Tag

solemnidades

Browsing

Mons. Nicola Girasoli, Nuncio apostólico en el Perú, presidió la Santa Misa por la Solemnidad de San Pedro y San Pablo este sábado 29 de junio de 2019 en la Basílica de la Catedral de Lima.

«La Iglesia de Jesús está con Pedro, y vamos a proclamar que Pedro nos confirma en la fe, Pedro nos da la fortaleza de la fe, nos une como católicos. Pablo nos impulsa a la misión, nos impulsa al movimiento, nos impulsa a la evangelización», comentó.

La Iglesia debe estar al centro de la historia

Monseñor Girasoli también recordó las palabras de Francisco en el encuentro que sostuvieron los Nuncios Apostólicos de todas partes del mundo: «Hoy lo digo con el corazón abierto, con un corazón enamorado también del Papa Francisco – recuérdense que la autoridad en la Iglesia Católica no está arriba, la autoridad de la Iglesia Católica, está al centro”.

En otro momento, el Nuncio apostólico recalcó que la visión de la Iglesia es estar al centro de la historia: «Queremos obispos, nuncios, párrocos y sacerdotes que estén al centro de sus comunidades. Queremos religiosos, religiosas, católicos cristianos que estén al centro para animar, para impulsar, para caminar juntos».

Por último, Mons. Girasoli pidió a la comunidad dejarse inspirar por estos dos grandes santos y apóstoles de la Iglesia para que nos ayuden a caminar, y juntos recuperemos «este ardor, este entusiasmo de la Iglesia para anunciar, caminando con el pueblo de Dios, sanando con sus pérdidas y heridas, cuidando la fragilidad los unos de los otros».

En medio de gran alegría, la Iglesia de Lima se congregó masivamente en la Plaza Mayor para celebrar la Solemnidad del Corpus Christi en una misa presidida por Monseñor Raúl Chau, Obispo Auxiliar de Lima, acompañado de los Obispos Auxiliares Electos, Mons. Ricardo Rodríguez y Mons. Guillermo Elías; y Mons. Gregorio Lasca, consejero de la nunciatura apostólica en nuestro país.

En un mensaje de unidad con el Papa Francisco y la Iglesia universal, el Arzobispo de Lima, Mons. Carlos Castillo, envío desde Roma, donde próximamente se reunirá con el Sumo Pontífice: «Hoy celebramos con alegría el Corpus Christi, la fiesta del Santísimo cuerpo y sangre de Jesús que nos salvó, se entregó por nosotros, dio su vida y nos dejó este signo que es esperanza para toda la humanidad», comentó.

Contemplar, actuar y servir

Monseñor Castillo señaló que la fuerza de la contemplación y el espíritu del Señor que se nos comunica por el pan bajado del cielo «nos inspira a lograr hacer de Lima una partecita del cielo, como decía Santa Rosa».

«El Señor con su propuesta nueva de bendecir el pan y compartirlo con los demás» – agrega – «hace posible que podamos resolver con la fuerza de Dios los grandes problemas de pan y misericordia, en medio del maltrato y la falta de trabajo; para que tengamos ese pan de cada día especialmente para quienes más lo necesitan».

«Esta alegría que manifestamos de contemplar la eucaristía, es una alegría que nos llama a estar en acción y servicio»

Mons. Carlos Castillo – Arzobispo de Lima

Por eso, como Iglesia en salida, debemos pensar en las realidades necesitadas como las poblaciones amazónicas que viven en fragilidad y pronto participarán del sínodo amazónico, los migrantes y hermanos refugiados, las mujeres violentadas y la lucha contra la corrupción. «Esta es una realidad que nos llama a estar en comunión, a servir», indicó Monseñor Castillo.

Dar testimonio de nuestra fe

Durante la homilía, Mons. Chau destacó que “nosotros renovamos la profesión de fe en Cristo realmente presente en la eucaristía; y así al proclamarlo como nuestro Dios, no podemos vivir lejanos ni indiferentes a nuestros hermanos que sufren, como nos lo ha recordado nuestro Arzobispo”.

Al reconocer a Jesús en la Eucaristía “debemos de abrir el corazón al hermano que necesita” – continuó “porque si somos conscientes de que vivimos de los dones de Dios no podemos pasar indiferentes”.

