y caminar con la gente, y luego dejarla para que la gente sea, para que el pueblo madure por sí mismo», agregó.

Una Iglesia en libertad que sepa discernir

“El Papa está diciendo todos los días que el camino de la Iglesia necesita un proceso de discernimiento, y los sacerdotes somos los primeros que tenemos que discernir, no en vano presbítero significa el mayor, el maduro”, añadió el Primado del Perú.

“Nosotros como creyentes tenemos que ayudar a que todo nuestro pueblo, sea un pueblo lúcido, consciente”

«La actitud moderna es posesividad, es acaparación, es ganancia, es lucro, y por lo tanto, es rechazo de la verdadera libertad, es solamente la libertad absoluta de que nos guíen, no es la libertad de cada persona que se respete. El verdadero pastor conoce a sus ovejas y ellas lo conocen, y en el evangelio de Juan conocer significa amar, el pastor ama a sus ovejas y sus ovejas lo aman, y porque las ama y ellas lo aman, están dispuestos mutuamente a dejarse en algún momento, si no, no hay amor».

Presbíteros de un pueblo que madure

“Jesús no tiene ninguna ambición posesiva, quiere que cada uno de nosotros seamos nosotros, porque nos ha creado a su imagen y semejanza, y por lo tanto, somos seres humanos dignos. Ustedes son presbíteros de un pueblo, donde muchas personas tienen vidas que necesitan cariño y debemos dárselo, necesitan compañía y debemos dársela, también necesitan la fuerza del impulso de la madurez y tenemos que refugiarlos también.”

“Últimamente se está generalizado en la Iglesia que todos los sacerdotes nos queremos quedar toda la vida, ocasionando que la Iglesia empiece a convertirse en conservadora, porque se eterniza la vida y se petrifica. Nosotros no somos la última palabra, la última palabra es la palabra del Señor, Él nos da la última palabra”, acotó.

«Venimos de alguien que no buscó el éxito de un mundo moderno, es alguien que busca generar un mundo nuevo, y ese mundo nuevo viene de aquel crucificado que murió en Jerusalén viniendo de Galilea, entregó su vida hasta la muerte, un hecho doloroso y difícil pero para que el mundo pudiera tener esperanza y pudiera renacer siempre».

«Aquí estamos para eso, santificando, anunciando esta palabra de Jesús, siempre con disponibilidad, criterio, sabiduría, moderación, pero sobre todo, con amor. Ustedes pueden ser los presbíteros que Agustín quiso para su Iglesia», concluyó.

Posterior a la homilía se realizaron los ritos de Imposición de las manos y Plegaria de Ordenación, Imposición de la estola y la casulla, Unción de las manos y entrega del cáliz y la patena para que de esta manera los tres sacerdotes agustinos inicien con gozo su camino pastoral en la Iglesia de Cristo.