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Al acercarnos al Tiempo de Cuaresma, compartimos esta hermosa reflexión compuesta por Alexis Valdés. El poema ‘Esperanza’ es una meditación que nos invita a vivir este tiempo de incertidumbre y enfermedad con una luz de esperanza, aprendiendo a volver nuestra mirada a Jesús, encontrándolo en el rostro del que más sufre.

Esperanza

Escrito por: Alexis Valdés
Voz: René Durán
Edición: Juan Bytton SJ.

Cuando la tormenta pase y se amansen los caminos,
y seamos sobrevivientes de un naufragio colectivo,
con el corazón lloroso y el destino bendecido,
nos sentiremos dichosos tan sólo por estar vivos.

Y le daremos un abrazo al primer desconocido,
y alabaremos la suerte de conservar un amigo.
Y entonces, recordaremos todo aquello que perdimos.
de una vez aprenderemos todo lo que no aprendimos,
y no tendremos envidia, pues todos habrán sufrido
y no tendremos desidia, seremos más compasivos

Valdrá más lo que es de todos que lo jamás conseguido,
seremos más generosos y mucho más comprometidos,
entenderemos lo frágil que significa estar vivos,
sudaremos empatía por quien está y quien se ha ido.

Extrañaremos al viejo que pedía un peso en el mercado,
que no supimos su nombre y siempre estuvo a tu lado.
Y quizás el viejo pobre era tu Dios disfrazado,
Nunca preguntaste el nombre porque estabas apurado.

Y todo será un milagro, y todo será un legado,
Y se respetará la vida, la vida que hemos ganado.
Cuando la tormenta pase, te pido Dios, apenado,
que nos devuelvas mejores, como nos habías soñado.

Aunque la Pandemia no ha terminado, el 2020 ha sido un año de aprendizajes para nuestra Arquidiócesis de Lima, un llamado a la fraternidad, a la conversión pastoral y social. Por eso, desde la Oficina de Prensa del Arzobispado de Lima, queremos compartir esta breve reflexión que expresa nuestro deseo de continuar el camino de aprendizaje y esperanza de una Iglesia sinodal, para que, unidos a todos los peruanos de esta ‘tierra ensantada’, resucitemos como Perú ¡Ahora!

Este año hemos sido testigos de los esfuerzos de nuestra Arquidiócesis de Lima para actuar en favor de los descartados de nuestra sociedad, acompañarlos, escucharlos y acogerlos. Sí, nuestro país enfermó y se hizo más pobre, pero nuestro corazón más ancho y generoso.

Asamblea Sinodal: el punto de partida de un año duro.

Fruto del proceso de diálogo y de escucha de la Asamblea Sinodal en enero de 2020, Monseñor Carlos Castillo publicó su Carta Pastoral para la Iglesia de Lima, un documento dirigido a todas las generaciones, incluyendo creyentes y no creyentes.

La Carta Pastoral trazó el camino misionero que nuestra Arquidiócesis realizará en los próximos años, e introdujo una serie de propuestas abiertas con el fin de “construir una Iglesia que nace en diálogo con el mundo”. Este fue el inicio de un largo aprendizaje que se acentuó con la llegada de la Pandemia.

Parroquias Misioneras y Solidarias: el camino de la conversión pastoral y social.

El confinamiento conllevó a que pensemos en nuevas formas de acompañar a los más vulnerables. Y mientras vivíamos una Semana Santa inédita, «encerrados en casa» pero unidos espiritualmente, nuestras comunidades de laicos se organizaron junto a Cáritas Lima para llevar ayuda humanitaria a las zonas más pobres y afectadas, preparar ollas comunes en los cerros de la ciudad, juntar menestras o recaudar fondos para conseguir oxígeno.

Fue así que se gestaron las parroquias misioneras y solidarias como parte del proceso de un camino de conversión pastoral, social y humana. La Iglesia trabajó en constante diálogo con las instituciones gubernamentales para brindar una mejor asistencia, responsable y preventiva.

Por otro lado, la Pastoral de Salud de la Arquidiócesis de Lima se organizó para acudir a los hospitales de nuestra ciudad y llevar una palabra de esperanza y aliento. Laicos de diferentes partes nos enseñaron con sus testimonios de vida y entrega, que también es posible evangelizar desde el servicio.

Con el Señor de los Milagros, resucitemos como Perú ¡Ahora!

