Ser discípulo de Jesús y seguirlo representa «imitar la humildad y el servicio del Señor», expresó Monseñor Octavio Casaverde durante su homilía en la Basílica Catedral de Lima este Domingo XXIII Tiempo Ordinario. La celebración eucarística contó con la participación del grupo de jóvenes y niños cargadores de la Hermandad del Señor de los Milagros.
«San Lucas (14, 25-33), el autor del Evangelio de este relato, nos presenta a Jesús en medio de una gran multitud cautivada por su enseñanza, su sencillez, su humildad, y su cercanía – comenta Monseñor Casaverde – nosotros aquí igualmente hemos venido masivamente, acompañando al Señor de los Milagros, esta vez con los grupos de jóvenes de nuestra arquidiócesis».
Cuando el Señor nos pide «posponer todo para unirnos a su obra», está haciendo un llamado para «contribuir a la salvación del género humano», por eso nos recuerda que no podremos ser su discípulo si nos dejamos dominar por el egoísmo, el orgullo y las ambiciones personales.
Seguir a Jesús es pensar en el prójimo
«Nuestra misión es ayudar a que el Reino de Dios se establezca aquí en la Tierra», continuó el Vicario General – y ese Reino consiste en «buscar siempre el bienestar del prójimo, empezando por nuestra casa»
En ese sentido, la familia, por ejemplo, reproduce de una manera auténtica «ese amor de Dios» cuando los padres se entregan a sus hijos con amor para que sean felices, «ese es el amor que Jesús nos ha revelado», y nos ha mostrado que su reino es un «Reino de amor, fraternidad, paz, progreso y perdón».
Si queremos ser discípulos del Señor, tomemos nuestra cruz, evitemos todo lo que es ambición, mezquindad y egoísmo
Seguir a Jesús, por tanto, es «imitar la humildad del Señor, el servicio del Señor. Cuando miramos aquí la imagen del Señor de los Milagros ¿Qué es lo que vemos? Cristo que sirve a la humanidad entregando su vida, haciendo triunfar el amor sobre el odio y manifestando así el amor entrañable con que Dios nos ama».
Y dirigiéndose a los jóvenes cargadores del Señor de los Milagros, Mons. Casaverde recordó que todos podemos, desde nuestra condición, «imitar la obra de amor y caridad del Señor», asumiendo nuestras responsabilidades y tareas como hijos, estudiando, adquiriendo experiencia, y ayudando a conservar la armonía de la casa.
El Señor nos invita a discernir nuestra vida
Para ser discípulos del Señor, Jesús nos enseña que debemos «meditar, reflexionar, evaluar, y discernir siempre nuestra vida ¿Cómo estoy? ¿Estoy bien? ¿Cómo me porto con mis amigos? ¿Es que soy responsable en el desempeño de mis tareas, de mis obligaciones? ¿Lucho contra todo aquello que me desorganiza?»
«Todos nosotros somos discípulos – añadió- porque Jesús nos ama, nos ha recibido con mucho cariño, porque aprecia la fe, la esperanza, la gratitud con que venimos. Estamos en tiempos difíciles para creer, hay mucha guerra contra Dios, contra la Iglesia, guerra contra la misma dignidad, quieren distorsionar, quieren cambiar hasta cierto punto el género humano, no sé donde estamos, a dónde llegaremos a parar».
La fe nos hace conocer a Dios, conocer su amor misericordioso, nos ayuda a amar como Jesús buscando siempre el bienestar del prójimo. Ese amor falta en nuestra sociedad.
«Vamos a pedir al Señor de los Milagros y a la Santísima Virgen que nos acompañe, nos sostenga, y nos fortalezca», concluyó.