Luis Sarmiento: "Aislamiento u oportunidad para seguir en camino"

Artículo escrito por el Padre Luis Sarmiento, Vicario de la Comisión de Vida y Familia

Parece que todo está dicho, las redes y todo tipo de medios informan entre auténticos  y desacertados aportes lo que transcurre en nuestra realidad , por otro lado se nos recuerda quiénes somos, qué clase de nación y de lo que podemos ser capaces.

Es cierto que somos un país diferente, que sabemos ser una voz cuando entonamos “Contigo Perú”, que sabemos ser solidarios en diversas tragedias como en la más reciente en Villa El Salvador que nos lleva a pensar que eso podía suceder en cualquier barrio de nuestra ciudad, que no cerramos los ojos antes situaciones desconcertantes, que  nos hemos llenado de miedo ante una calle Tarata explosionada para recién comprender la nefasta ideología terrorista. Es cierto que cada acontecimiento vivido nos da una lectura que nos debe mover a actuar. Somos un país ensantado que quiere creer.

Creer no es solamente saber que hay un Dios providente, que no es indiferente, que es un Dios cercano y próximo que hace un camino en cada historia, como la tuya y la mía, que nos guarda con su misericordia.

Las circunstancias en que vivimos no solamente es noticia, es el escenario de nuestras existencias  porque sí nos toca, nos mueve, nos pone frente ante nuestros miedos, nos obliga a tomar postura. Estamos frente a un enemigo invisible que no se las guarda nada, que ha aprovechado nuestra libre individualidad, que crece geométricamente, que mata a los más vulnerables, que alimenta nuestros temores.

Nuestra postura no se reduce solo a encerrarnos para contribuir con el aislamiento social, no es tan solo cumplir con una obligación, no nos están atando de manos y pies, no nos han quitado nuestras iglesias, no nos pueden  quitar las ganas de vivir. Esta es nuestra oportunidad para darnos cuenta que no vivimos en una cárcel, que nuestra casa es más que eso, es una Iglesia que está por construir, que es una familia, que a pesar de sus circunstancias,  podemos compartir nuestros miedos y esperanzas, que podemos fortalecer nuestras ilusiones, que cada encuentro en la mesa no es solamente para partir el pan, sino para compartir, para crecer, fortalecer el vínculo, para hacer creíble la presencia de Dios en medio de nuestra casa.

Tenemos la oportunidad de no perder tiempo en nuestras cosas sino en invertirlos en los momentos que acrecentamos la unidad, que nosotros mismos nos hemos quitado, para preparar nuestra liturgia en medio de lo cotidiano, en santificar la convivencia en medio de malas noticias. En la Asamblea Sinodal despertamos a una Iglesia que sabe ponerse en camino, que acoge, escucha y acompaña.

Este tiempo de cuaresma es especial para cada uno de nosotros, es tiempo para juntos, como Iglesia, vivamos este desierto con la esperanza puesta en el Señor que se hace compañero de camino, que nos invita a hacer el camino del Triduo Pascual, para morir y sobre todo a resucitar con nuestras familias y nuestras comunidades en unidad con Él.