Cuando sabemos compartir lo que tenemos por amor a Dios, se realiza también «esa multiplicación de los panes que es reflejo de la Eucaristía», y asume así «un compromiso solidario de compartir el pan, la vida y el amor”.

“Jesucristo quiere caminar por donde caminamos nosotros, por eso caminemos llenos de confianza por donde la vida nos lleve”

Mons. Rául Chau – Obispo Auxiliar de Lima

Al término de la celebración eucarística se dio inicio a la procesión del Santísimo Sacramento llevado a pie por los Obispos Auxiliares de Lima. Las cuatro estaciones estuvieron conformadas por los grupos juveniles de las parroquias de la Arquidiócesis, la Comunidad Quechua hablante y comunidades nativas, las Familias en la Oración, y las Vocaciones.

Este domingo 16 de junio la Iglesia de Lima celebró la Solemnidad de la Santísima Trinidad en una misa presidida por Mons. Guillermo Elías, Obispo Auxiliar Electo de Lima.

«Me parece muy significativo que la sabiduría de la madre Iglesia nos invite a celebrar a la Santísima Trinidad después del domingo de Pentecostés. Solo después de haber caminado en compañía del Hijo resucitado podemos contemplar con mayor profundidad la acción del Espíritu en la obra del Padre. Solo con el don de Pentecostés podemos alcanzar a ver la belleza y el misterio del rostro trinitario de Dios y entender la hondura, la grandeza del rostro trinitario de nuestro Dios», comentó.

El amor de Dios no tiene distinción

Monseñor Elías resaltó que muchas veces se asocia el nombre de Dios con el miedo, la venganza o el sacrificio porque desde pequeños «nos han ido forjando esa imagen». Sin embargo, Jesús reveló un Dios que acoge a todos sin distinción, y «nos ama no por lo que hagamos, sino porque somos sus hijas e hijos, nos ama tal cuales».

El Dios Trinitario, el Dios que Jesús nos ha revelado, es maravilloso y sorprendente. ¡Déjate sorprender por la belleza de Dios!

«Que el misterio de la Trinidad se apodere de nosotros y que cada uno de nuestros días sea un testimonio luminoso y fructífero de la belleza que Jesús nos ha revelado» – añadió «Toda la Biblia es un himno de amor de un Padre que crea, un Hijo que redime y un Espíritu que santifica».

«¿Nos dejaremos entonces amar y acompañar por Dios?» – preguntó Monseñor Elías – «Que podamos vivir en comunión con ese Dios, porque ese es el Dios del que Jesús con tanta dulzura nos ha hablado».

La alegría de la paternidad

En otro momento, el Obispo Auxiliar de Lima expresó un saludo especial a los papás en su día:

«Aquellos a quienes el Señor les dio la alegría de la paternidad, recuerden cuán importante es su paternidad. Es el varón el que acompaña, y quien junto con la esposa edifican a ese niño, a esa niña. Por eso papá, recuerda lo trascendente que es tu vida», indicó.

Finalmente, Monseñor Elías elevó una oración por el Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo, quien viajará a Roma para recibir el Palio del Santo Padre, y el día de la Ordenación Episcopal de los dos nuevos Obispos Auxiliares, el Nuncio Apostólico se lo impondrá: «Oramos por él para que pueda vivir este tiempo de gracia y hermoso de su vida en la alegría de esta renovación que la Iglesia de Lima está viviendo», añadió.

«Que en esta fiesta de la Trinidad podamos celebrar la grandeza del Dios que nos ama y que quiere constantemente nuestro bien. Así sea», concluyó.

Este domingo 09 de junio la Iglesia celebró la Solemnidad de Pentecostés en la Catedral de Lima con la participación de jóvenes de distintas parroquias de la arquidiócesis. Presidió la Santa Misa el Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo. También estuvo presente el padre Jesús Mendoza, Vicario Episcopal de la Juventud.

«Hoy celebramos la fiesta de Pentecostés que, de no haber acontecido, la Iglesia tampoco hubiera existido. Cuando Jesús sube al cielo se abraza con el Padre porque ha cumplido una misión: mostrar a la humanidad que Dios es amor y perdón», comentó.

Es por eso que Dios quiere que todos seamos parte de él, y por tanto, «nos da su espíritu para hacer que poco a poco cada uno de nosotros aprenda a vivir según el amor, y ese camino necesariamente tiene que ser un camino de libertad».

