La Iglesia de Lima se congregó este domingo XV del Tiempo Ordinario para celebrar la Santa Misa en la Basílica Catedral de Lima, presidida por el Vicario General, Mons. Octavio Casaverde.
“Muchos pensamos que la vida eterna empieza después de la muerte. La vida eterna es conocer a Dios y a su hijo Jesucristo, y ese conocimiento produce fuerza en una persona, amor, fortalecimiento de la fe, humildad, es decir, todo lo que fue Jesús: solidario, comprensivo, tolerante, porque el conocimiento de Dios cambia nuestra manera de ser”, comentó.
“Ninguno de nosotros ha visto a Dios ni a Jesucristo, pero lo conocemos en el corazón, lo sentimos, ya estamos viviendo esa vida eterna nosotros, y ese conocimiento, esa relación íntima con el Señor que produce todo eso, todas esas virtudes, también continúa después de la muerte».
La Parábola del Buen Samaritano
“Dice el evangelio que Jesús nos habla del prójimo con una parábola. Compuso una hermosa parábola, una historieta, la del buen samaritano. La primera persona que lo vio pasó pensando que había fallecido, no se acercó; un sacerdote tampoco lo hizo porque, pensando que ya estaba muerto, no podía acercarse ni tocarlo porque incurría en una impureza, la ley decía eso, el que toque un cadáver queda impuro».
«Y luego dice el Señor que un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba él y al verlo sintió compasión ¿Por qué? Porque este samaritano que vivía en la provincia de Samaria, como todos los otros samaritanos eran despreciados por los judíos. De modo que este hombre, samaritano, cuando vio a la víctima, se acercó, sintió compasión y él no tenía ningún escrúpulo de cumplir la ley, que la impureza, que el pecado, nada, sino se acerca, atiende, atiende a la víctima».
¿Quién es mi prójimo?
“El Señor nos pide que hagamos lo mismo: ama, solidarízate, no pases de largo, haz eso y vas a tener la vida eterna. La vida es eso, amar, hacer el bien y sentir la paz, sentir alegría de hacer el bien. El Señor nos dice que debemos amar, donde quiera que estemos», añadió Mons. Casaverde.
«¿Por qué el doctor pregunta quien es mi prójimo?» – agregó – «Porque en esos tiempos el prójimo era solamente un compatriota o un familiar, pero un preso, un esclavo, un extranjero no era prójimo». Jesús viene a decirnos que «toda persona humana es tu prójimo, hombre o mujer, joven o niño, todos son tu prójimo».
«¿Cómo ama Jesús? Buscando siempre el bienestar del ser humano, la felicidad, y en la casa, en la familia, los que reproducen de una manera autentica ese amor de Dios son los esposos, y eso supone renuncias, exigencias y los dos hacen todo lo posible para que los hijos estén felices. Aquí está el verdadero amor de Dios».
«Jesús nos invita con este evangelio a acercarnos a él y a amar como él. Cuidado con pasar de largo como esas dos personas, hay que amar desde la casa. Pidamos esta gracia queridos hermanos para que el Señor nos toque el corazón, nos ayude a conocer el amor verdadero que es buscar el bienestar del prójimo. Que así sea», concluyó.