Llegado octubre, el Papa Francisco envió un fraterno saludo al pueblo peruano por el mes del Señor de los Milagros. Aunque la procesión fue suspendida, las calles de la ciudad se revistieron de morado, y aprendimos a «cargar» al Cristo Moreno en nuestros corazones, dando testimonio de vida.

El año también nos dejó dos momentos inolvidables. Por primera vez, en sus más de 400 años de historia, la Basílica Catedral de Lima se convirtió en un mural fotográfico en homenaje a nuestros muertos por el Covid-19. En este marco de reflexión y unidos a las diócesis hermanas de Lima y Callao, en noviembre oramos por el cese de la Pandemia desde la Plaza Mayor.

Gracias a este camino fecundo, y en palabras de nuestro Arzobispo de Lima, hemos iniciado con esperanza el camino de una Iglesia sinodal, «constituida, básicamente, por aquellos que están para servir y no para ser servidos. Por eso, nos unimos a todos los que son servidores, a los que se unen al gran sufrimiento de la gente para consolarla, alentarla y decirle que nuestro Dios se propuso cambiar el rostro egoísta de la humanidad por el rostro amoroso de una humanidad hermana»

Iglesia de Lima ¿Qué hemos aprendido?

En medio del dolor por la pérdida humana
y la crisis sanitaria de una nueva Pandemia,
en nuestro país renació también la esperanza.

Y aprendimos…

A pesar del confinamiento y el distanciamiento físico,
aprendimos a estar más «cercanos y hermanados».

Aún con los templos cerrados y sin misas presenciales,
aprendimos que evangelizar desde el servicio
y el testimonio son cosas esenciales.

De nuestras parroquias misioneras y solidarias,
aprendimos que el camino de una conversión
es también pastoral, social y humana.

Y juntando menestras y víveres,
aprendimos a unirnos a Cáritas
para preparar las ollas comunes.

Sin andas ni procesiones en octubre,
aprendimos que al Señor de los Milagros
lo podemos llevar «cargado» en nuestros corazones.

Y unidos a las diócesis hermanas en la Plaza Mayor,
oramos por los muertos que se fueron
sin poder decir adiós.

Como sucedió en la primera Navidad,
aprendimos a vivirla con profundidad,
sabiendo que Jesús también nace
en el silencio y en la soledad.

A puertas del Bicentenario,
queremos seguir este camino de aprendizaje y esperanza
de una Iglesia sinodal, para que,
unidos a todos los peruanos en esta ‘tierra ensantada’,
resucitemos como Perú ¡Ahora!

A pocos días de celebrar el Nacimiento de Jesús en el corazón de cada peruano y peruana, compartimos este precioso poema compuesto por el Padre Javier Leoz, en la voz de nuestro Arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo.

¿Que no habrá Navidad?
Autor: Padre Javier Leoz

¿Que no habrá Navidad?
¡Claro que sí!
Más silenciosa y con más profundidad
Más parecida a la primera en la que Jesús nació en soledad.
Sin muchas luces en la tierra
pero con la de la estrella de Belén
destellando rutas de vida en su inmensidad.

Sin cortejos reales colosales
pero con la humildad de sentirnos
pastores y zagales buscando la Verdad.
Sin grandes mesas y con amargas ausencias
pero con la presencia de un Dios que todo lo llenará

¿Que no habrá Navidad?
¡Claro que sí!
Sin las calles a rebosar
pero con el corazón enardecido
por el que está por llegar
Sin ruidos ni verbenas,
reclamos ni estampidas…
pero viviendo el Misterio sin miedo
al «covid-Herodes» que pretende
quitarnos hasta el sueño de esperar.

Habrá Navidad porque Dios está de nuestro lado
y comparte, como Cristo lo hizo en un pesebre,
nuestra pobreza, prueba, llanto, angustia y orfandad.
Habrá Navidad porque necesitamos
una luz divina en medio de tanta oscuridad.
Covid19 nunca podrá llegar al corazón ni al alma
de los que en el cielo ponen su esperanza y su alto ideal

¡Habrá Navidad!
¡Cantemos Villancicos!
¡Dios nacerá y nos traerá libertad!

Al celebrarse la Solemnidad del Señor de los Milagros, compartimos esta oración de aliento y esperanza a nuestro Cristo de Pachacamilla, una inspiración de nuestro Arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo.

Oración al Señor de los Milagros.

Padre bueno, tú nunca nos has desamparado, tú no rompes tu alianza,
la sellaste por medio de tu Hijo Jesús, Señor de los Milagros,
no por la fuerza de los clavos sino por tu misericordia infinita. 