Vivir como cristianos resucitados

Monseñor Castillo recordó las palabras de Francisco en Pentecostés: «estamos llamados a vivir como cristianos resucitados, no como cristianos muertos, no como cristianos que son indiferentes a los problemas de la humanidad, sino a ser transparencia de Dios, a mostrar cómo es nuestro Dios que es amor».

Para vivir como cristianos resucitados necesitamos unirnos, ayudarnos mutuamente a resanar nuestras heridas, y «comprender nuestro proceso de camino poco a poco en la sociedad».

Los jóvenes rejuvenecen la Iglesia

«Hoy hemos querido reunirnos con un pequeño núcleo de jóvenes y agradezco que nos llenen la catedral de juventud, esta catedral vieja y antigua que toma la forma de casa de los jóvenes y renueva la vida de toda la Iglesia grande de Lima rejuveneciéndola», añadió.

El Arzobispo de Lima recordó que Dios está presente en cada persona, «especialmente en cada joven que está suscitando una serie de inquietudes y novedades, sueños, esperanzas y amores».

Jóvenes, ustedes son la salvación de esta Iglesia, porque de sus iniciativas y todos los dones que tienen desarrollados y cultivados con alegría, depende la esperanza de toda nuestra ciudad.

«Es tarea que confiemos en los jóvenes» – agrega – «a partir de hoy, en esta fiesta de Pentecostés, ustedes sean los creadores del nuevo horizonte de vida para los que han de venir, y puedan compartir una Iglesia linda, rejuvenecida y esperanzadora con las demás generaciones».

Paz a ustedes 

Cuando el Señor nos dice ‘Paz a ustedes’ lo hace desde el corazón, «desde el medio de nuestros sufrimientos y dificultades. Es una paz comprometida con nosotros en medio de nuestros miedos».

«Donde están todos los jóvenes bailando y saltando por toda la ciudad, ahí tenemos que ir. Donde están los jóvenes que no vienen a la Iglesia, tenemos que estar con ellos y dar testimonio que Dios es amor».

«Demos gracias a Dios porque él no nos olvida, nunca nos olvida, tanto que se ha metido en nosotros y nos ha dado su ser. Que Dios los bendiga, les dé su paz y feliz pascua de pentecostés para todos y todas», concluyó.

En el marco de la celebración de Pentecostés, el Arzobispo de Lima, Mons. Carlos Castillo, confirmó a un grupo de jóvenes de ocho capillas pertenecientes a la Parroquia Nuestra Señora del Camino Santuario San Martín de Porres. Concelebraron el párroco Néstor Juipa Carrión, el padre fundador Felipe Fierro Badillo, y el padre Florencio Joaquín Jara.

Después de escuchar los testimonios de los jóvenes confirmandos, el Arzobispo de Lima inició su homilía señalando que el Señor «ha querido venir para dejar una huella imborrable: pudiendo bajar de la cruz, decide no hacerlo e inaugura una nueva manera de concebir a Dios, nos muestra que Dios es amor, nos acompaña, comprende, y suscita la capacidad de recapacitar».

Dios nos ha hecho inteligentes

También indicó que Señor envío el Espíritu a sus apóstoles para que libremente pudieran discernir, y «mediante el Espíritu tuvieran su propia opinión, su propia iluminación, y así caminar por la vida iluminados, ayudándonos unos a otros».

Es por eso que nuestra religión es viva, porque gracias al discernimiento que imprime el Espíritu, podemos enfrentar las dificultades más grandes que puedan haber:

«Dios nos ha hecho inteligentes y el Espíritu de Dios nos levanta. Hemos elegido el lema: ‘A ti te digo, levántate’ porque estamos para despertar al mundo y ayudar a que la gente pueda ser consciente de los problemas».

Dirigiéndose a los jóvenes confirmandos, Monseñor Castillo dijo que cuando una persona se confirma, «se confirma para afirmar en su propio ser que Dios es la vía única, y lo sigue escuchando, reflexionando, haciendo un discernimiento».

El corazón es el centro de las decisiones

Entre todos los dones del Espíritu Santo hay muchos que tienen que ver con el pensamiento (inteligencia, sabiduría, ciencia, entendimiento y consejo). «A veces nosotros ligamos al Espíritu Santo solo al corazón» – añade – «pero para los hebreos el corazón era lo que para nosotros es el cerebro. Por eso, podríamos decir que el corazón es el centro de las decisiones, el centro de los sentimientos inteligentes».

