Toma de Posesión del nuevo párroco de la Parroquia San Lázaro

«Hoy venimos en sucesión apostólica a entregar esta Parroquia»comentó el Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo, en la misa de toma de posesión del padre Carlos Elí Valderrama Aronés como párroco de la Parroquia de San Lázaro del Rímac.

«Esto es algo muy lindo porque tenemos más de 450 años de existencia, y hemos ido de generación en generación acogiéndonos a la gracia que Dios nos ha dado de existir como comunidad. Somos una de las comunidades cristianas más antiguas del Perú, y por eso hoy es un día de alegría», añadió.

Una Iglesia de servidores

«Esta mañana el padre Carlos Elí asume la condición de párroco como el primer servidor de la comunidad. Hablando con él he visto su gran inquietud por el servicio y el trabajo, y por eso estamos muy agradecidos, porque esa bondad va a mostrarse en esta identificación con el estilo rimense que tenemos», comentó.

Monseñor Castillo habló sobre la importancia de trabajar juntos en hacer una Iglesia que «entone con el sentir profundo de nuestro pueblo», porque nuestra Iglesia «nunca quiso ser extraña a las necesidades, búsquedas y esperanzas de la gente».

El fundamento de la gloria es el amor

Sobre el evangelio de hoy, el Arzobispo de Lima recordó las palabras de Jesús antes de ser entregado por Judas: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él»

«El Señor quiere una Iglesia de servidores donde todos nos amemos y queramos, y es interesante que Jesús comienza a hablar de la gloria en el momento que lo van a entregar y traicionar»

«¿Cuándo hablamos de la gloria?» – preguntó – «Cuando tenemos prestigio, poder, cuando somos destacados». Sin embargo, el problema más grave se suscita cuando «exageramos con la buena reputación y nos creemos gloriosos».

«Ese es el nuevo Dios que nos suscita esperanza, y que cuando está a punto de ser entregado, decide entregarse y manifestar la gloria de Dios como amor solidario para que las personas comprendan que el camino no es la gloria sino el servicio, el amor, la entrega a los demás, el cariño mutuo», comentó.

Una esperanza para el Rímac

«Ustedes saben que siempre los llevo a mi corazón, siempre a todas partes», comentó Monseñor Castillo antes de despedirse de la Parroquia San Lázaro, de la que fue párroco durante el periodo 2010-2015.

«Vamos  a hacer lo posible para que esta Iglesia sea esperanza para todos, especialmente en nuestro barrio del Rímac que tantas heridas y necesidades tiene, pero también mucha alegría y belleza», indicó.

«Que Dios lo bendiga padre Carlos, te felicito, agradezco tu servicio», concluyó.