Con motivo de la celebración de la fiesta de San Francisco Solano, el Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo, presidió la Santa Misa con toda la comunidad de la Parroquia Nuestra Señora de los Ángeles, en el Convento Franciscano de los Descalzos.
“La fiesta que celebramos sintoniza con la situación que tenemos hoy día en la Iglesia, estamos gobernados por un Papa hace más de 7 años que se llama Francisco, somos franciscanos aquí presentes y celebramos a Francisco Solano. Esta trinidad nos ayuda a comprender que hemos de asumir hondamente la misión que tenemos en este tiempo”, comentó.
«De este convento han salido personas que nos han dado toda su vida, y nos han dado un sentido enorme para crecer como Iglesia, el más notable es Juan Landázuri Ricketts, Arzobispo de Lima y Cardenal. Él es el punto culminante de una fuerza evangelizadora brotada de este convento que comienza en gran parte con Solano, y que se va distribuyendo progresivamente a lo largo de la historia», expresó.
Jóvenes: los nuevos santos de la era global
“El Papa Francisco cuando vino nos dijo que los santos peruanos habían sido profetas, y por lo tanto, nosotros tenemos que ser los nuevos santos de la era global, especialmente los jóvenes, santos del nuevo milenio. No se puede ser santo sin ser profeta, y el profeta es el que da testimonio con su vida, del anuncio de Dios, de Dios que es amor, de Dios que es justicia y paz”.
«Hemos enyesado a los santos, los hemos vuelto petrificados, como si no dijeran nada. Hemos interpretado la santidad como una especie de quietud»
Monseñor Castillo hizo un llamado a inspirarnos de la vida de Solano, que «veía los problemas sociales de la ciudad de Lima del siglo XVII, una ciudad que se había enriquecido, había plata por todos lados y con esa plata se había inundado el mundo, el oro del Perú brillaba por todos lados, pero significaba el sufrimiento de los indios y de los negros, maltratados y desaparecidos por medio de la esclavitud».
«Luis Alberto Sánchez, uno de los pensadores más importantes del país, decía que el Perú es un país que es adolescente, y nos hemos quedado en la adolescencia sin madurar porque la riqueza nos ha obnubilado. Es cierto que tenemos mucha riqueza, y por eso, hay tanta pelea, por eso hay corrupción, porque hay mucha plata, y hoy se necesitan santos profetas que levanten la voz e identifiquen en su vida una forma distinta de vivir a la del individualismo en el cual nos encontramos».
Iglesia profética que enfrente los problemas
“Esa intuición que tiene el Papa de que nuestros santos han sido profetas para su tiempo, se dirige también a nosotros para convertirnos en profetas en tiempos de dificultad. La Iglesia tiene que saber asumir los problemas de esta realidad y ver que la superficialidad no nos puede seguir encubriendo”.
“Si nuestra religiosidad y nuestra fe es solamente de ritos, sin transformarse a una religión de la vida que responda a las necesidades urgentes de nuestro pueblo, nosotros solamente somos unos ritualistas que hacemos un templo de Jerusalén que al final será destruido”, indicó el Primado del Perú.
“Eso está pasando en la Iglesia, hay dos grandes tendencias: la tendencia que mira al pasado y que solo quiere regodearse en los ritos antiguos y no quiere ver la enorme crisis en el mundo; y la tendencia de quienes comprenden que esta realidad nos interpela y debemos ser misioneros en ella, y aquí está el futuro de la Iglesia”.
Anunciar, dialogar y acompañar
«¿Qué hace Jesús para enfrentar la crisis del mundo? – pregunta Mons. Castillo – Envía a sus discípulos de dos en dos, aunque sean pocos, y pide que Dios nos dé mas misioneros. Todos, laicos, hombres y mujeres, niños y jóvenes anunciemos que Jesús nos ha traído el amor del Padre y con él su justicia y su verdad, y para transmitir este mensaje a la gente debemos estar dispuestos a dialogar con los problemas».
«Unámonos hermanos porque el desafío es grande y la promesa del Señor de amar al mundo se multiplica hoy día. No podemos ser cristianos estáticos, tenemos que movernos como lo hizo San Francisco Solano, hacia los mundos que nos toque visitar y acompañar».
«Que Dios bendiga esta comunidad para que sea llena de nuevos misioneros que salgan de los entrampamientos, y hagamos posible que el evangelio siga anunciándose en un mundo tan complejo, pero que necesita ser salvado», concluyó.