Finalmente dirigió un mensaje de aliento y ánimo a los jóvenes que van a recibir el sacramento de la Confirmación:

«Inventen con el Espíritu Santo que los acompaña un país donde nos comprendamos, podamos apreciarnos en la diversidad, podamos salir del estancamiento de la corrupción, acabar con el maltrato de la mujer. Inventemos una forma de respetar y amar a manos llenas, con hondura y así llenarnos de felicidad todos».

«Vivan una religión fecunda Que dios los bendiga y sean unas ‘confirmas’ felices, llenos de vida, llenos de esperanza y que quieran mucho a la gente», concluyó.

«La Ascensión del Señor es una fiesta importante para todos los cristianos porque nuestro Señor entregó su vida para poder irradiar el amor a toda la humanidad», comentó el Arzobispo de Lima, Mons. Carlos Castillo durante la Santa Misa en la Catedral de Lima.

En este VII domingo de Pascua recibimos la visita de la comunidad de Sant’Egidio, fundada en 1968 por iniciativa de Andrea Riccardi y con presencia en más de 70 países, incluyendo Perú. Con los años se ha convertido en una red de comunidades que dedica una especial atención a las periferias y a los periféricos, recibiendo el aliento y apoyo de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, como un signo del servicio que debemos hacer en el mundo.

La celebración eucarística estuvo animada por el coro de la comunidad de Sant’Egidio. También asistió el Embajador de Italia en Perú, Excmo. Giancarlo Maria Curcio.

Dios nos ha creado libres

Monseñor Castillo explicó que el gesto del Señor de dejar a sus discípulos es importante porque nos muestra en qué consiste el amor:

«Cuando nuestros padres nos dejan hacen eso, nos dejan la herencia de seguir adelante en la vida. Es un camino de libertad, porque nuestro Dios no es un Dios posesivo que nos quiere tener en su partido, es un Dios que nos creó libres, acompañó nuestro camino de libertad, ejerciendo la paternidad y maternidad, y luego nos da su espíritu para que vayamos adelante porque confía en nosotros».

Sabiendo que nuestra humanidad es pecadora, el Señor confía en que la libertad que nos dio dará frutos abundantes de amor tal como él lo hizo con nosotros.

También recordó las palabras del Papa Francisco de esta semana cuando habló sobre las decisiones que debían tomar los apóstoles respecto a las costumbres judías para ser cristianos: «Qué bonito Jesús que, pudiendo haber dejado una ley para resolver el problema, no lo hizo, y prefirió que ellos (los apóstoles) en base al Espíritu, pudieran hacer un discernimiento y actuaran en libertad».

«Eso se llama en la tradición de la iglesia sinodalidad, es decir, ir juntos resolviendo los problemas guiados por el Espíritu, y cuando hay nuevas situaciones inspirarnos por él para abrirnos a nuevos caminos en la vida de la Iglesia», añadió.

Este espíritu nos ha dado Dios para inspirarnos, caminar juntos, y crear nuevas respuestas a los problemas de la vida, «respuestas inteligentes y profundas que implican estar presente en diversas situaciones difíciles de la sociedad».

Sant’Egidio: acoger a los más necesitados

«Hoy tenemos la alegría de tener dos grupos que saben enfrentarse a situaciones difíciles, han escuchado la voz del espíritu y han inventado una manera de ser cristianos» comentó el Arzobispo de Lima refiriéndose a MANTHOC (Movimiento de Adolescentes y Niños Trabajadores Hijos de Obreros Cristianos) y la comunidad de Sant’Egidio, que celebra 51 años de existencia.

«Conocí a la comunidad de Sant’Egidio hace muchos años en Roma en una iglesia pequeña» – señaló Monseñor Castillo – «Un día se les ocurrió ir a buscar a todas las personas que viven en las calles y no tenían donde dormir, y comenzaron a organizarse para acoger a quienes sufren y pasan necesidad».

«Hace varios años que la comunidad de Sant’Egidio celebra en la parroquia San Lázaro la navidad al mediodía, haciendo un almuerzo dentro de la iglesia, en el templo. La Iglesia tiene que ser el lugar en donde celebremos la cena del Señor y también compartamos el pan si es necesario, para que todos podamos ser signo fundamental de que debe haber una vida en la sociedad donde no haya pobreza, hambre, miseria ni dolor».

