Este domingo, la Iglesia celebró el III Domingo de Pascua, y en la Catedral de Lima se vivió una emotiva Eucaristía presidida por Monseñor Juan José Salaverry, obispo auxiliar de Lima, quien recordó que la Resurrección de Cristo no es un hecho lejano ni reservado para recordar solo para los domingos, sino una presencia constante en la vida cotidiana.
«La liturgia nos ofrece la tercera aparición de Jesús resucitado según el Evangelio de San Juan», explicó el obispo auxiliar de Lima al iniciar su homilía. En ella recordó que, a diferencia de las dos primeras apariciones que tuvieron lugar en domingo, esta tercera aparición ocurre en un día de trabajo, subrayando que «no podemos esperar el domingo para dar testimonio de la presencia del Resucitado en nuestras vidas».
Monseñor Salaverry meditó sobre el momento en que Pedro, junto a otros discípulos, decide volver a la pesca, como si todo lo vivido con Jesús no tuviera sentido. «Pedro quiere volver a lo mismo que hacía antes, como si todo lo que han pasado y vivido con Jesús no tuviese sentido», agregó el obispo, enfatizando que, quien ha tenido una experiencia profunda de fe, «cambia su vida delante del Señor».
El Monseñor también resaltó que, en la escena del Evangelio, Jesús se manifiesta al amanecer, simbolizando la luz y la esperanza que el Resucitado trae a quienes viven en oscuridad. «Cuando parece que todo está caótico, todo está oscuro, se aparece Jesús para dar esperanza», afirmó.
Refiriéndose al gesto de los discípulos de lanzar las redes a la derecha, obedeciendo la voz de Jesús, el obispo explicó: «El lado derecho era el lugar de la bendición. Si queremos abundancia en nuestra vida, tenemos que buscar entre las cosas buenas, para que estas cosas buenas se multipliquen». También exhortó a los fieles a no enfocarse en los defectos propios o ajenos, sino en los dones que Dios ha regalado.
Un momento significativo de la homilía fue la meditación sobre el discípulo amado, quien reconoce primero la presencia del Señor. «Solamente amando se descubre la presencia de Jesús», indicó Monseñor Salaverry, invitando a los presentes a colocarse en la actitud del discípulo que ama y reconoce a Cristo.
La celebración también hizo memoria del ejemplo de San Martín de Porres, quien «supo cocinar con generosidad el alimento para distribuirlo entre los más pobres y los más necesitados». Dirigiéndose especialmente a la Hermandad de San Martín de Porres, los exhortó a imitar la caridad del santo: «Que el Resucitado inspire en ustedes esa misma caridad evangélica para ser testigos de la Resurrección».
Finalmente, nuestro obispo auxiliar de Lima animó a todos los fieles a dar testimonio de su fe no solo en momentos especiales, sino en toda circunstancia de la vida: «Queridos amigos, que nosotros también demos testimonio que amamos al Señor, no solamente al final de nuestra vida, sino en todo momento, no solamente los domingos, sino en cualquier circunstancia de nuestra vida».
Durante la celebración, estuvo presente la sagrada imagen del Señor de Ancara de Tarma. Concelebraron Monseñor Timoteo Solórzano Rojas, obispo de la hermana Diócesis de Tarma; el Padre Sandro Carbone y el Padre Maksymilian Nawara. Además, participaron invitados especiales como la Congregación Benedictina de la Anunciación y la Hermandad de San Martín de Porres, que acudió con motivo del 63 aniversario de la canonización del santo peruano.