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Fue presentado el nuevo Plan Pastoral de la Arquidiócesis de Lima que guiará el camino de nuestra Iglesia en este año 2024. El documento recoge las principales actividades y acciones significativas que se desarrollarán en los siguientes meses en las diferentes comisiones pastorales, decanatos y parroquias de Lima.

Cientos de personas, entre agentes pastorales, miembros de los equipos de animación pastoral y consejos parroquiales, obispos, religiosos, decanos, jóvenes y vicarios pastorales, se congregaron en la Basílica Catedral de Lima para participar de la presentación del Plan Pastoral 2024: «Hacia la Iglesia Sinodal de Lima: comunitaria y solidaria, participativa y misionera».

Durante el mes de diciembre del año anterior, los responsables de las distintas comisiones pastorales y parroquiales de nuestra Arquidiócesis tuvieron días de asamblea para planificar la nueva edición del Plan Pastoral, que este año busca «profundizar la vivencia de la espiritualidad sinodal en base a las relaciones de apertura, escucha y acogida».

Según indica el documento, la aplicación del Plan Pastoral se ha estructurado en tres niveles de participación: Arquidiocesano (consejos y equipos de animación arquidiocesanos); Parroquial (consejos y equipos de animación parroquiales); y Estructuras de participación y comunicación.

Descargar Plan Pastoral 2024 de la Iglesia de Lima

Por ello la importancia de acompañar la vivencia de este Plan Pastoral a través de las acciones significativas y la formación conjunta en todos los espacios de la vida parroquial, especialmente, en la pastoral comunitaria, familiar, sectorial y ministerial.

En una breve intervención, Monseñor Carlos Castillo explicó que el Plan Pastoral busca ser una pauta de trabajo que acompañe a todas nuestras comunidades y parroquias, destacando una serie de actividades, acciones significativas, eventos públicos y encuentros de formación que se trabajarán con las principales comisiones y vicarías de la Arquidiócesis.

Y recordando el lema que nos acompañará este año: «Hacia la Iglesia Sinodal de Lima: comunitaria y solidaria, participativa y misionera», el Primado del Perú hizo un llamado a continuar este camino de produnfización, escucha y crecimiento comunitario: «Que esto no se convierta en un catecismo, sino en una guía orientadora para ir realizando juntos las cosas», agregó.

Descargar Plan Pastoral 2024 de la Iglesia de Lima

Monseñor Guillermo Elías, obispo auxiliar de Lima, resaltó que el Plan Pastoral es una invitación a que las comunidades parroquiales y los distintos carismas «estén abiertos a un horizonte nuevo, a un estilo de comunión y colaboración de todos», que produzca encuentros y cercanía que nos permita vivir una conversión pastoral.

Por su parte, el Padre Goicochea, Vicario Episcopal de la Pastoral Arquidiocesana, explicó que este proyecto es una invitación a ensanchar nuestra mirada, soñar y seguir trabajando «para ser una Iglesia que mira más allá, que quiere extenderse y llegar a todos».

En un video y en las palabras de Francisco, resuena el deseo ferviente de cesar la guerra, un viaje sin meta que destruye todo, que borra el futuro, la dignidad, la belleza, la fraternidad. En este día, en que la Iglesia celebra la solemnidad de María Madre de Dios, nos unimos a la oración del Papa, quien pide «abrir destellos de luz en la noche de los conflictos».

Paz esperada, esperada e invocada, paz desgraciadamente todavía amenazada «por la tentación del egoísmo, del interés propio, del afán de lucro y de la sed de poder»: la paz. Entre las últimas palabras de 2023 con la llamada al Ángelus del 31 de diciembre «tengamos el valor de preguntarnos: ¿cuántas vidas humanas han sido rotas por los conflictos armados? ¿Cuántos muertos? ¿Y cuánta destrucción, cuánto sufrimiento, cuánta pobreza? Paz» es también la primera palabra que resuena en el nuevo año y en el mensaje que el Papa ha escrito para el 1 de enero de 2024, LVII Jornada Mundial de la Paz. 