En otro momento, el Arzobispo de Lima anunció que el próximo 16 de julio, Andrea Riccardi – fundador del grupo Sant’Egidio – llegará para inaugurar la primera hospedería en Lima: «Este hogar va engrandecer nuestra diócesis de Lima y nos inspirará a realizar esta obra en toda la ciudad, una hospedería que de consuelo a toda nuestra gente».

El camino de la esperanza

Durante la Ascensión es todo el ser de Cristo que sube al cielo, y desde allí podemos afirmar lo que ninguna religión ha hecho «en el cielo hoy hay carne humana viva, carne de aquel que sufrió y entregó su vida, la carne de los pobres, de los indefensos, de las mujeres heridas y maltratadas, de los niños abortados, esa carne está viviendo en Dios y el camino que seguiremos será la glorificación».

«Por eso el camino de la salvación de nuestra vida personal y social, y la solución de los problemas del país está en mirar afuera de nosotros a los dolores de la gente, y transformar los gobiernos, las organizaciones, los parlamentos, los canales de televisión, en una forma de servir para enfrentar juntos la desesperanza», indicó.

Nosotros tenemos que ser esperanza, porque la esperanza no es una cosa que está en el futuro y llega. Hoy podemos ser esperanza para el mundo, y la Iglesia de Lima quiere decir lo mismo.

«Den gloria a Dios actuando de la manera como lo vienen haciendo ahora muchachos de Sant’Egidio y MANTHOC, para que podamos renovar este mundo que necesita de nuestra misericordia, pero sobre todo la capacidad de dejar libre a las personas para que crezcan, sin poseerlas, sino siendo verdaderas personas creadoras de madurez en la humanidad», concluyó Monseñor Castillo.

«Estamos alegres porque el Señor misericordioso nos ha reunido nuevamente, y así renovamos este camino acentuando este aspecto central de nuestra fe, la misericordia», fueron las primeras palabras del Arzobispo de Lima Carlos Castillo, quien presidió la Santa Misa en el Santuario Arquidiocesano ‘Señor de la Divina Misericordia’.

El Papa nos dice «Dios se llama misericordia», y San Lucas dice «Sean misericordiosos como el Padre celestial es misericordioso». Es por eso que Jesús es el «revelador de la misericordia del Padre, y como cristianos debemos llenar de misericordia este mundo«.

Cristo está en el corazón de nuestros miedos

En el atardecer del primer día de la semana, los discípulos estaban en una casa con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró y se puso en medio.

Este gesto del Señor «es muy importante«, señala Monseñor Castillo, «porque hoy en día tenemos muchos miedos e incertidumbres, y el Señor viene a colocarse en el corazón de nuestros miedos«.

Para tener misericordia hay que estar en medio de los problemas para solucionarlos con la inspiración del Señor en el amor.

¿Y qué hace el Señor cuando se coloca en medio de sus discípulos? Los tranquiliza y les dice: ‘Paz a ustedes’. Es decir, «comunica una paz que viene de la misericordia, que se produce y genera como consecuencia del amor. Y para que estén llenos de la misericordia de Dios les enseña las manos y el costado, los signos de su muerte, una muerte que se produjo por amor», agregó.

Jesús asumió conscientemente la muerte para darnos un mensaje fundamental: «Dios es amor y no se venga de sus enemigos. Quiere convertir a todos a un camino nuevo de vida, quiere rehacer esta vida y que renazca en el amor»

«Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo»

«Segundo aspecto importante«, apunta Castillo. «El Señor quiere que diariamente practiquemos la misericordia a través de los gestos que él ha hecho». Así como el Padre lo envío a anunciar el amor, «nosotros también seamos anunciadores, partícipes del amor del Padre, porque Jesús comparte su misión, nos hace misericordiosos para ejercerla sobre la gente»

«A quienes le perdonen los pecados le quedan perdonados. A quienes se los retengan les queden retenidos»

«¿Qué significa retener?» pregunta Monseñor Castillo. «Se dan cuenta que Jesús no dijo ¿A quiénes no les perdonen, no se les perdonan?» No dice eso ¿verdad? Porque estaría enseñando la venganza».

