Inspirado en la parábola del rico epulón, el cardenal Castillo llamó a escuchar el clamor de los pobres frente a los “banquetes» de indiferencia que dominan el mundo actual. Denunció la concentración de poder y riqueza de aquellos que son «fabricantes de injusticia», generando miseria, exclusión y violencia. También se solidarizó con las víctimas de las extorsiones, los migrantes en el mundo y la legítima protesta de los jóvenes en las calles.
El arzobispo de Lima, basado en la parábola del rico epulón que narra el evangelio de Lucas (16, 19-31), reflexionó en torno a la exhortación del Señor a superar la cruel división entre ricos y pobres que predomina en el mundo. La situación de miseria en la que vive una gran proporción de la población mundial, el descarte a los migrantes, el desprecio a las protestas de los jóvenes o la inacción de las autoridades ante el sicariato son algunos ejemplos de la irresponsabilidad de quienes «gozan muellemente indiferentes ante toda la exigencia que nos plantean los que más sufren».
Estos «fabricantes de injusticia» – advirtió el Prelado – buscan concentrar fama y omnipotencia enriqueciéndose con el trabajo de los pobres y devolviéndoles miserias, actitudes del mundo moderno que se contrastan con las del rico epulón: «Este señor representa todo ese inmenso desarrollo tecnológico basado en una concepción de cálculo y negocio, pero que no tiene en cuenta a los más humildes», precisó.
Nunca hubo tanto poder ni tecnología en la humanidad como ahora. Con tanta capacidad de poder a través de la comunicación, se pretende sostener el control del mundo a través del espionaje y esconder toda la putrefacción que cometen los dirigentes del mundo.
En esa misma línea, el cardenal Castillo se manifestó en contra de las acciones represivas que se viene tomando con los migrantes en Estados Unidos: «Los han agarrado y separado de sus hijos. Hay una mentalidad de descarte que impera en el mundo, en donde se cree que ser migrante y latinoamericano es ser un apestado. La gente migra porque no hay trabajo y necesitan buscar esperanza. Pero ahora resulta que, en ese ambiente democrático donde buscaron y encontraron una oportunidad, ahora encuentran un infierno», sostuvo.
Hoy día la humanidad clama por una liberación verdadera en donde el amor sea el centro y se irradie la solidaridad entre todos, y así detengamos las guerras y todos los procesos negativos. Nosotros lo podemos hacer. Y la Iglesia está para iluminar ese camino.
Durante la celebración del Jubileo de la Familia, el obispo de Lima señaló que es fundamental que las familias cultiven y alienten el valor de la persona humana. Y añadió: «Hemos sido creados a imagen y semejanza de un Dios que es familia: Padre-Hijo-Espíritu Santo. Nuestro Dios no es solitario, es solidario, constitutivamente. Estamos hechos para el Otro, y ese Otro finalmente es Dios mismo al que vamos, a su Reino».

«Esperanza con Z»: la voz de los jóvenes en las calles
En otro momento, el Primado del Perú se refirió a las recientes protestas de transportistas contra la extorsión y el sicariato. Y pidió a las autoridades a escuchar las demandas de la ciudadanía: “Señores responsables del orden, hagan orden en la ciudad para que podamos regresar vivos a nuestras casas a ver a nuestras familias”.
Del mismo modo, se solidarizó con los jóvenes de la denominada «Generación Z», que en las últimas semanas se han organizado para marchar contra las leyes injustas y la impunidad: «Los muchachos han llenado el centro de Lima inmensamente para reclamar orden en el país, misericordia, justicia; a reclamar por tantas injusticias y leyes que se han aprobado, como la de obligar a un seguro a los 18 años y así pagar la AFP que después algunos se la roban», apuntó.
Rechazó también la estigmatización de aquellos que califican como «gente terrorista» a quienes están en su legítimo derecho de protesta. Y recalcó: «Aquí hay personas con derechos, con dignidad. Y nuestros jóvenes, por más que se han llamado Generación Z, tienen mucho que decir a la humanidad. Son la última palabra que hay que decir, la última letra del abecedario: «Esperanza». Vamos a decir ‘esperanza con Z'».
Tenemos que pedirles a los ricos epulones del planeta que escuchen a la Iglesia y escuchen los mandamientos, sobre todo, uno de los más importantes: No matarás.
«Necesitamos ser esperanza para los demás. Y esa esperanza nos obliga a todos a asumir nuestra responsabilidad, nuestro lugar, y hacer una cosa que el Papa Francisco adoraba: generar movimientos populares, generar formas de relación que, así sean diminutas, permitan el crecimiento, la comprensión de las cosas de otra manera, una nueva cultura, un nuevo pensamiento, una nueva manera de sentir, irradiar por todos lados, de diversas formas; de tal manera que eso inunde el sentimiento generalizado y ahoguemos el egoísmo», reflexionó el arzobispo limeño.
Democracia y consciencia del bien común
Finalmente, de cara a los comicios electorales de 2026, el cardenal Castillo afirmó que es urgente suscitar en nosotros consciencia del bien para «no repetir esta historia terrible que estamos viviendo» y elegir con discernimiento político. Recordó que en la Iglesia «no hay un candidato preferido católico, ninguno».
«La Iglesia no va a dar ningún nombre. Rechacen eso de que, por ser católico, debo votar. Para eso somos un país libre y la Iglesia no puede someter al país a una sola opinión. A Dios déjenlo tranquilo que es de todos, no es de ninguno en particular y, por lo tanto, Dios no tiene partido, Dios tiene amor por toda la humanidad y el bien común, inclusive, por los ricos epulones», comentó.
La Eucaristía del domingo XXVI del Tiempo Ordinario contó con la participación de la Comisión de Familia y Vida de la Arquidiócesis de Lima, en el marco de la celebración del Jubileo de las Familias. También acudieron distintos representantes de las comunidades parroquiales San Juan Apóstol, San Juan de la Cruz y Santa Teresita del Niño Jesús.







