En el VI Domingo de Pascua, día en que también celebramos y recordamos a nuestras madres peruanas, el Arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo, hizo un contundente llamado a superar un catolicismo individualista que sólo piensa en sí mismo, en salvar su alma y es indiferente a la realidad, denigrando a todo aquel que no comparta el mismo pensamiento:
«Estamos llamados a entrar en el amor y escuchar los clamores de quien sufre, unirnos a él, tratar de comprender por qué suceden las cosas y no satanizar a nadie ni tampoco desearle la muerte. Dios no es terror, Dios no es miedo, Dios no es venganza, Dios no es juicio y dureza. Dios es un amor gratuito, generoso y generador de vida», reflexionó durante su homilía (leer transcripción).
Homilía de Monseñor Carlos Castillo – Transcripción
Refiriéndose al Evangelio de Juan (15, 9-17), que nos llama a amarnos los unos a los otros como el Señor nos ha amado, el Arzobispo Castillo recordó que Dios se ha revelado a través del amor, a través de su Hijo: «se emplea la palabra ‘mandamiento’ porque en la religión hebrea todo se hacía por medio de los mandamientos, pero aquí se trata de un mandamiento nuevo que, además de ser una orden, es un principio de vida, porque nos revela que nosotros por ser amados por Jesús, también somos Hijos de Dios desde la creación de nuestro ser», explicó.
«La humanidad es una ‘humanidad hija‘ – prosiguió Monseñor Carlos – lo más precioso que tiene la fe cristiana es que anuncia a las religiones del mundo y a toda la humanidad que Dios no es terror, Dios no es miedo, Dios no es venganza, Dios no es juicio y dureza. Dios es un amor gratuito, generoso y generador de vida. Gratuito porque no nos cobra por amarnos. Generoso porque es abundante, y además, Generador de vida, porque nos lo da a nosotros, para que nosotros también amemos como Él nos ama», acotó.
Escuchar los clamores de quien sufre sin ‘satanizar’ a nadie.
El Obispo de Lima señaló que la revelación de este nuevo mandamiento nos coloca como personas generadoras: «todos hemos nacido para generar vida, para tratarnos como hermanos, para no condenarnos mutuamente, para no juzgarnos sino para apreciarnos. Y todos sabemos que el Señor nos ama a todos porque Él ama como el Padre lo amó, y por lo tanto, todos somos hijos del mismo Padre y hermanos entre nosotros».
Si cuando el niño se porta mal le decimos: ‘te mato’ – a veces, hay exageraciones del lenguaje, que nos hace decir cosas inapropiadas – eso destruye las relaciones por la costumbre de una sociedad en donde nos hemos tratado como siervos y como patrones. Y justamente eso es lo que viene a superar Jesús. Y una cosa seria es que no se note en nuestro cristianismo.
Parafraseando a César Delgado Barreto, Monseñor Carlos Castillo exhortó a que podamos superar ese tipo de catolicismo individualista que vive de espaldas a las periferias: «tenemos un catolicismo individualista que sólo quiere salvar su alma y que es indiferente a la realidad, y que en función de salvar su alma, solo piensa en sí mismo y, entonces, denigra contra todo aquel que no piense como él. Ese catolicismo tenemos que superar», precisó.
Estamos llamados a entrar en el amor y escuchar los clamores de quien sufre, unirnos a él, tratar de comprender por qué suceden las cosas y no satanizar a nadie ni tampoco desearle la muerte, que son cosas muy graves en el lenguaje nuestro y que pueden llevar al encono mayor y a la destrucción. Cuidemos no solamente nuestras expresiones, sino nuestras actitudes.
Carlos Castillo aclaró también que la amistad y la fraternidad no son sinónimos de ‘amigotes’ que arreglan las cosas debajo de la mesa: «tratémonos como amigos verdaderos, que significa decirnos las cosas y ayudarnos a corregirnos mutuamente, porque todos somos peruanos, todos somos hermanos – fratelli tutti como dice el Santo Padre – y especialmente esto lo queremos reconocer en las madres que experimentan cómo es el Padre celestial, porque ellas mismas llevan en su ser a los hijos».
Hoy día que estamos todos frágiles, el Señor desarrolla mucho más su capacidad maternal con nosotros. Y justamente han sido las mamás, en estos dos años de Pandemia, que se han unido para poder dar de comer a sus hijos, para salvarlos de las situaciones difíciles.
El Monseñor Carlos también aseguró que, en medio de esta tragedia, está nuestro pueblo aprendiendo a amar: «como católicos debemos formar parte de esta gran corriente de amor que está surgiendo. Por eso, pedimos a Dios que nos ayude en ese camino y sigamos unidos al camino de las mamás para resucitar y tener vida, vida plena», finalizó.