El Señor nos enseña que una obra de misericordia «es la educación, corregir al que se equivoca«. Y por esa razón, «el Señor nos dice que aprendamos a perdonar», un aprendizaje que se hace más difícil cuando tenemos que perdonar a alguien que nos ha hecho un daño.

¿Cómo vamos a hacer para afrontar estas dificultades? Jesús tuvo la capacidad de perdonar e irradiar el perdón como la «fórmula fundamental para poder vivir como cristianos«, porque tenía que «personificar y transparentar al mismo Dios misericordioso«.

Nos queda como tarea perdonar y retener, pero retener por un tiempo: «A veces hay que retener para que una persona se de cuenta que hay algo serio, que no es un juego. No es cuestión de perdonar fácilmente, sino que hay que saber perdonar para ayudar a que las personas recapaciten«, reflexionó el Arzobispo de Lima.

«Todas las riñas, problemas de corrupción y maltratos en nuestro país son un desafío a nuestra fe, porque somos un país católico y no hemos profundizado en que ese catolicismo tiene que cambiar nuestro país. Es un desafío y lo vamos a aceptar, pero no se cambia a la fuerza, sino con pedagogía», añadió.

La Pastoral de la oreja

Decía el profesor Julio Cotler, un gran sociólogo peruano, que el gran problema que tiene el Perú es la falta de experiencias compartidas. «Acá estamos mezclados pero no nos escuchamos«, comenta Monseñor Castillo, «nos chineamos, nos choleamos, nos gringeamos, y esto no acaba nunca«.

¿Qué podemos hacer? «Apreciar, no despreciar. Esa es la pedagogía de la misericordia que sabe comprender. Entre perdonar y retener tenemos que comprender, y nuestra tarea es comprender las cosas antes de juzgar«.

«En el fondo, muchos de los problemas que ocurren hoy se deben a que nadie en sus problemas, conflictos y miedos es escuchado. Entonces tenemos que ser la Pastoral de la oreja«.

Por eso, para hacer nuestras vidas llenas de una vida humana digna, «debemos luchar todos para que la dignidad que ya hemos conseguido sea compartida con otros. Todos somos vulnerables, débiles, y nuestro pueblo debe estar unido en la comprensión mutua para ayudarnos a salir de los problemas. La mejor manera de salir de los problemas es escuchar como hace al Señor al escuchar el argumento de Tomás.

Pastoral de la oreja para implantar la misericordia en la tierra, para entendernos y ayudar a las personas que no pueden salir de sus problemas.

Si el cristiano no es capaz de argumentar y ver la manera de acompañar los procesos de la gente, «entonces nuestro cristianismo es mudo». El Señor nos ha dado la Palabra para que aprendamos a «hablar palabras de Dios a la gente y alentarla. Estamos para levantar a la gente».

Creer viendo lo contrario

Tomás, incrédulo de la resurrección de Cristo, no entendía lo que acontecía. Si no ve no tiene experiencia, y por lo tanto, no cree. El Señor comprende los argumentos de Tomás y se presenta para mostrarles sus manos y costado.

«Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto».

«Podemos decir que hay tres tipos de cristianos» señala Castillo. Están los que creen habiendo visto, «los apóstoles». Están los que creen sin ver, «que somos nosotros porque creemos en el testimonio de los apóstoles»; pero hay un tercer grupo donde está la «gente más sencilla que inclusive sufriendo cree en el Señor, los que creen viendo lo contrario, viendo el mal testimonio de los cristianos. Y eso es un milagro del Señor».

En este mundo que tiene una «serie de enredos y pensamiento de todo tipo» – añade – «no podemos hablar de la verdad atropellando: ‘Como todos somos católicos y tenemos la verdad, el que no está con nosotros está contra nosotros’, y hacemos división. En vez de ser factor de esperanza producimos más división en el país».

«Esto se ha escrito para que crean que Jesús es el mesías y para que creyendo tengan vida en su nombre»

Esta última expresión en el evangelio es muy importante porque «a veces pensamos que la vida que nos trae el Señor es solamente una vida para el alma», pero es en realidad un mensaje para que «se instale en el medio de nuestras vidas la alegría, la esperanza y la paz. Para que nuestra vida toda resucite, y seamos plenas personas capaces de amar y ser felices», concluyó.

Central telefónica
(511)2037700