Mensaje del Papa Francisco para la Celebración de la 57 Jornada Mundial de la Paz

Al iniciar el año nuevo, tiempo de gracia que el Señor nos da a cada uno de nosotros, quisiera dirigirme al Pueblo de Dios, a las naciones, a los Jefes de Estado y de Gobierno, a los Representantes de las distintas religiones y de la sociedad civil, y a todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo para expresarles mis mejores deseos de paz.

1. El progreso de la ciencia y de la tecnología como camino hacia la paz

La Sagrada Escritura atestigua que Dios ha dado a los hombres su Espíritu para que tengan «habilidad, talento y experiencia en la ejecución de toda clase de trabajos» (Ex 35,31). La inteligencia es expresión de la dignidad que nos ha dado el Creador al hacernos a su imagen y semejanza (cf. Gn 1,26) y nos ha hecho capaces de responder a su amor a través de la libertad y del conocimiento. La ciencia y la tecnología manifiestan de modo particular esta cualidad fundamentalmente relacional de la inteligencia humana, ambas son producto extraordinario de su potencial creativo.

En la Constitución pastoral Gaudium et spes, el Concilio Vaticano II ha insistido en esta verdad, declarando que «siempre se ha esforzado el hombre con su trabajo y con su ingenio en perfeccionar su vida». [1] Cuando los seres humanos, «con ayuda de los recursos técnicos», se esfuerzan para que la tierra «llegue a ser morada digna de toda la familia humana», [2] actúan según el designio de Dios y cooperan con su voluntad de llevar a cumplimiento la creación y difundir la paz entre los pueblos. Asimismo, el progreso de la ciencia y de la técnica, en la medida en que contribuye a un mejor orden de la sociedad humana y a acrecentar la libertad y la comunión fraterna, lleva al perfeccionamiento del hombre y a la transformación del mundo.

Nos alegramos justamente y agradecemos las extraordinarias conquistas de la ciencia y de la tecnología, gracias a las cuales se ha podido poner remedio a innumerables males que afectaban a la vida humana y causaban grandes sufrimientos. Al mismo tiempo, los progresos técnico-científicos, haciendo posible el ejercicio de un control sobre la realidad, nunca visto hasta ahora, están poniendo en las manos del hombre una vasta gama de posibilidades, algunas de las cuales representan un riesgo para la supervivencia humana y un peligro para la casa común. [3]

Los notables progresos de las nuevas tecnologías de la información, especialmente en la esfera digital, presentan, por tanto, entusiasmantes oportunidades y graves riesgos, con serias implicaciones para la búsqueda de la justicia y de la armonía entre los pueblos. Por consiguiente, es necesario plantearse algunas preguntas urgentes. ¿Cuáles serán las consecuencias, a medio y a largo plazo, de las nuevas tecnologías digitales? ¿Y qué impacto tendrán sobre la vida de los individuos y de la sociedad, sobre la estabilidad internacional y sobre la paz?

2. El futuro de la inteligencia artificial entre promesas y riesgos

Los progresos de la informática y el desarrollo de las tecnologías digitales en los últimos decenios ya han comenzado a producir profundas transformaciones en la sociedad global y en sus dinámicas. Los nuevos instrumentos digitales están cambiando el rostro de las comunicaciones, de la administración pública, de la instrucción, del consumo, de las interacciones personales y de otros innumerables aspectos de la vida cotidiana.

Además, las tecnologías que usan un gran número de algoritmos pueden extraer, de los rastros digitales dejados en internet, datos que permiten controlar los hábitos mentales y relacionales de las personas con fines comerciales o políticos, frecuentemente sin que ellos lo sepan, limitándoles el ejercicio consciente de la libertad de elección. De hecho, en un espacio como la web, caracterizado por una sobrecarga de información, se puede estructurar el flujo de datos según criterios de selección no siempre percibidos por el usuario.

Debemos recordar que la investigación científica y las innovaciones tecnológicas no están desencarnadas de la realidad ni son «neutrales», [4] sino que están sujetas a las influencias culturales. En cuanto actividades plenamente humanas, las direcciones que toman reflejan decisiones condicionadas por los valores personales, sociales y culturales de cada época. Lo mismo se diga de los resultados que consiguen. Estas, precisamente en cuanto fruto de planteamientos específicamente humanos hacia el mundo circunstante, tienen siempre una dimensión ética, estrictamente ligada a las decisiones de quien proyecta la experimentación y enfoca la producción hacia objetivos particulares.