Por Él nos salvamos de múltiples terremotos,
por su paciencia y cuidado de nuestras vidas,
acentúa la fuerza de tu amor entre nosotros,
tu pueblo peruano y los pueblos del mundo que sufren la Pandemia. 

Por la oración desde el corazón de tantos hermanos dispersos por el mundo,
da capacidad y fuerza a la humanidad, e inspírala en su responsabilidad para que, por tu misericordia extendida e irradiada, se detenga este terremoto viral. 

Sí Padre, tú prometiste a Abraham, tu amigo
que en él todos los pueblos de la tierra se bendecirían;
y por Isaac y Jacob, prometiste multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo y la arena de las playas marinas,
pero ahora Señor, nos ha azotado una plaga muy difícil de erradicar,
y siendo de los pueblos más pequeños de la tierra,
hoy estamos humillados y golpeados aún, sin muchas fuerzas,
y tememos por nuestro futuro, unidos al del mundo entero. 

Otra plaga, la del egoísmo y la indiferencia, la de la corrupción y de la ambición, también nos azota gravemente y deja que la otra corra más veloz. 

Hemos tenido que encerrarnos, y como en tiempos de Daniel, no tenemos suficientes buenos dirigentes ni profetas, ni jefes,
y no te podemos ofrecer ni homenajes, ni procesiones, ni ofrendas,
ni incienso, ni bandas, ni cantos en nuestras calles y plazas.
Ni un sitio donde ofrecerte primicias para agradecer tu misericordia. 

Padre, sabemos que mucho de lo que ocurre
tiene su origen en nuestra complicidad con el pecado,
con el mundo que corre tras el dinero como su dios
que descarta por doquier a los pobres sin techo ni aliento,
sin alimento ni trabajo ni amparo, y de allí que,
en tanto apuro por ganar, se desatiende
y debilita la salud de los más frágiles,
y crecen los males que nos acechan,
el pecado personal y social nos ha desbordado y está matándonos. 

Por eso Padre, acepta nuestro corazón contrito
y nuestro espíritu humilde, como si fuera nuestra procesión y nuestro homenaje. 

Que este sea hoy nuestro sacrificio, nuestro incienso y nuestro canto,
con el corazón humillado que tú no desprecias,
haz que sea agradable a tu presencia y nos sigas dando fuerza,
ánimo e inventiva, que solo cuando nos das tu Espíritu, se recobran.  

Queremos sí darte gracias por los milagros vivos,
de los hermanos que nos diste en todos estos meses,
los que nos esperan junto a ti en tu Reino
y los que aquí quedan para ayudarnos,
sabemos que se organizan
como ciudadanos voluntarios y como hermanos solidarios
comienzan a surgir de todas partes.

Ahora te seguimos de todo corazón,
te respetamos y buscamos tu rostro, a ti que nunca nos defraudas Señor. 

Que tu eterna piedad se ensanche Señor, y se haga oportuna y significativa,
y que un milagro de tu mano generosa nos resucite a una vida solidaria,
derivada de tu gran misericordia.

Líbranos con tu poder maravilloso y da a tu nombre gloria,
para que de la mano de tu Hijo Jesús, nuestro Señor de los Milagros,
resucitemos como Perú, ahora.  

Amén

Concluimos el ciclo de reflexiones sobre religiosidad popular con un nuevo mensaje de nuestro Obispo Auxiliar de Lima, Monseñor Guillermo Elías, quien aborda el tema de la piedad popular como fuerza evangelizadora, expresión de fe espontánea y misionera del pueblo de Dios.

“En la religiosidad popular podemos encontrar las expresiones del anuncio misionero al pueblo cristiano», explica Monseñor Elías en su última reflexión:

«La religiosidad popular se convierte en una ocasión de participación y de encuentro del pueblo de Dios porque sabe conectar con las personas cuando viven las expresiones fuertes de dolor, de duda, de gozo, de fracaso, de debilidad, de gratuidad”, indicó.

El Obispo recordó que el sentido de una devoción profunda y madura nos ayuda a replantear muchas cosas de nuestra propia vida para abrirnos a la búsqueda de lo trascendente: «la religiosidad popular es una manera de expresar la identidad de un pueblo vinculada a la fe cristiana. Estas prácticas pueden ayudar a que nuestros pueblos recobren sus raíces religiosas, es una fe inculturada», agregó.

