Con profundo pesar, recibimos la noticia de la partida de Gustavo Gutiérrez Merino, sacerdote, teólogo, pensador fundacional de la Teología de la liberación y extraordinario ser humano. Nacido en Lima en 1928, dedicó su vida y obra a seguir el ejemplo de Cristo: consagró sus energías al servicio del prójimo, dando siempre preferencia a las personas menos favorecidas.
La obra de Gustavo Gutiérrez, traducida a numerosos idiomas, ha inspirado un fecundo diálogo interdisciplinario entre la teología y las ciencias humanas y sociales, siempre con un señalado enfoque en la justicia y la solidaridad. Su legado perdurará tanto por su indudable valor humanista, como por su contribución al entendimiento y la promoción de la dignidad humana. Entre algunos de sus trabajos más influyentes destacan: Teología de la liberación: Perspectivas; El Dios de la vida; Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente; En busca de los pobres de Jesucristo; y ¿Dónde dormirán los pobres?
El padre Gutiérrez se formó en Medicina en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y en Letras en la Pontificia Universidad Católica del Perú, antes de ser ordenado sacerdote en 1959. Su pasión por las humanidades y la teología lo llevó a continuar estudiando en las universidades de Lovaina, Roma, París y Lyon, siendo en esta última donde obtuvo su doctorado.
La labor docente del padre Gutiérrez fue reconocida internacionalmente: recibió más de veinte doctorados honorarios de muy prestigiosas universidades del mundo y fue profesor invitado y conferenciante en instituciones de los cinco continentes. Durante más de cuatro décadas, Gustavo Gutiérrez fue profesor en el Departamento Académico de Teología de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Impartió, también, clases en la University of Notre Dame en Estados Unidos.
Fue un guía espiritual para numerosas generaciones de estudiantes y asesoró a la Unión Nacional de Estudiantes Católicos (UNEC) del Perú. Además, se desempeñó como observador y colaborador en el Concilio Vaticano II, acompañando al cardenal Juan Landázuri Ricketts y a monseñor Manuel Larraín. Su hondo compromiso con la Iglesia y la sociedad se manifestó a lo largo de toda su vida, especialmente en su labor como miembro del equipo teológico pastoral del Consejo Episcopal Latinoamericano y como asesor de la Conferencia Episcopal Peruana.
Fundador y director del Instituto Bartolomé de Las Casas, en el Rímac, su liderazgo y visión impulsaron una profunda reflexión sobre la justicia social y el papel de la fe en la transformación del mundo. Participó activamente en las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano en Medellín y Puebla, y fue director de las Jornadas de Reflexión Teológica de la Pontificia Universidad Católica del Perú, por casi tres décadas.
Durante toda su vida, Gustavo Gutiérrez recibió numerosas y muy merecidas distinciones, tales como la Orden de la Legión de Honor de Francia y la Medalla de Honor del Congreso de la República del Perú. En 2003, fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, junto al periodista Ryszard Kapuscinski.
El padre Gutiérrez concibió la lucha contra la pobreza como parte fundamental de la superación de las opresiones que afligen al ser humano. Entendió que la pobreza es una condena a una muerte temprana e injusta. Subrayó que la lucha por la igualdad de las mujeres es una de las más cruciales tareas pendientes para combatir la opresión, ya que concierne a la mitad de la humanidad.
Gustavo Gutiérrez deja un legado de fe, reflexión crítica y compromiso que continuará iluminando a quienes buscamos una sociedad más justa y empática. Su ejemplo seguirá guiando a nuestra comunidad universitaria y a las futuras generaciones de católicas y católicos del mundo.
Que en paz descanse y su memoria sea recordada siempre con gratitud e inspiración.
Pontificia Universidad Católica del Perú