Esto vale también para las formas de inteligencia artificial, para la cual, hasta hoy, no existe una definición unívoca en el mundo de la ciencia y de la tecnología. El término mismo, que ha entrado ya en el lenguaje común, abraza una variedad de ciencias, teorías y técnicas dirigidas a hacer que las máquinas reproduzcan o imiten, en su funcionamiento, las capacidades cognitivas de los seres humanos. Hablar en plural de “formas de inteligencia” puede ayudar a subrayar sobre todo la brecha infranqueable que existe entre estos sistemas y la persona humana, por más sorprendentes y potentes que sean. Estos son, a fin de cuentas, “fragmentarios”, en el sentido de que sólo pueden imitar o reproducir algunas funciones de la inteligencia humana. El uso del plural pone en evidencia además que estos dispositivos, muy distintos entre sí, se deben considerar siempre como “sistemas socio-técnicos”. En efecto, su impacto, independientemente de la tecnología de base, no sólo depende del proyecto, sino también de los objetivos y de los intereses del que los posee y del que los desarrolla, así como de las situaciones en las que se usan.

La inteligencia artificial, por tanto, debe ser entendida como una galaxia de realidades distintas y no podemos presumir a priori que su desarrollo aporte una contribución benéfica al futuro de la humanidad y a la paz entre los pueblos. Tal resultado positivo sólo será posible si somos capaces de actuar de forma responsable y de respetar los valores humanos fundamentales como «la inclusión, la transparencia, la seguridad, la equidad, la privacidad y la responsabilidad». [5]

No basta ni siquiera suponer, de parte de quien proyecta algoritmos y tecnologías digitales, un compromiso de actuar de forma ética y responsable. Es preciso reforzar o, si es necesario, instituir organismos encargados de examinar las cuestiones éticas emergentes y de tutelar los derechos de los que utilizan formas de inteligencia artificial o reciben su influencia. [6]

La inmensa expansión de la tecnología, por consiguiente, debe ser acompañada, para su desarrollo, por una adecuada formación en la responsabilidad. La libertad y la convivencia pacífica están amenazadas cuando los seres humanos ceden a la tentación del egoísmo, del interés personal, del afán de lucro y de la sed de poder. Tenemos por ello el deber de ensanchar la mirada y de orientar la búsqueda técnico-científica hacia la consecución de la paz y del bien común, al servicio del desarrollo integral del hombre y de la comunidad. [7]

La dignidad intrínseca de cada persona y la fraternidad que nos vincula como miembros de una única familia humana, deben estar en la base del desarrollo de las nuevas tecnologías y servir como criterios indiscutibles para valorarlas antes de su uso, de modo que el progreso digital pueda realizarse en el respeto de la justicia y contribuir a la causa de la paz. Los desarrollos tecnológicos que no llevan a una mejora de la calidad de vida de toda la humanidad, sino que, por el contrario, agravan las desigualdades y los confictos, no podrán ser considerados un verdadero progreso. [8]

La inteligencia artificial será cada vez más importante. Los desafíos que plantea no son sólo técnicos, sino también antropológicos, educativos, sociales y políticos. Promete, por ejemplo, un ahorro de esfuerzos, una producción más eficiente, transportes más ágiles y mercados más dinámicos, además de una revolución en los procesos de recopilación, organización y verificación de los datos. Es necesario ser conscientes de las rápidas transformaciones que están ocurriendo y gestionarlas de modo que se puedan salvaguardar los derechos humanos fundamentales, respetando las instituciones y las leyes que promueven el desarrollo humano integral. La inteligencia artificial debería estar al servicio de un mejor potencial humano y de nuestras más altas aspiraciones, no en competencia con ellos.

