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El Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo presidió la Misa de Nochebuena en compañía de todo el pueblo de Lima, el Nuncio Apostólico en el Perú, los Obispos Auxiliares, y las voces de los niños del Coro del Colegio Montserrat: «Esta fiesta es para que todos volvamos a lo simple, a este pequeño niño que nos enternece y nos hace salir de nosotros mismos para acogerlo. Si hay algo maravilloso que tiene nuestra fe es que siempre parte de las cosas simples y pequeñas» – comentó

La tradicional Misa de Gallo contó con la presencia de Mons. Nicola Girasoli, Nuncio Apostólico en el Perú; Mons. Ricardo Rodríguez y Mons. Guillermo Elías, Obispos Auxiliares de Lima; la Ministra de Justicia, Sra. Ana Teresa Revilla Vergara; el Ministro de Comercio Exterior, Sr. Edgar Manuel Vásquez; y el Embajador de Bolivia en el Perú, Sr.Gustavo Rodríguez Ostria.

«El Señor nos abre las puertas, se nos revela y nos anuncia que Dios no es motivo para tener miedo, que Dios solamente es amor, que acompaña y es uno con el ser humano. Por eso, nos muestra su amor a través de un niño que es hijo de una mujer santa, hijo del Padre, y también hijo adoptado por un hombre justo», expresó al inicio de su homilía.

Nuestra fe parte de las cosas sencillas y pequeñas

«Jesús viene a hacerse niño para decir que la belleza de las cosas empieza por la sencillez y la pequeñez – prosiguió el Arzobispo de Lima – y si hay algo maravilloso que tiene nuestra fe es que siempre parte de las cosas simples, y Jesús inicia esta historia entregando su vida por nosotros».

Monseñor Castillo recordó que Jesús siempre «mostró su vida caminando, acompañando a la gente, reconociendo lo bueno que tenían, haciendo comparaciones preciosas que seguramente María le enseñó y tienen una fuerza impresionante para hacer que el ser humano vuelva a entender el sentido de las cosas».

La gran cuestión humana y cristiana es desenredar para volver siempre a lo simple. Esta fiesta es para que todos volvamos a lo simple, a este pequeño niño que nos enternece y nos hace salir de nosotros mismos para acogerlo.

Capacidad generativa y diálogo

«La navidad es el punto de partida para intentar juntos renacer, dejarnos engendrar por el amor de Dios, y hacer que de nosotros también haya capacidad generativa – señaló el Primado del Perú – uno de los  problemas más grandes que tenemos en la historia actual es que hay productividad pero no hay generatividad. Hay ganancia pero hay esterilidad. Tenemos que dialogar para cambiar la mentalidad».

«La Iglesia católica está llamada a dialogar para proponer otras formas de hacer la vida que no impliquen la desesperación de las personas – continuó – la aceleración del tiempo no permite intuir la grandeza y belleza de lo que somos y, por eso, la Iglesia en sus liturgias vuelve a recordar lo fundamental: que no podemos olvidar al ser humano».

Tiempo para renacer y mirar los problemas con los ojos de Dios

Monseñor Castillo insistió que el tiempo de la Navidad es una invitación para renacer y ser reengendrados por Dios: «es un tiempo que nos puede ayudar a todos a pensar en los tantos problemas que existen en el mundo y nuestra patria» – dijo.

«Hay que mirar con el corazón, hay que mirar con los ojos de Dios. Y este niño nos enseña un camino excelente para aprender a mirar y a sentir la vida. Aprendamos también a ver que los demás son nuestros hermanos, especialmente los más desvalidos de la humanidad, entre ellos nuestros hermanos migrantes, que hoy ocupan un papel tan importante en nuestra sociedad», precisó.

Renacer desde la Iglesia para restañar las heridas

«Tenemos que abrir nuestro corazón a todas las personas marginadas, a todas las personas que sufren, que necesitan» – reiteró el Arzobispo de Lima – «La Iglesia ha hecho un esfuerzo en los últimos años gracias al Papa Francisco de hacer posible que todo lo que se ha dañado sea reparado».

«Reparar la Iglesia significa aprender a tener una Iglesia que camina con la gente, sabiendo que está también limpiando sus propios pecados, no una Iglesia que cree ser poseedora de la verdad y la solución de todas las cosas, sino una Iglesia humilde que sabe reconocer sus errores, que llama la atención y se une a los poderes civiles por causas justas», indicó Monseñor Castillo.

La Iglesia se da cuenta que parte de nuestro camino en el mundo es restañar las heridas juntos, elevar la voz contra la injusticia, y practicar dentro de la propia Iglesia esa justicia

«Nuestra vida gracias a este niño no solamente se enternece y se vuelve sensible, se vuelve capaz de emocionarse y conmocionarse ante el dolor humano. La Iglesia se inspira en este niño para actuar en favor de él, y para hacer posible que juntos superemos las cosas terribles que ocurren en el mundo», acotó.

«Que Dios bendiga a toda nuestra ciudad de Lima, a todo nuestro país y que haga posible que en el Niño Jesús encontremos un punto de confluencia para recomenzar el camino de la esperanza. Dios bendiga a la Iglesia, Dios bendiga al Papa Francisco, y Dios nos bendiga a todos como peruanos», finalizó.

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