El prójimo es más que mi círculo interno. Hay que romper con la concepción arrogante que nos impide salir al encuentro del prójimo y acercarnos. Esta es la actitud de todo cristiano, lo ha recordado el Cardenal Castillo en la misa de este domingo XV del Tiempo Ordinario.
El arzobispo de Lima destacó el gesto solidario del buen samaritano que, pese a ser marginado, nos da ejemplo de verdadero amor. Y exhortó a las principales autoridades del país a buscar el bien de todos y no a «llenarse de plata con las tareas que se les encomiendan», una triste realidad que «ocurre dentro y fuera de la Iglesia».
En su alocución sobre el Evangelio de Lucas (10,25-37), el Cardenal Castillo reflexionó sobre la pregunta planteada por un maestro de la ley: «¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?». Este cuestionamiento – explicó – nos remite a nuestras inquietudes y búsquedas humanas por conseguir la felicidad plena en Dios. Sin embargo, muchas veces, nos estancamos en una serie de costumbres y tentaciones propias que nos impiden dar auténtico testimonio de Dios.
Esta situación también ocurría en Israel, habituada a la estrechez de un sistema de ritos impuestos por la tiranía sacerdotal, que dispersó todo aquello que es central y fundamental en la vida: el servicio y el amor al prójimo. El arzobispo de Lima señaló que esta dispersión obnubila nuestra capacidad de ir al fondo de las cosas, realidad que vemos a diario con la mentalidad dirigencial del país, tanto dentro como fuera de la Iglesia, anteponiendo sus intereses personales para «adorar al dios dinero» y «llenarse de plata con las tareas que se les encomiendan».
Cuando el «dios dinero» se apodera de nosotros, nos cegamos y creemos que ese dinero nos va a dar la vida eterna.
El Primado del Perú manifestó que el Señor nos muestra, de manera pedagógica, que podemos entrar a la vida plena si acogemos, en primer lugar, la escucha de su Palabra: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas, con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo”.
Surge, entonces, un nuevo cuestionamiento: ¿Quién es mi prójimo? En la época de Jesús – argumentó el arzobispo Castillo – se había introducido la idea de que «prójimo» era «aquel que estaba a mi lado», de tal manera que solo mi círculo interno, inmediato, mi familia, era quien merecía real atención.
En ese sentido, el relato del buen samaritano explica muy bien la actitud de indiferencia del sacerdote y levita. Ellos creían que bastaba con cumplir con su familia y su círculo inmediato para heredar la vida eterna. Pero el Señor ha venido para ampliar y orientar el sentido del prójimo, recordándonos la importancia de detenernos en favor del Otro. Ese fue el gesto del samaritano que, pese a ser considerado como «impuro» y un «judío de segunda clase» por la histórica mezcla cultural que tuvo con otras poblaciones del mundo, mostró compasión y misericordia ante el dolor humano.

Aunque como país hay una búsqueda de un bien entre todos, especialmente, de los que más sufren, también es cierto que algunas familias, una vez que tienen un cierto poder, pues dicen: “yo pienso solamente en los míos, nos enriquecemos. Vamos por nuestro lado”.
El Cardenal Carlos Castillo reiteró que la ambición por el poder también puede estar presente en el corazón de la Iglesia, cuando determinados grupos pierden el norte de la verdadera evangelización:
«Hoy, el Señor nos pone en una situación nueva, nos está queriendo decir que prójimo no es el cercano, sino prójimo soy yo que me aproximo al lejano. Esa es la actitud de Dios, que mandó a su Hijo para acercarse y hacerse uno de nosotros. El Señor se encarna, se hace vivo en el servicio», comentó el Prelado.
La vida cristiana es siempre promover al Otro y, especialmente, al pequeño, al que está con más problemas, al que tiene necesidad. Así, entonces, generamos una Iglesia distinta que es signo de lo que debe ser también un país como el nuestro.
En otro momento, el obispo de Lima apuntó que el sentido de hermandad y solidaridad debe acentuarse urgentemente para frenar la grave crisis humana que se vive en todo el mundo: «Nos estamos contagiando de cosas horrendas como el maltrato a los migrantes, las imposiciones de aranceles terribles a países que se someten ante el que manda con arrogancia y desprecio por las poblaciones más pobres del mundo». Y agregó:
Hoy es un tiempo para reencontrarnos en las bases fundamentales de nuestro país, para pensar en que, desde el inicio, la Iglesia estuvo presente llamando a que fuéramos un pueblo solidario que sabe reconocer el derecho de todos.
La Eucaristía de este domingo XV del Tiempo Ordinario contó con la presencia del coro de niños de la Parroquia Nuestra Señor de las Mercedes y el grupo de acólitos de la Parroquia María Estrella de la Evangelización.