3. La tecnología del futuro: máquinas que aprenden solas

En sus múltiples formas la inteligencia artificial, basada en técnicas de aprendizaje automático (machine learning), aunque se encuentre todavía en una fase pionera, ya está introduciendo cambios notables en el tejido de las sociedades, ejercitando una profunda influencia en las culturas, en los comportamientos sociales y en la construcción de la paz.

Desarrollos como el machine learning o como el aprendizaje profundo (deep learning) plantean cuestiones que trascienden los ámbitos de la tecnología y de la ingeniería y tienen que ver con una comprensión estrictamente conectada con el significado de la vida humana, los procesos básicos del conocimiento y la capacidad de la mente de alcanzar la verdad.

La habilidad de algunos dispositivos para producir textos sintáctica y semánticamente coherentes, por ejemplo, no es garantía de confiabilidad. Se dice que pueden “alucinar”, es decir, generar afirmaciones que a primera vista parecen plausibles, pero que en realidad son infundadas o delatan prejuicios. Esto crea un serio problema cuando la inteligencia artificial se emplea en campañas de desinformación que difunden noticias falsas y llevan a una creciente desconfianza hacia los medios de comunicación. La confidencialidad, la posesión de datos y la propiedad intelectual son otros ámbitos en los que las tecnologías en cuestión plantean graves riesgos, a los que se añaden ulteriores consecuencias negativas unidas a su uso impropio, como la discriminación, la interferencia en los procesos electorales, la implantación de una sociedad que vigila y controla a las personas, la exclusión digital y la intensificación de un individualismo cada vez más desvinculado de la colectividad. Todos estos factores corren el riesgo de alimentar los conflictos y de obstaculizar la paz.

4. El sentido del límite en el paradigma tecnocrático

Nuestro mundo es demasiado vasto, variado y complejo para poder ser completamente conocido y clasificado. La mente humana nunca podrá agotar su riqueza, ni siquiera con la ayuda de los algoritmos más avanzados. Estos, de hecho, no ofrecen previsiones garantizadas del futuro, sino sólo aproximaciones estadísticas. No todo puede ser pronosticado, no todo puede ser calculado; al final «la realidad es superior a la idea» [9] y, por más prodigiosa que pueda ser nuestra capacidad de cálculo, habrá siempre un residuo inaccesible que escapa a cualquier intento de cuantificación.

Además, la gran cantidad de datos analizados por las inteligencias artificiales no es de por sí garantía de imparcialidad. Cuando los algoritmos extrapolan informaciones, siempre corren el riesgo de distorsionarlas, reproduciendo las injusticias y los prejuicios de los ambientes en los que se originan. Cuanto más veloces y complejos se vuelven, más difícil es comprender porqué han generado un determinado resultado.

Las máquinas inteligentes pueden efectuar las tareas que se les asignan cada vez con mayor eficiencia, pero el fin y el significado de sus operaciones continuarán siendo determinadas o habilitadas por seres humanos que tienen un propio universo de valores. El riesgo es que los criterios que están en la base de ciertas decisiones se vuelvan menos transparentes, que la responsabilidad decisional se oculte y que los productores puedan eludir la obligación de actuar por el bien de la comunidad. En cierto sentido, esto es favorecido por el sistema tecnocrático, que alía la economía con la tecnología y privilegia el criterio de la eficiencia, tendiendo a ignorar todo aquello que no está vinculado con sus intereses inmediatos. [10]

Esto debe hacernos reflexionar sobre el “sentido del límite”, un aspecto a menudo descuidado en la mentalidad actual, tecnocrática y eficientista, y sin embargo decisivo para el desarrollo personal y social. El ser humano, en efecto, mortal por definición, pensando en sobrepasar todo límite gracias a la técnica, corre el riesgo, en la obsesión de querer controlarlo todo, de perder el control de sí mismo, y en la búsqueda de una libertad absoluta, de caer en la espiral de una dictadura tecnológica. Reconocer y aceptar el propio límite de criatura es para el hombre condición indispensable para conseguir o, mejor, para acoger la plenitud como un don. En cambio, en el contexto ideológico de un paradigma tecnocrático, animado por una prometeica presunción de autosuficiencia, las desigualdades podrían crecer de forma desmesurada, y el conocimiento y la riqueza acumularse en las manos de unos pocos, con graves riesgos para las sociedades democráticas y la coexistencia pacífica. [11]

