El Cardenal Carlos Castillo hizo una fuerte exhortación a desarmar la violencia en nuestro país y entrar a un camino de apertura hacia los jóvenes: «Es necesario que sean comprendidos, ellos quieren vivir». El Prelado afirmó que «estamos de luto» y es indispensable un cambio pacífico y sin violencia, «desarrollando la capacidad de amar que tiene un joven cuando se deja inspirar por causas buenas”.
«La violencia no es ningún camino. Este es un llamado a todos los violentos, de una parte y de otra, que han cometido cosas gravísimas estos días», manifestó el purpurado.
Escribe: Juan José Dioses
Las protestas en el Perú convocadas por la denominada Generación Z han llegado a su punto más álgido. La muerte del joven cantante de hip hop, Eduardo Mauricio Ruiz Sanz, a manos de un suboficial de la Policía Nacional del Perú, ha intensificado la tensión social que el país arrastra desde hace semanas. Según la Defensoría del Pueblo, se ha reportado un total 120 personas heridas, entre ellos, 3 menores de edad, varios periodistas, policías y una persona con ventilación mecánica.
“Hoy es un día de luto, para rezar por las personas que han sido vilmente desaparecidas y por las personas heridas. Podemos sentir la presencia de acciones negativas y desesperadas, pero también grandes esperanzas que aún quedan en pie”, son las primeras palabras de dolor del arzobispo de Lima, Cardenal Carlos Castillo que, durante la Meditación Nocturna por el Mes del Señor de los Milagros, explicó que es urgente «la transformación de los corazones de los peruanos para generar comprensión, justicia y reconocimiento de los justos reclamos del pueblo más pobre e indefenso».

La violencia no es ningún camino
En el marco de la celebración litúrgica de Santa Margarita María de Alacoque, el arzobispo de Lima señaló que el Corazón de Jesús es fuente inagotable de consuelo y conversión en un país tan herido y fragmentado como el nuestro. Inspirados en las palabras del Evangelio: “Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré” (Mt 11,28), el llamado del Primado del Perú es claro: regresar al corazón de Jesús para acabar con la violencia, el maltrato y las extorsiones que vivimos día a día. Y añadió:
El corazón de nuestro pueblo se ha ido endureciendo, formado más a la imagen del dinero duro, de la ambición, de la arrogancia y de la frivolidad, más lejano del Corazón de Jesús y más cercano a ese corazón endurecido por el dinero que está conduciendo a duplicar la violencia, la maldad.
El purpurado ha recordado que la violencia no es el camino para la solución de los graves problemas que vivimos: «Demasiada ambición no conduce a nada. Aprendamos a transparentar y aceptar humildemente los gravísimos errores cometidos. No se puede seguir violentando, de ninguna manera y de ningún ángulo», insistió.


La ambición cierra y endurece, la apertura al amor de Dios enaltece, libera, anima, acompaña y promueve.