Estamos en pleno tiempo de fiesta en torno a nuestra gran expresión: el Señor de los Milagros, al crucificado que nos ha acompañado como el Dios con nosotros, que ha peregrinado con nosotros durante tantos años, y que hoy y siempre será la más grande expresión de fe, de esperanza, de alegría para nosotros.

“Que nuestra experiencia de piedad popular la cultivemos, que no nos quedemos en los detalles, que vayamos a lo profundo, y lo profundo es entregarle la vida a nuestro Dios”, finalizó. 

En este cuarto día de reflexiones, el Obispo Auxiliar de Lima, Monseñor Guillermo Elías, explica por qué la religiosidad popular puede ser un espacio de encuentro con el Señor.

Monseñor Guillermo inició su reflexión citando las palabras del Papa Francisco en su “Evangelii Gaudium”, donde recuerda que, para poder entender la religiosidad, hay que acercarse a ella sin buscar juzgarla, solo amarla:

“Nuestra actitud ante la religiosidad popular no puede ser la de quien mira desde la distancia y juzga con rudeza una realidad ajena. Solo la mirada de fe penetrada de amor conoce la riqueza teologal de la religiosidad popular”, comentó el Obispo.

Guillermo Elías hizo un llamado a entender que en la Iglesia existen diferentes ritos y tradiciones que “no son una amenaza para su unidad sino una gran riqueza”, y que debemos promover y proteger la piedad populaer porque es “una verdadera experiencia de fe, es una forma legítima de vivir la fe de muchísimos”. 

La piedad popular muestra un sentido casi innato de lo sagrado y de lo trascendente, manifiesta una auténtica sed de Dios y capta de modo especial algunos atributos divinos como su paternidad.

“Queridos hermanos, estos días en torno a la religiosidad popular, espero que estemos ahondando y dándonos cuenta del regalo que el Señor le ha hecho a Perú con tantas expresiones de esa riqueza enorme de vivencia, de signos, de gestos, de posturas”, finalizó Monseñor.  

En este tercer día de reflexión, Monseñor Guillermo Elías, Obispo Auxiliar de Lima, nos habla sobre las diversas expresiones de la religiosidad popular que podemos encontrar en nuestro país.

En el mensaje de hoy, Monseñor Elías destaca que en los últimos años, la religiosidad popular ha ido desplazándose de los pueblos a las grandes urbes, experimentado un auge en su importancia cuantitativa y significativa:

“La religiosidad popular tiene una enorme capacidad de convocar, de involucrar a muchas personas, el Señor de los Milagros es una de las expresiones masivas mayores del mundo, por ejemplo. Esta repercusión cuantitativa también es significativa, porque es percibida como una expresión profundamente ligada a la cultura y a la identidad en nuestro pueblo”, explicó en su mensaje. 

Por otro lado, la música o los fuegos artificiales, son elementos indispensables de nuestra fiesta que no solo sirven como expresión de júbilo y alegría, sino que tienen toda una connotación religiosa, manifiesta Monseñor Elías. «El principal destinatario de la religiosidad popular de nuestros pueblos es, sin duda, Jesucristo contemplado en los distintos misterios de su vida. Las tradiciones religiosas, por su parte, representan momentos de rica vivencia y expresión de la fe para un pueblo», añadió.

Perú es un pueblo con un gran sentido de lo festivo. La gente vive con intensidad los tiempos de fiesta, como momentos de descanso, de convivencia, de celebración, regresan a sus pueblos, van a su fiesta patronal, se encuentran con los familiares después de un año. Celebran la vida.

Teniendo en cuenta que en nuestro país existen diversas expresiones de la religiosidad popular (navidad, pascua, semana santa, fiestas patronales), es importante que aprendamos a valorar su diversidad: «todas ellas nos muestran la diversidad de tradiciones culturales que celebramos los peruanos, a la vez que nos interpelan y nos hacen preguntarnos si estamos realmente valorándolas y transmitiéndolas a nuestros hijos y familiares», indicó el Obispo.

 “La riqueza en la diversidad de las expresiones de la religiosidad popular son inmensas en nuestro país. Sintámonos orgullosos, seguros de que esta fe la tenemos que seguir cultivando”, reiteró.

En este segundo día de reflexión, Monseñor Guillermo Elías, Obispo Auxiliar de Lima, aborda el tema de la religiosidad popular como expresión de nuestra fe, como expresión de nuestra cultura y realidad.

“La Iglesia cada vez es más consciente de la importancia y los valores que tiene esta llamada piedad popular en relación al anuncio de Jesucristo. Durante mucho tiempo, se ha considerado como algo no profundo, como una manifestación menos pura de la fe, pero son muchos los que en nuestros días ponen de relieve su riqueza, su importancia para la transmisión de la fe”, comentó el Obispo.

