En la Fiesta de la Virgen del Carmen, Monseñor Carlos Castillo presidió la Eucaristía en el Santuario Arquidiocesano de la Virgen del Carmen. El prelado hizo un llamado a seguir el ejemplo de María, que acoge los designios de Dios en la historia para salvar a la humanidad.
«María nos enseñó a acoger al Señor en las situaciones difíciles para transformarlas. Encomendémonos a María para que ella nos de su paz, habite en nuestras vidas y seamos testigos del amor de Dios», afirmó el arzobispo de Lima.
Monseñor Castillo inició su Homilía comentando la Primera Lectura de 1 Reyes (18:41-46), que explica cómo el profeta Elías, lleno de la fuerza de Dios, anuncia su Palabra a tiempo y a destiempo. Sin embargo, el problema de Elías era que, en su afán de criticar la visión pagana establecida por la esposa del rey Ajab, Jezabel, cometía fuertes exabruptos en nombre de la religión (como mandar a matar a cientos de profetas de Baal)
Muchas veces, explica el arzobispo de Lima, tendemos a recurrir al fanatismo para resolver las situaciones de crisis. Pero el Señor no quiere que seamos fanáticos, sino que seamos misericordiosos. Por eso, «Dios le enseña a Elías a tener misericordia, porque no es necesario que haya grandes tragedias para que nos convenzamos de que Dios es un Dios de paz. Necesitamos solamente escuchar la Palabra de Dios y anunciarlo con finura, agudeza y consideración de las personas», indicó.
En ese sentido, el prelado aseguró que, como devotos de la Virgen del Carmen, necesitamos «irradiar el sentido pacífico del Carmen» para ser «fuente inagotable de anuncio del Evangelio».
Depositar la semilla de la Palabra de Dios en nuestra historia
En alusión a la parábola del sembrador que narra el Evangelio de Mateo (13, 1-23), Monseñor Carlos recordó que todos estamos llamados a ser tierras acogedoras que permitan «que la semilla de la Palabra del Reino se deposite en nosotros para que esta tierra, este pueblo, pueda convertirse en un jardín de hermanos y hermanas que se aprecien, quieran y superen los grandes problemas históricos que llevamos».
Necesitamos transformar el mundo según Dios, es decir, hacer jardines del Edén y reverdecer el mundo.
El Primado del Perú recalcó que el Señor nos ha dado su Palabra en la historia, la Palabra del Reino, que se va desarrollando e irradiando a través de nuestras acciones humanitarias, a través de la solidaridad y la amistad social. Por eso, todos tenemos el compromiso de buscar el hermanamiento entre peruanos y peruanas, con la esperanza de hacer del Perú un jardín que, bajo el amparo de la Virgen del Carmen, Patrona de nuestra ciudad, todos podamos florecer.
Hoy que estamos unidos en esta procesión, hagamos este camino que el Papa dice: la sinodalidad, caminar juntos y conversar sobre nuestros problemas para ayudarnos. Así es como se pacifica, aprendiendo juntos, suscitando entre nosotros el amor.