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A más de dos años del inicio de la Pandemia, el Pueblo de Dios se congregó en la Basílica Catedral de Lima para celebrar la alegría de la Pascua y el anuncio de Jesús Resucitado. En su homilía, Monseñor Carlos Castillo explicó que, en medio de la situación trágica y dramática que vive la humanidad, estamos llamados a renovar nuestra fe en la resurrección, meditando y profundizando en nuestras acciones a partir del diálogo fecundo entre todas las instituciones:

«La Iglesia debe ayudar a fortalecer la capacidad amante de todos los cristianos del Perú y orientar a anunciar el Evangelio con amor. Tenemos que saberlo hacer sobre la base de un amor y respeto profundo basado en la justicia, para que no sea un barniz lo que anunciamos, sino un testimonio real de que aquí, solucionando nuestro problemas, aportamos a solucionar los de la humanidad», anunció.

Leer transcripción de homilía de Monseñor Castillo.

El Arzobispo Carlos Castillo aseguró que, con el acontecimiento de la resurrección, nuestro amor y nuestra esperanza se ha renovado, especialmente después de la injusta condena que recibió el Señor: «En medio de la tragedia que estamos viviendo, sigamos tenazmente basados en la fuerza del Señor para buscar soluciones hábiles que permitan la paz, renunciando a las cosas accesorias y apuntando a lo central: responder a las necesidades de nuestro pueblo, llenar las ollas comunes vacías, ponernos de acuerdo para tener trabajo digno y que no suba el costo de vida», afirmó.

Esta es una tarea, no solamente de los gobernantes, es tarea de todo el pueblo, nuestras familias y barrios, para aprender a conversar, escucharnos y organizarnos.

Comentando el Evangelio de Juan (20, 1-9), Monseñor Carlos explicó que la resurrección fue algo difícil de comprender en los discípulos del Señor, golpeados con el drama de su muerte y enfrentados a muchas situaciones adversas: «Son pocos los que comienzan a recapacitar y a darse cuenta. La esperanza siempre es difícil, pero está escondida en el corazón de las situaciones difíciles, porque están marcadas por el pecado; y el ser humano necesita de la ayuda de Dios para superar situaciones de pecado personal y social, inclusive de pecado mundial», acotó.

El Evangelio de hoy nos permite entender la primera actitud de contrariedad que tuvo María Magdalena al encontrar el sepulcro vacío: «Esta piedra quitada del sepulcro, en vez de anunciarle que Jesús ha resucitado, la asusta y desespera. Entonces echó a correr a contarle a los discípulos la ‘mala noticia’: ¡Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto! Es decir, ha interpretado las cosas sobre la base de lo primero que vió, con una mirada superficial», manifestó el Obispo de Lima en su homilía.

“¡Se han robado al Señor!”. Es lo que nos pasa a todos los peruanos y a todo el mundo cuando existe algo serio y exageramos las cosas, nos desesperamos, nos angustiamos y decimos las primeras palabras que se nos dan como reacción inmediata.

Por su parte, los discípulos también salen a correr preocupados, como todos nosotros que estamos preocupados por los problemas que ocurren en nuestro país y en el mundo: «El Santo Padre ha dicho que después de una terrible Pandemia de dos años, esperábamos que las cosas pudieran retomarse y ordenarse con paz. Pero algunos ‘Caínes’ han decidido que suframos mucho más, con el dolor de los niños, de las mujeres, de las ciudades bombardeadas, de la cantidad de peregrinos que hay en el mundo. Lo mismo ocurre con nosotros cuando salimos a las calles porque hay una injusticia que se está produciendo y tiene que cambiarse», subrayó Carlos Castillo.

«Ver profundamente» con el alma y el corazón para encontrar a Jesús Resucitado.

Al llegar al sepulcro, se producen distintas miradas en los discípulos, reitera nuestro Arzobispo: «Y estas miradas son muy importantes para aprender a creer, recobrar la esperanza y creer en la resurrección, para ser discípulos misioneros en salida».

Pedro, por ejemplo, entró y vio las vendas en el suelo, mientras que el sudario con el que habían cubierto la cabeza del Señor estaba enrollado, puesto aparte. Cuando esto sucede, la mirada superficial de María Magdalena se transforma, ahora, en una mirada mucho más tranquila. Y Pedro «mira», analiza las cosas, pero eso siempre tiene un problema: es una mirada objetiva y analítica, fría, por lo tanto, Pedro aún no cree lo que acaba de acontecer.

Finalmente entró otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, pero al entrar “vió y creyó”. ¿Qué tipo de “ver” es este? ¿Es un “ver” superficial? ¿Es un “ver” analítico y frío? No, se trata de un «ver profundamente», «ver con el alma y con el corazón» para creer.

Este es el destino de todo creyente: no ser un creyente superficial que se impresiona por las cosas fácilmente, ni uno frío o analítico. El creyente debe dejarse interrogar por las cosas, pero luego, profundizarlas y tomarlas con responsabilidad.

Monseñor Castillo señaló que creer en la resurrección es también una exigencia y una responsabilidad, porque tenemos que comprometernos con la causa de Jesús: «Esto siempre nos cuesta un poquito más, porque somos humanos y frágiles. Y el Señor, que sabe esto, tiene la paciencia de ayudarnos poco a poco a madurar en la fe», precisó.

La Iglesia debe ayudar a fortalecer la capacidad amante de todos los cristianos del Perú y orientar a anunciar el Evangelio con amor. Tenemos que saberlo hacer sobre la base de un amor y respeto profundo basado en la justicia, para que no sea un barniz lo que anunciamos, sino un testimonio real de que aquí, solucionando nuestro problemas, aportamos a solucionar los de la humanidad.

La Celebración Eucarística en el Domingo de Pascua contó con la participación de la Hermandad de la Santísima Virgen del Carmen y el Colegio de Biólogos del Perú.

Vigilia Pascual – Sábado de Gloria (Catedral de Lima).
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