Guillermo Elías explicó que la religiosidad popular tiene ricas y diversas manifestaciones que permiten evangelizar: “se trata de una mezcla entre fe y costumbre, entre piedades personales, pero hay fe, hay la búsqueda de lo trascendente. La religiosidad popular es la expresión de la búsqueda de Dios y de la fe cristiana, en cada pueblo de acuerdo a su idiosincrasia, de acuerdo a su historia”, añadió.

La religiosidad popular surge de la apertura a la trascendencia a Dios, propia de toda persona humana, por eso hay que valorarla, acompañarla y ayudar a que no sea un elemento puramente estático.

Monseñor Elías indicó que en los pueblos siempre ha existido la voluntad de expresar lo sagrado de diversas maneras, expresiones con profundas raíces cristianas: «la religiosidad popular es una expresión pública y compartida de la fe cristiana, mediante ella, nuestros pueblos cristianos, especialmente la gente sencilla ha expresado su relación con Dios, con la Santísima Virgen, con los santos, la fuente de la piedad popular se encuentra en la presencia viva y activa del Espíritu de Dios en el organismo eclesial».

En otro momento, Monseñor Guillermo recordó que debemos tener en cuenta que la religiosidad popular evoluciona al ritmo de los pueblos: «Valoremos esta expresión tan grande y trascendente que ha ido más allá de las fronteras del Perú, porque donde hay un peruano está el Señor de los Milagros. Que la riqueza de esta expresión de fe la tengamos siempre en cuenta», reflexionó.

En el mes del Señor de los Milagros, durante esta semana compartiremos un ciclo de reflexiones sobre la devoción y la religiosidad popular, a cargo de nuestro Obispo Auxiliar de Lima, Monseñor Guillermo Elías.

En este primer día de reflexión, Guillermo Elías nos explica en qué consiste la religiosidad popular y por qué es tan importante en nuestro país:

“La religiosidad popular se asocia a expresiones festivas, a expresiones colectivas con motivo de celebraciones religiosas: fiestas patronales, peregrinaciones, procesiones, el culto o veneración a los santos o a imágenes de la liturgia católica», explica Monseñor Elías en este primer video.

¿Pero cuál es la riqueza y la trascendencia de la religiosidad popular? Y sobre todo ¿Cuáles son sus retos? En el caso de una festividad tan marcada como la del Señor de los Milagros, la imagen del Cristo Moreno nos otorga una identidad en todo el Perú y el mundo: “rebasa el ámbito devocional y permite el reforzamiento de prácticas sociales como la solidaridad, como la cohesión de los miembros de un grupo”, indica el Obispo.

Todos los cultos y festividades cumplen una función de reproducir, fortalecer la cultura y nos identificamos dentro de una comunidad, como vecinos, como hermanos, como peruanos. Por eso decimos: donde hay un peruano está el Señor de los Milagros.

Monseñor Elías también destaca en su reflexión que todos los rituales religiosos están acompañados de otros elementos: “está la fiesta, está la reunión, está la devoción. Todos estos elementos conllevan la religiosidad popular”. Y aunque este año nuestro modo de celebrar al Señor de los Milagros será diferente y discreta, han surgido inventivas y distintas formas de expresiones creativas para seguir adorando al Señor en espíritu y en verdad:

Ahora veo muchos altares en los hogares, veo banderas en las casas, en los edificios, de alguna u otra manera, todo esto nos habla de cuán profunda es la religiosidad popular o la piedad popular.

“Que en este mes morado, podamos juntos caminar en torno y con el Señor de los Milagros, para resucitar como país y ser una esperanza para nuestro pueblo», indicó.

En la semana de la Patria, y en el marco de la fuerte crisis sanitaria que vive nuestro país, Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú, nos regala una preciosa interpretación musical del poema ‘Masa’ de César Vallejo.

MASA (César Vallejo)

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente,
vino hacia él un hombre
y le dijo:
«¡No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver
¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos
y repitiéronle:
«¡No nos dejes!
¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver
¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte,
cien, mil, quinientos mil,
clamando «¡Tánto amor,
y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver
¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común:
«¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver
¡ay! siguió muriendo.

Entonces todos los hombres de la tierra le rodearon;
les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre;
echóse a andar…

Música y Voz: Carlos Castillo Mattasoglio

Central telefónica
(511)2037700