Domingo de Ramos: "Identificar a Jesús en las víctimas del mundo"

Cientos de fieles se congregaron, desde muy temprano, en los exteriores de la Catedral de Lima, para participar comunitariamente de la Misa de Domingo de Ramos que presidió Monseñor Carlos Castillo junto a sus obispos auxiliares. El prelado hizo un llamado a no confundir la entrada triunfante de Jesús a Jerusalén «con una entrada de poder y de gloria vana» para despreciar y maltratar al Otro que, como Jesús, carga con la cruz de cada día y es marginado por ser joven, mujer, provinciano o pobre.

«Que esta Semana Santa sea inspiradora y educadora, alimentadora de nuestra capacidad solidaria, para que no nos conformemos con lo que ya hemos logrado, porque tenemos que reformular todos los aspectos de la vida social, política, económica, familiar, barrial, de nuestros pueblos, de nuestras ciudades y familias», comentó en su homilía (leer transcripción).

Leer transcripción de homilía de Monseñor Castillo

El arzobispo de Lima dio inicio al Domingo de Ramos recordando que el Señor «no es un rey como los gobernantes de nuestras tierras que, para poder imponer, someten a los pueblos a guerras, maltratos y represiones». Este Rey nos enseña que es posible reinar en el mundo «desde lo sencillo, montando un burrito, para revelarnos su amor gratuito, generoso, generador y promotor de la vida de todos, especialmente, de los que más sufren».

¿Dónde está el poder del Señor? En su compañía. Jesús no quiere ser un rey que repita la historia, sino que se introduzca en nosotros como experiencia profunda de amor gratuito y generoso, capaz de promovernos a todos y de ser personas dignas, de ayudarnos a limar nuestra violencia, nuestro desprecio, nuestros prejuicios, nuestros maltratos, especialmente, de quienes tenemos más costumbres de maltratar.

Monseñor Castillo aseguró que, con la entrega de Jesús en la Cruz (vapuleado, maltratado, desnudado, traicionado y abandonado), se produce una identificación con las víctimas del mundo para acompañarlas y darle fuerza; sin embargo, muchos parecen no entenderlo, sobre todo, quienes ejercen distintos modos de violencia contra los más débiles.

Pensar en la «cruz de cada día» que sufre mi hermano maltratado y marginado.

El obispo de Lima afirmó que, en esta Semana Santa, venimos «para volver a la fuente de nuestra fe» y «contemplar el misterio del Señor que nos interpela y nos deja admirados». Estos días santos también deben cuestionarnos profundamente sobre la actitud que tenemos hacia otros «dioses» creados por el hombre, como el dios dinero y el dios poder.

En la historia, algunas personas han introducido elementos de poder y desprecio, pensando que Dios Todopoderoso es el dios todo-prepotente, todo-dictador, todo-tirano, todo-amenazador, todo-incitador al miedo. Eso no es lo genuino, eso se ha metido por nuestras culturas y nuestros inventos de Dios. 

Junto a la imagen del Señor del Santuario de Santa Catalina y la Virgen de las Angustias, el Primado del Perú nos invitó a pensar si estamos creyendo solamente en «la realeza, el oro y la plata con que los hemos vestido» o «en las lágrimas, en los sufrimientos y en las heridas que, muy bien representadas en el genio de los autores coloniales, nos están comunicando que hay Otro que sufre en la Cruz, pero en la cruz de cada día, el ciudadano peruano medio que trabaja con ahínco, se sacrifica por sus hijos, trata de salir adelante y, sin embargo, es marginado y maltratado de mil formas, especialmente, si es provinciano, mujer y migrante».

Acabar con las costumbres dominantes. En Dios solo hay amor.

El arzobispo Castillo advirtió que no podemos ser cómplices de la mentalidad despreciadora de nuestras costumbres dominantes, «capaz de matar por ganar prestigio, como ha sucedido con las mujeres que han sido asesinadas porque un varón tiene que demostrar que nadie le saca la vuelta».

El Dios que nos predica el Evangelio, la Palabra de Dios que nos ha dejado la Iglesia para que la saboreemos año tras año, siglo tras siglo, semana tras semana, dice que Dios es amor y solo es amor. Y así me encuentre en la situación más terrible, no estoy solo.

«Si nuestro país, ahora, está callado, es porque, con la costumbre de resolver las cosas a golpes, a la gente se le ha pretendido silenciar con las armas, con el maltrato; cuando se ha podido inventar formas de diálogo, formas de tratar las cosas, y también formas de pedir perdón realmente, eficazmente y no de palabritas. Si estamos en una situación así no es solamente por intereses económicos y políticos, sino por actitudes que están arraigadas en nuestras costumbres y que tenemos juntos que erradicar, todos», precisó.

«El Señor nos llama a hacernos parte de la vida y de las familias que han sido maltratadas por los perdigones y las balas que les han caído – prosiguió el prelado – nos llama a identificarnos con todos los que han sido matados por obra de la violencia que algunos hermanos nuestros han ejercido. Y, por eso, el clamor del Señor es grande desde el que sufre, porque Él está en el que sufre».

Superar los prejuicios y expulsar el temor de nuestra sociedad.

Monseñor Carlos Castillo manifestó la importancia de superar todos los prejuicios que venimos arrastrando, para que, «agarrados íntimamente al Dios que ha muerto por nosotros y se ha identificado en el sufrimiento y el abandono, confiados en Él, podamos salir de la situación terrible en que nos encontramos».

Tenemos que superar los prejuicios contra las provincias y contra los provincianos, tenemos que superar los prejuicios contra el que no es de mi color, tenemos que superar los prejuicios que existen contra la mujer, tenemos que superar los prejuicios que hay contra la juventud (a la cual siempre acusamos de loca). Todos, en nuestra Patria, tenemos algo que aportar: una belleza incalculable que Dios hizo posible en un país perdido del mundo, en donde estamos todas las razas, todas las culturas y todos los pueblos de la humanidad.

Finalmente, el arzobispo de Lima exhortó a que sepamos expulsar el temor en nuestra sociedad y en nuestra comunidad cristiana, «para tener la valentía de vivir con honestidad y con verdad y cambiar las cosas más terribles que nos pueden estar pasando», concluyó.

La Eucaristía del Domingo de Ramos contó con la presencia de nuestros cuatro obispos auxiliares: Monseñor Guillermo Elías, Monseñor Ricardo Rodríguez, Monseñor Juan José Salaverry y Monseñor Guillermo Cornejo.