Un emotivo reencuentro se produjo este domingo 21 de julio en el marco de la fiesta de la Virgen del Perpetuo Socorro. El Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo, visitó a la comunidad de la Virgen Medianera en el Cercado de Lima, parroquia de la que fue pastor del 2002 al 2009. La misa fue concelebrada por el actual párroco, padre Jorge Gómez Lazarte y el diácono Milton García.
“Hermanos y hermanas, estoy contento de volver a casa en esta fecha especial que celebramos a la Virgen del Perpetuo Socorro, nuestra patrona», comentó Monseñor Carlos durante su homilía.
Recordando su reciente visita al Vaticano y audiencia con el Santo Padre, el Arzobispo de Lima habló sobre la importancia de vivir el sentido evangélico de una devoción, trabajar en comunidad y no dispersarse en las devociones:
«Al surgir tantas devociones nos dispersamos, no nos concentrarnos para entender el sentido que tienen y vivirlas realmente en su sentido evangélico, porque cada una de las devociones es derivación de una historia donde un aspecto de Jesús o un aspecto de la Virgen nos resulta importante y nos unimos para profundizar la fe», añadió.
La dimensión socorrista de María
«Me alegra mucho que cuando se retomó la idea de formar la hermandad de la Virgen del Perpetuo Socorro decidieron cultivar y profundizar la dimensión socorrista de María, porque nuestro pueblo necesita ayuda, necesita el socorro y María siempre atendió las necesidades de su pueblo, primero con su hermana Isabel, las necesidades del mundo, acogiendo a Jesús y haciendo que de ella naciera aquel que iba a salvar al mundo».
La Virgen que nos socorre es la virgen que expresa el amor de Dios, que amándonos nos ayuda a superar todas las adversidades”
«Lo importante en la fe es que Dios nos ha amado, nos ha entregado a su hijo, nos lo ha entregado porque nos hizo a su imagen y semejanza, y nos da su espíritu para que todos aprendamos a ser semejantes a él. Para ser semejantes a Dios basta con amar generosamente como él nos ha amado, y en el amor que Jesús nos ha tenido encontramos cómo se ama de verdad, generosa y gratuitamente”.
«Tenemos este barrio lindo en medio de tantas dificultades, que lo amamos y lo queremos porque es producto de un amor entrañable que todos hemos compartido y seguimos compartiendo hasta hoy. Díganme si no es necesario ahora, entrar en este texto profundo, ponernos a los pies del Señor y recordar toda nuestra historia, y ver los pasos del Señor y escuchar su enseñanza, la que nos hizo a lo largo de todo lo que hemos vivido».
Una alegría profunda que socorre
“Por eso, nuestra tarea es alegrar a la humanidad, sobre todo en este mundo que está muy triste debido a muchos maltratos y muertes. El cristiano no está para dar una alegría tonta, el cristiano está para dar una alegría profunda, una esperanza, y nosotros que hemos vivido la alegría en medio de las dificultades y hemos salido de ellas, sabemos entonces que la alegría viene del socorro que yo puedo dar a otro, el milagro que yo puedo ser para el otro, especialmente para el que tiene heridas y problemas”.
«Eso lo he aprendido aquí en Villa María, el que ustedes saben acoger en medio de las dificultades a tanta gente y cargamos los unos con los otros, esa alegría del socorro es la alegría que venimos a festejar hoy. Vamos a rezarle a la virgen y vamos a acompañarle por las calles, para que el socorro se implante en el corazón de cada villamariano, y así todos podamos hacer de este mundo una partecita del cielo, como decía Santa Rosa».
Una partecita del cielo en la diócesis de Lima
“¿Cómo hacer de nuestro país, a partir de nuestro barrio, una partecita del cielo? – preguntó Monseñor Castillo – ¿Cómo hacer de la diócesis de Lima una partecita del cielo? Lo podemos tener sólo si nos concentramos y hacemos lo más importante que es vivir intensamente el amor de Dios, gratuito y generoso, eso nos ayuda a restaurar heridas, a resanar heridas, a enjugar lágrimas”.
Solamente cuando escuchamos al Señor en el corazón de los problemas de la gente podemos atenderlos realmente y no pasar por encima y apurados.
«Por eso hemos pensado que, en este camino, la Iglesia de nuestra ciudad puede mejorar mucho si todos participamos y conversamos sobre qué cosa debemos mejorar, qué nuevos problemas y periferias tenemos que atender, y qué nueva forma de Iglesia tenemos que tener».
«Gracias comunidad mía, gracias Iglesia mía, gracias parroquia mía, juntos vamos a resucitar la Iglesia de Lima y vamos a levantarla como el Señor la levanta para caminar hacia él, para escucharlo, para comprender los problemas de la gente y para ser fieles a Dios», concluyó.