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Al llegar el I domingo de Cuaresma, Monseñor Juan José Salaverry reflexionó sobre las tentaciones que se presentan en el “camino del desierto de nuestras vidas”. No solo las prácticas penitenciales y cultuales son importantes en la Cuaresma sino sobre todo un corazón vuelto a Dios y la actitud de servicio al prójimo nos ayudan a encontrarnos verdaderamente con el Señor de la Vida.

Para vencer a las tentaciones, «necesitamos la fuerza de la fe y la oración, siguiendo con fidelidad y coherencia lo que nos pide el Señor. Solo así podemos «caminar con firmeza hacia la alianza eterna donde el Resucitado nos espera».

Monseñor Salaverry inició su alocución recordando que la Cuaresma es un tiempo de conversión y gracia en el que somos invitados a regenerar nuestra vida.

En alusión a la Primera Lectura del libro del Génesis (9, 8-15), el obispo auxiliar de Lima mencionó que, así como Dios estableció una alianza con Noé, también lo quiere hacer con nosotros, a través de “una alianza de amor que renueve nuestras vidas, en base a Noé, sus hijos y los que se guardaron en la barca, el Señor rehace la humanidad”. Para renovar esa alianza en la cuaresma debemos vivir la cuaresma como tiempo de gracia y conversión.

En su comentario del Evangelio de hoy (Marcos 1, 12-15), que da cuenta de las tentaciones de Jesús en el desierto, Monseñor Juan José Salaverry afirmó que las tentaciones se van manifestando a lo largo del camino nuestras vidas.

«Estamos en este caminar continuo donde necesitamos ir purificándonos y sincerando nuestras intenciones para llegar a un punto de mayor comunión con el Señor. En eso consiste el camino de la cuaresma», sostuvo.

El provocador de estas tentaciones, Satán, representa «todo aquello que nos aleje de Dios». A lo largo de la vida, podemos «encontrar muchas personas o sentimientos que nos provocan alejarnos de Dios y del prójimo. La labor de Satán (sustantivo común) es descentrarnos de nuestro cauce para que nos apartemos del camino de Dios», explicó nuestro obispo auxiliar de Lima.

Es posible vencer a las tentaciones que se presentan en nuestra vida con la fuerza de la fe y la oración, siguiendo con fidelidad lo que nos pide el Señor.

Monseñor Juan José recordó que, cuando el Evangelista Marcos señala que Jesús convivió con fieras y animales salvajes en el desierto, «las fieras que nos ponen en peligro y nos acechan son  el afán de poder y las pasiones que conducen al ser humano a caer en tentación». Por eso, exhortó a no dejarnos llevar por la ambición del poder y el placer, ya que solo nos llevan al egoísmo, la indiferencia y la crueldad.

En ese sentido, Monseñor Salaverry manifestó su indignación por los lamentables acontecimientos ocurridos en el enfrentamiento de dos grupos de barristas que dejó cuatro heridos de gravedad, entre ellos, dos menores de 11 y 12 años. «Deploramos los actos que han ocurrido ayer, tenemos que controlar esas pasiones porque, de lo contrario, nos dejamos llevar por las ‘fieras’ de la tentación», advirtió.

Como último aspecto, el obispo auxiliar de Lima destacó que, a pesar de convivir con las fieras y las tentaciones, a Jesús «los ángeles les servían en el desierto”. Esto nos llena de esperanza, porque significa que Dios siempre está presente y acompaña a su pueblo en medio de sus dolores. «En el desierto de la vida también encontramos ángeles enviados por Dios, que nos sostienen y acompañan. Nuestros padres, catequistas, líderes religiosos, amigos… toda persona de buena voluntad dispuesta a servir es un ángel en el desierto», comentó.

Coro Juvenil Arquidiocesano de Lima.

Seamos firmes ante la tentación y dejémonos atender por los ángeles de Dios. Nosotros también podemos ser un ángel para los demás con nuestro testimonio de servicio.

Finalmente, dirigiéndose a los participantes que culminaron la Escuela de Catequesis de la Arquidiócesis de Lima y a los jóvenes participantes del Taller de Formación para Líderes y Asesores juveniles, Monseñor Salaverry agregó:

«Ustedes son enviados ahora como ángeles para servir al Pueblo de Dios en medio del desierto, para acompañarlo y guiarlo con los conocimientos que han aprendido, pero con la experiencia de Dios con las que han fortalecido su fe. Lleven adelante el proyecto de Dios sirviendo a todas las personas de la Iglesia y la sociedad que necesitan enderezar el camino y convertir sus corazones a Dios».

La Santa Misa de este I domingo de Cuaresma contó con la participación de los agentes pastorales graduados de la Escuela Arquidiocesana de Catequesis 2024, promovida por la Comisión de Catequesis y Evangelización.

También estuvieron presentes todos los líderes y asesores juveniles de nuestra Arquidiócesis que participaron, durante seis semanas, en un taller de formación impulsado por la Vicaría de la Juventud de Lima. El acompañamiento musical estuvo a cargo del Coro Juvenil Arquidiocesano.

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