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En este Segundo Domingo de Cuaresma, monseñor Guillermo Cornejo, Obispo Auxiliar de Lima, presidió la Celebración Eucarística en la Basílica Catedral de Lima, señalando que este tiempo es un tiempo de gracia y conversión.

Al inicio de su Homilía, refiriéndose a la Primera Lectura del libro del Génesis, nuestro obispo auxiliar puso de ejemplo la confianza de Abraham a Dios: “Abraham nos enseña toda esa confianza que tiene en Dios, confianza, incluso, para aceptar hasta lo desconocido, pero, para ello, se necesita mucha oración, fe, escucha y disponibilidad”.

Reflexionando la Segunda Lectura de la Segunda Carta del apóstol San Pablo a Timoteo, Monseñor Cornejo sostuvo que el apóstol nos invita a identificarnos con el sufrimiento de Jesús, ya que, a través de ello, podremos evangelizar de forma efectiva y realizando un servicio con entrega.

En el Evangelio de hoy, tomada del Libro de San Mateo (17,1-9), nos narra la Transfiguración del Señor, sobre lo cual, monseñor Guillermo remarcó que, a través de esta experiencia, Jesús se revela a sus discípulos.

“Les concedió una experiencia sin igual a sus discípulos, ser testigos de la experiencia más sublime, Jesús junto a Elías y a Moisés, para indicar que, por encima de la ley de los profetas, está Jesús, el Hijo predilecto del Padre. El rostro resplandeciente de Jesús, las vestiduras blancas, la luz, la presencia de quienes eran símbolos de la ley y los profetas, pero lo principal, la nube que lo cubrió y la voz del Padre, afirmando que Jesús es el Hijo Amado, el Predilecto, a quien hay que escucharlo”, reflexionó Cornejo.

En ese sentido, con la Transfiguración del Señor, nuestro obispo auxiliar sostuvo que esta experiencia reforzó la fe de sus discípulos y les dio esperanza sobre la gloria futura, saliendo de sí mismos para dejarse iluminar y salvar por Jesús.

“Yendo a nuestra realidad, debemos dejar egoísmos, diferencias, racismos e insultos de las 2 partes. Ya no debemos pensar en nuestras conveniencias, sino pensar en Dios, en el prójimo, en los más necesitados que, en algún momento, seremos nosotros cuando nos enfermemos, cuando nos ocurre una desgracia o hay falta de oportunidades. Necesitamos pensar con amor en el otro, viendo a nuestro Señor Jesucristo transfigurado”, acotó el sacerdote.

Asimismo, Monseñor Cornejo nos invitó a mirar la Transfiguración del Señor para comprender la necesidad de convertirnos a Él: «La fe exige una postura nueva. Aferrarnos a intereses, a situaciones cómodas, a privilegios, nos hace instrumentos no aptos para transmitir el mensaje de Jesús, que se despojó de toda prerrogativa y dio su vida. Por el contrario, acoger el reino significa creer en el Dios que rechaza toda injusticia, todo despojo del hermano, especialmente, del marginado, del que más sufre, del pobre, del despreciado, del olvidado, del que está en la cárcel, porque podemos ser, en algún momento, nosotros mismos”.

Finalmente, al término de su Homilía, Monseñor Cornejo, en este tiempo de gracia y, sobre todo, a través de la Transfiguración del Señor, nos llamó a convertirnos, confiando en Jesús sin miedo: «Jesús también nos dice: “Levántese, no tengamos miedo, no nos asustemos, no tengamos miedo”, Dios puede hacer grandes milagros en la vida de cada uno de nosotros y nunca es tarde para cambiar en este mundo marcado por el egoísmo y la codicia”.

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