5. Temas candentes para la ética

En el futuro, la fiabilidad de quien pide un préstamo, la idoneidad de un individuo para un trabajo, la posibilidad de reincidencia de un condenado o el derecho a recibir asilo político o asistencia social podrían ser determinados por sistemas de inteligencia artificial. La falta de niveles diversificados de mediación que estos sistemas introducen está particularmente expuesta a formas de prejuicio y discriminación. Los errores sistémicos pueden multiplicarse fácilmente, produciendo no sólo injusticias en casos concretos sino también, por efecto dominó, auténticas formas de desigualdad social.

Además, con frecuencia las formas de inteligencia artificial parecen capaces de influenciar las decisiones de los individuos por medio de opciones predeterminadas asociadas a estímulos y persuasiones, o mediante sistemas de regulación de las elecciones personales basados en la organización de la información. Estas formas de manipulación o de control social requieren una atención y una supervisión precisas, e implican una clara responsabilidad legal por parte de los productores, de quienes las usan y de las autoridades gubernamentales.

La dependencia de procesos automáticos que clasifican a los individuos, por ejemplo, por medio del uso generalizado de la vigilancia o la adopción de sistemas de crédito social, también podría tener repercusiones profundas en el entramado social, estableciendo categorizaciones impropias entre los ciudadanos. Y estos procesos artificiales de clasificación podrían llevar incluso a conflictos de poder, no sólo en lo que respecta a destinatarios virtuales, sino a personas de carne y hueso. El respeto fundamental por la dignidad humana postula rechazar que la singularidad de la persona sea identificada con un conjunto de datos. No debemos permitir que los algoritmos determinen el modo en el que entendemos los derechos humanos, que dejen a un lado los valores esenciales de la compasión, la misericordia y el perdón o que eliminen la posibilidad de que un individuo cambie y deje atrás el pasado.

En este contexto, no podemos dejar de considerar el impacto de las nuevas tecnologías en el ámbito laboral. Trabajos que en un tiempo eran competencia exclusiva de la mano de obra humana son rápidamente absorbidos por las aplicaciones industriales de la inteligencia artificial. También en este caso se corre el riesgo sustancial de un beneficio desproporcionado para unos pocos a costa del empobrecimiento de muchos. El respeto de la dignidad de los trabajadores y la importancia de la ocupación para el bienestar económico de las personas, las familias y las sociedades, la seguridad de los empleos y la equidad de los salarios deberían constituir una gran prioridad para la comunidad internacional, a medida que estas formas de tecnología se van introduciendo cada vez más en los lugares de trabajo.

6.¿Transformaremos las espadas en arados?

En estos días, mirando el mundo que nos rodea, no podemos eludir las graves cuestiones éticas vinculadas al sector de los armamentos. La posibilidad de conducir operaciones militares por medio de sistemas de control remoto ha llevado a una percepción menor de la devastación que estos han causado y de la responsabilidad en su uso, contribuyendo a un acercamiento aún más frío y distante a la inmensa tragedia de la guerra. La búsqueda de las tecnologías emergentes en el sector de los denominados “sistemas de armas autónomos letales”, incluido el uso bélico de la inteligencia artificial, es un gran motivo de preocupación ética. Los sistemas de armas autónomos no podrán ser nunca sujetos moralmente responsables. La exclusiva capacidad humana de juicio moral y de decisión ética es más que un complejo conjunto de algoritmos, y dicha capacidad no puede reducirse a la programación de una máquina que, aun siendo “inteligente”, no deja de ser siempre una máquina. Por este motivo, es imperioso garantizar una supervisión humana adecuada, significativa y coherente de los sistemas de armas.

