«La sabia liturgia de la Iglesia nos pide que en esta noche santa pasemos largo tiempo escuchando las lecturas que van recorriendo la historia de la salvación para ponernos en sintonía con el Dios que se revela en esta historia”, con estas palabras, el Arzobispo de Lima, Carlos Castillo comenzó la celebración de la Solemne Vigilia Pascual.
«La noche del Sábado Santo es la más importante porque conmemora la Resurrección de Jesucristo nuestro Señor»
“Jesús vino para inaugurar definitivamente el cumplimiento de la promesa verdadera de Dios que quiso bendecir a la humanidad, aún teniendo pecados y males”.
Dejemos que Dios nos hable
Dios, en su infinito amor nos creó recitando un poema: «hagamos al ser humano a nuestra imagen y para semejanza nuestra». Ese Dios que nos amó recitándonos «introdujo en la humanidad, en lo más fondo del ser de la persona y de cada uno de los pueblos, su palabra”.
«Dios esta escondido en la realidad, no huyamos de ella, nos podríamos perder su mensaje de esperanza.
Por eso es que Dios «camina escondido entre los escondidos de la historia, porque en el fondo de toda la humanidad y de su pecado sabe que somos sus hijos, y manda a su hijo Jesucristo a anunciar la buena noticia de que el reino de Dios no está tan lejos, que el reino de Dios está cerca”.
Ante la realidad de nuestros problemas debemos ser capaces de «bajar al sepulcro para encontrar las huellas que nos llevan al Señor y su mensaje, porque detrás de tus heridas están tus esperanzas, y hay que afrontarlas con apertura y sencillez para las verdad de tu vida».
«Nuestro Dios está escondido en nuestra realidad difícil, nos quiere hablar, dejemos que nos hable»
Esto también se aplica a la realidad de nuestro país: «Perú, afronta tus heridas que allí están escondidas tus esperanzas, no huyas antes tus problemas, míralos cara a cara que en nuestra realidad peruana esta Dios escondido, hablándonos«
Castillo recordó que «esta semana hemos lavado los pies a varias personas maltratadas y violentadas, o también a los parientes de las personas que fueron asesinadas por ser mujeres». Esta Semana Santa es para «profundizar en las heridas nacionales, para profundizar más allá de la superficialidad en la que vivimos y asumir los límites humanos, y ayudar a servirnos los unos a los otros«
La fe de las mujeres
Cuando Jesús muere nuestra Iglesia «en sus primeros pasos intenta acercarse al acontecimiento difícil de la muerte de Cristo, y son las mujeres quienes empiezan a tratar de comprender con valentía».
Las mujeres que no encontraron el cuerpo del Señor «se confunden y desesperan, no saben que pensar. Luego aparecen dos hombres vestidos de resplandor y se asustan y tienen miedo, pero ocurre algo novedoso, escuchan un mensaje, un mensaje que no comienza como pensamos nosotros a veces que fácilmente es el anuncio simple y llano de la resurrección, sino que comienza por una interrogación ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?»
A través de esta pregunta, Monseñor Castillo nos explica cómo es la típica pedagogía de Jesús: «van conversando mientras van andando. El Señor no se presenta como una especie de aparición espectacular como nos gusta hoy día, con grandes luces de bengala. El Señor se presenta a nosotros preguntándonos y estos hombres resplandecientes son el signo de que el Señor pedagógica y sencillamente nos interroga, nos llama a profundizar«
A diferencia de los varones, las mujeres «son las primeras que con sus perfumes y sus aromas van al sepulcro» . Este hecho es fundamental porque «las mujeres saben compadecerse de Jesús» por la misma razón que «saben compadecerse del dolor humano de sus hijos».
No está aquí ¡Ha resucitado!
«Estas palabras son como un renacer. Si Dios nos creó por su palabra, por su palabra anuncia también la resurrección y nos resucita a nosotros», explicó el Arzobispo de Lima.
Estas palabras hicieron eco en las mujeres que estaban en el sepulcro, y recordaron cuando el Señor les dijo que «es necesario que el hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado, pero al tercer día resucitará».
Ellas habían recordado las palabras del Señor porque ya tenían a «Jesús en el corazón, recordaron que Jesús por sus palabras nos hizo siempre renovar su recuerdo en el corazón de la humanidad. Por eso ellas salen del sepulcro y anuncian a los discípulos que Jesús ha resucitado».
Aquí se produce un hecho importante de cómo le costó a la Iglesia creer eso, no fue tan fácil como sucede en los tres día del triduo pascual donde pasamos de la muerte a la resurrección casi mecánicamente:
«Demoró mucho, fatigó mucho la Iglesia para comprender el sentido de lo que había ocurrido, y por eso se nos dice que los once discípulos catalogan a las mujeres del sepulcro como desatinadas».
Es por eso que la fe «es algo más profundo que simplemente tener una partida de bautismo o llamarnos país católico. Y esa profundidad se define todos los días. No soy católico, me voy haciendo católico cada día conforme nos profundizamos cada vez más en el misterio del Señor, en nuestra historia difícil, en donde Dios actúa desde lo profundo y nos invita a todos a ser personas que enfrenten las cosas y no las evadan ni sean superficiales».
La profundidad nos hace madurar
Para que haya esperanza, hay que «atreverse a enfrentar lo profundo de nuestros males, lo profundo de nuestras muertes, lo profundo de nuestras debilidades y nuestros límites, para así encontrar la posibilidad de una novedad en el corazón de la hondura de nuestra realidad”.
«Solo la profundidad nos hace madurar, y cuando más entramos en lo profundo, hay la posibilidad de encontrar más esperanza”
En efecto, ha resucitado «porque ha muerto y se ha entregado hasta el fondo por los demás, y nos da fuerza inagotable para afrontar responsablemente la alegría del evangelio. Bajemos también a nuestros sepulcros diarios, sobre todo porque son demasiadas heridas que existen en nuestro país como para que nosotros no verlas cara a cara».