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Con la participación de Monseñor Carlos Castillo como invitado a la reunión que conllevó al acuerdo entre el gobierno y las clínicas privadas, la Iglesia de Lima manifiesta su compromiso con los más necesitados, haciendo una invitación a que todos recapacitemos en la dimensión ética de nuestras relaciones humanas y ayudar a encontrar pistas que nos dirijan a la comprensión mutua: “[Tenemos que] darnos un centro para poder actuar, un norte, y ese norte son las personas que más sufren, el pueblo vulnerable, los pobres”, es la lección que rescata el Arzobispo de Lima.

Paciente por Covid-19 del Hospital Hipólito Unánue es dato de alta.

El miércoles 24 de junio, luego de una extensa reunión, se firmó el acuerdo entre el gobierno peruano y la Asociación de Clínicas Particulares del Perú (ACP) con la participación del Doctor Max Hernández, secretario ejecutivo del Acuerdo Nacional, quien actuó como mediador; y de Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima, invitado para dirigir una exhortación.

Max Hernández: «la pandemia ha multiplicado las brechas que existían».

En palabras del Doctor Max Hernández para una emisora local, se trató de una reunión que “tuviera como primer punto, no una discusión numérica, sino ponernos de acuerdo en primer lugar ¿cómo mirábamos los hechos? y en segundo lugar ¿en qué valores coincidíamos? (…) Los valores y no el valor de la transacción”. Asimismo, se buscó “entender el valor fundamental de poner, absolutamente por encima de todo, la vida humana y el bienestar de nuestra sociedad”. Al referirse de la importancia del diálogo, Hernández señaló que “el diálogo permite entendernos siempre y cuando nos escuchemos los unos a los otros”.

El Dr. Hernández reiteró que estamos en el “momento de pensar seriamente la gravedad de la situación, porque la pandemia ha multiplicado las brechas que existían y ha puesto de manifiesto, como una lupa de gran aumento, las contradicciones que vive nuestra sociedad”.

Finalmente, al referirse a la actitud que tiene el país frente a la crisis sentenció: “nos vamos a dar cuenta que somos una sociedad que vive al borde del abismo, y solo cuando el abismo presenta sus fauces, nos decidimos a actuar”.

Arzobispo de Lima: saber vivir las dimensiones más humildes y hondas del Evangelio.

«Con esta acción queremos manifestar el compromiso de la Iglesia a que recapacitemos – expresa el Arzobispo de Lima – en el diálogo podemos encontrar pistas para la comprensión mutua, éste es el deber de la Iglesia».

«Si nosotros hemos dado una palabra que quiere comprometerse con todo nuestro país, sociedad e Iglesia, para mostrar el rostro de servicio, para humanizar nuestro país, entonces tenemos que intervenir cuando sea necesario, evidentemente no con fines políticos, sino a favor de los pobres, a favor de las víctimas», acotó.

Monseñor Carlos Castillo coincidió con el Dr. Hernández en que para llegar a un primer acuerdo era necesario “encontrar primero el valor, el sentido de lo que estamos haciendo, y una vez expresado, responder a esta demanda tan profunda que existe en nuestro pueblo (…) Necesitamos todos ceder ante una necesidad mayor que es la de los pobres, la gente indigente, los enfermos, los que están en situación difícil” – recalcó.

Consultado sobre el rol de la Iglesia en estos momentos complejos para el país, el Arzobispo de Lima dijo: “como Iglesia sentimos que tenemos que dejar de ser una Iglesia autorreferencial, y escuchar el clamor de nuestro pueblo, saber vivir las dimensiones más humildes y hondas del Evangelio que ayudan a que las mismas actitudes de Jesús las podamos vivir”.

Se dice que la Iglesia está para lo religioso y no para lo social, pero no es así, tenemos que dinamizar nuestra Iglesia (…) Hay un elemento que es prioritario y fundamental que son los pobres.

En otro pasaje de la entrevista, Monseñor Castillo invitó a todos a afrontar estos momentos con una actitud reflexiva capaz de hacernos repensar “en un mundo que cambia, y que puede originar permanentemente esas situaciones difíciles, por lo tanto, [tenemos que] darnos un centro para poder actuar, un norte, y ese norte son las personas que más sufren, el pueblo vulnerable, los pobres”.

Libertad, participación organizada y bien común son la salida a toda crisis.

La sensibilidad es una de las mejores lecciones que nos deja este tiempo de pandemia, indica el Primado del Perú, la necesidad de replantearnos sobre qué bases hemos constituido el sistema económico, para empezar a entender la importancia de tener objetivos:

“Hay un complemento a la libertad que es, simultáneamente, el bien común. Y eso creo que es una de las mejores lecciones que estamos aprendiendo, lo que pasa es que las aprendemos desde un individualismo feroz”. Por eso, la salida a toda crisis debe incluir la participación de la gente de manera organizada: “si establecemos un lazo continuo de relaciones entre los que somos responsables de la dirección, y la gente de base, y escuchamos a nuestro pueblo, logramos mucho, porque todos participamos y todos nos sentimos personas, nos sentimos un solo Perú y una sola Iglesia; ver lejos para poder pensar en grande”, concluyó.

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