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«Dejémonos llevar por la Palabra del Señor, seamos anunciadores de la alegría del Evangelio y testigos que anticipan el Reino de Dios en este mundo», es el mensaje que nos deja Monseñor Carlos Castillo en su reflexión del III domingo del Tiempo Ordinario, Domingo de la Palabra.

A seis años de la visita del Papa Francisco, el Primado del Perú recordó que todos tenemos la misión de asumir y ser testigos de la Palabra, y para eso necesitamos conocer a Jesús, leerlo a diario «aunque sea un pedacito», y nutrirnos de los Evangelios.

Leer transcripción de homilía del arzobispo de Lima

El Evangelio de hoy (Marcos 1,14-20) nos recuerda el mensaje de Jesús: «El Reino de Dios está cerca, conviértanse y crean en el Evangelio». A través de estas palabras, explicó el Monseñor Castillo, el Señor nos invita a ser misericordiosos como Él para anticipar su Reino en esta tierra:

«El Reino está aquí presente potencialmente y hay que suscitarlo. Y si está cerca hay que saber anunciarlo, compartir la alegría de que está presente y empezar a crear formas de expresar ese Reino en solidaridad, amistad, cariño, en buen trato, sin despreciar a nadie, sin machismo, e ir cultural, social y políticamente cambiando», sostuvo.

En el día que celebramos el Domingo de la Palabra, el arzobispo de Lima señaló que Jesús es la Palabra hecha carne que se nos comunica y nos permite entender que el Señor se coloca en nuestra situación: «Todos fuimos creados por su Palabra, y todos también, en cierto modo, somos Palabra. Por eso, la comunicación es fundamental en nuestras vidas y, sobre todo, la comunicación profunda, la comunicación alegre, la comunicación honda capaz de introducir en nuestras vidas el sentido de las cosas y de realizar todo lo que hacemos con palabras que tengan sentido», recalcó.

Cuando solamente usamos las palabras para el cálculo y las ambiciones, empezamos a superficializar las relaciones y terminamos diciendo «palabras que nos salen del hígado» y que de ninguna manera anticipan el Reino de Dios. «El ser humano tiene que hacer el esfuerzo de escuchar al espíritu que hay en él para aprender a anunciar la Palabra con el testimonio mismo de vida», subrayó el Prelado.

A seis años de la visita del Papa Francisco

Nuestro arzobispo Carlos ha querido recordar el paso y las palabras de Francisco en su visita a nuestro país, hace seis años. «Convendría que, en este recuerdo, escuchemos lo que él nos dijo y recojamos algunas de sus enseñanzas», afirmó.

Dijo el Papa:

Jesús entra en la ciudad, entra en Galilea y comienza desde ese pequeño pueblo a sembrar lo que sería el inicio de la mayor esperanza: El Reino de Dios está cerca, Dios está entre nosotros. Y el Evangelio mismo nos muestra la alegría y el efecto en cadena que esto produce: comenzó con Simón y Andrés, después Santiago y Juan (cf. Mc 1,14-20) y, desde esos días, pasando por santa Rosa de Lima, santo Toribio, san Martín de Porres, san Juan Macías, san Francisco Solano, ha llegado hasta nosotros anunciado por esa nube de testigos que han creído en Él. Ha llegado hasta Lima, hasta nosotros, para comprometerse nuevamente como un renovado antídoto contra la globalización de la indiferencia. Porque ante este Amor, no se puede permanecer indiferentes. (Base Aérea de Las Palmas – Lima, 21 de enero de 2018)

Inspirado en el mensaje de Francisco, Monseñor Castillo aseguró que tenemos la misión no solo de hablar del Evangelio, sino «asumir la Palabra» y «ser testigos», como lo fueron nuestros santos y mártires de la historia peruana.

«Tenemos que introducir en nosotros la capacidad solidaria e inundar la ciudad de alegría, con la misma alegría de los jóvenes bailarines y danzantes que llenan todos los domingos las plazas de la ciudad. Todo ello es expresión de la alegría del Evangelio, que se hace presente en la ciudad porque Dios la ha recorrido a través de su gente», reflexionó el obispo de Lima.

La Misa de este domingo en Catedral de Lima contó con la presencia de un grupo representativo de hermanos de la República Dominicana. En el Día de Nuestra Señora de la Altagracia, la comunidad donó un cuadro con la imagen de la advocación mariana.

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