En el marco del Día del Archivero Peruano, conversamos con el señor Melecio Tineo, que está por cumplir 40 años como archivero del Archivo Arzobispal: «Nosotros somos guardianes de la custodia de un gran tesoro documental y tenemos que seguir trabajando con dedicación y esmero para poner a buen recaudo el Patrimonio Documental de la Nación», expresó emocionado.
Cada 10 de mayo se celebra en nuestro país el Día del Archivero, fecha que nos recuerda el trabajo profesional, la dedicación y el servicio de nuestros archiveros para la conservación de documentos históricos.
El archivero, además, tiene una elogiable tarea, pues se encarga de clasificar la documentación diversa para lograr la búsqueda sencilla y obtención de los legajos. “Los archivos custodian decisiones, actuaciones y memoria. Los archivos conservan un patrimonio único e irremplazable que se transmite de generación en generación”, ha dicho Consejo Internacional de Archivos.
Nuestra Iglesia de Lima, por su parte, reconoce el silencioso pero encomiable esfuerzo de nuestros archiveros, especialmente del equipo que custodia nuestro Archivo Arzobispal, con documentos históricos sobre visitas pastorales, causas civiles, procesos de beatificación, entre otros archivos que datan desde 1545 a la fecha.
Este es el caso del señor Melecio Tineo, que este año cumple 40 años trabajando en el Archivo Arzobispal, y que nos contó que su interés por el oficio de archivero nació en 1978, cuando recibió una invitación por el entonces director del Archivo Arzobispal, Monseñor Valentín Trujillo Mena, a quien considera su maestro y mentor archivístico: “En aquella ocasión quedé tan impresionado de poder presenciar documentos tan antiguos que despertó en mí la curiosidad por indagar y saber sobre su contenido”, indicó.
De esta forma, la gran impresión llevó a Melecio a iniciar su camino como archivero, aprendiendo poco a poco de Monseñor Trujillo y, posteriormente, siendo parte del equipo arzobispal hasta la fecha: “La vocación debe ser uno de pilares en toda profesión u oficio. Es lo que nos permite realizar nuestro trabajo con amor, y además, se complementa con la honestidad, la puntualidad y el respeto”, acotó.
Y si bien la tecnología ha revolucionado el mundo, en la actualidad, el archivo sigue siendo de vital importancia e imprescindible para salvaguardar el registro documentario y la historia:
“No todos los archivos tienen sus fondos documentales digitalizados, razón por la cual, el archivo material o físico se convierte en fuente imprescindible para la consulta. Además, los documentos originales son irremplazables, en estos papeles viejos y amarillentos está la vida cotidiana de las comunidades, su actuación social, cultural, religiosa, política, económica, artística, etc., a través de los siglos”, señala Tineo.
«Me llena de emoción servir a mi país».
De otro lado, a lo largo de su trayectoria, Melecio ha elaborado y publicado varios libros e instrumentos descriptivos para facilitar el trabajo de los investigadores y tener un mejor control de los documentos. Algunos de ellos tales como Archivo Arzobispal de Lima y sus Fondos Documentales (Lima: UNMSM, 1992); La Fe y la Costumbres: Catálogo de la Sección Documental de Capítulos del Archivo Arzobispal de Lima (1600-1898) (Cuzco: 1992); Vida eclesiástica: Perú Colonial y republicano: catálogos de documentación sobre parroquias y doctrinas de indios. Arzobispado de Lima: Siglos XVI- XX (Cuzco: 1997 – 1998, 2 tomos) entre otros.
Melecio asegura haber descubierto documentos relevantes para nuestra historia -muchos de ellos – trabajados por prestigiosos investigadores, como la carta autógrafa del general don José de San Martin dirigida al Deán del Cabildo Metropolitano de Lima, Javier Echague, escrita el 3 de agosto de 1821, y que se encuentra conservada en el archivo provincia dominicana de San Juan Bautista del Perú.
Melecio Tineo confesó sentirse agradecido con Dios porque su trabajo le da mucha paz espiritual y tranquilidad: «me llena de emoción servir a los demás y a mi país», afirmó.
En esa misma línea, también agradece haber compartido experiencias con diferentes personalidades, entre ellas, Monseñor Landázuri, a quien recuerda con mucha alegría.
En el Día del Archivero Peruano, Melecio animó a quienes siguen su misma vocación a continuar una labor tan fundamental y valiosa para nuestra historia peruana: “Nosotros somos guardianes de la custodia de un gran tesoro documental y tenemos que seguir trabajando con dedicación y esmero para poner a buen recaudo el Patrimonio Documental de la Nación”.