Tampoco podemos ignorar la posibilidad de que armas sofisticadas terminen en las manos equivocadas facilitando, por ejemplo, ataques terroristas o acciones dirigidas a desestabilizar instituciones de gobierno legítimas. En resumen, realmente lo último que el mundo necesita es que las nuevas tecnologías contribuyan al injusto desarrollo del mercado y del comercio de las armas, promoviendo la locura de la guerra. Si lo hace así, no sólo la inteligencia, sino el mismo corazón del hombre correrá el riesgo de volverse cada vez más “artificial”. Las aplicaciones técnicas más avanzadas no deben usarse para facilitar la resolución violenta de los conflictos, sino para pavimentar los caminos de la paz.

En una óptica más positiva, si la inteligencia artificial fuese utilizada para promover el desarrollo humano integral, podría introducir importantes innovaciones en la agricultura, la educación y la cultura, un mejoramiento del nivel de vida de enteras naciones y pueblos, el crecimiento de la fraternidad humana y de la amistad social. En definitiva, el modo en que la usamos para incluir a los últimos, es decir, a los hermanos y las hermanas más débiles y necesitados, es la medida que revela nuestra humanidad.

Una mirada humana y el deseo de un futuro mejor para nuestro mundo llevan a la necesidad de un diálogo interdisciplinar destinado a un desarrollo ético de los algoritmos — la algorética—, en el que los valores orienten los itinerarios de las nuevas tecnologías. [12]Las cuestiones éticas deberían ser tenidas en cuenta desde el inicio de la investigación, así como en las fases de experimentación, planificación, distribución y comercialización. Este es el enfoque de la ética de la planificación, en el que las instituciones educativas y los responsables del proceso decisional tienen un rol esencial que desempeñar.

7. Desafíos para la educación

El desarrollo de una tecnología que respete y esté al servicio de la dignidad humana tiene claras implicaciones para las instituciones educativas y para el mundo de la cultura. Al multiplicar las posibilidades de comunicación, las tecnologías digitales nos han permitido nuevas formas de encuentro. Sin embargo, continúa siendo necesaria una reflexión permanente sobre el tipo de relaciones al que nos está llevando. Los jóvenes están creciendo en ambientes culturales impregnados de la tecnología y esto no puede dejar de cuestionar los métodos de enseñanza y formación.

La educación en el uso de formas de inteligencia artificial debería centrarse sobre todo en promover el pensamiento crítico. Es necesario que los usuarios de todas las edades, pero sobre todo los jóvenes, desarrollen una capacidad de discernimiento en el uso de datos y de contenidos obtenidos en la web o producidos por sistemas de inteligencia artificial. Las escuelas, las universidades y las sociedades científicas están llamadas a ayudar a los estudiantes y a los profesionales a hacer propios los aspectos sociales y éticos del desarrollo y el uso de la tecnología.

La formación en el uso de nuevos instrumentos de comunicación debería considerar no sólo la desinformación, las falsas noticias, sino también el inquietante aumento de «miedos ancestrales que […] han sabido esconderse y potenciarse detrás de nuevas tecnologías». [13]Lamentablemente, una vez más nos encontramos teniendo que combatir “la tentación de hacer una cultura de muros, de levantar muros para impedir el encuentro con otras culturas, con otra gente” [14]y el desarrollo de una coexistencia pacífica y fraterna.

8. Desafíos para el desarrollo del derecho internacional

El alcance global de la inteligencia artificial hace evidente que, junto a la responsabilidad de los estados soberanos de disciplinar internamente su uso, las organizaciones internacionales pueden desempeñar un rol decisivo en la consecución de acuerdos multilaterales y en la coordinación de su aplicación y actuación. [15]A este propósito, exhorto a la comunidad de las naciones a trabajar unida para adoptar un tratado internacional vinculante, que regule el desarrollo y el uso de la inteligencia artificial en sus múltiples formas. Naturalmente, el objetivo de la reglamentación no debería ser sólo la prevención de las malas prácticas, sino también alentar las mejores prácticas, estimulando planteamientos nuevos y creativos y facilitando iniciativas personales y colectivas. [16]

En definitiva, en la búsqueda de modelos normativos que puedan proporcionar una guía ética a quienes desarrollan tecnologías digitales, es indispensable identificar los valores humanos que deberían estar en la base del compromiso de las sociedades para formular, adoptar y aplicar los marcos legislativos necesarios. El trabajo de redacción de las orientaciones éticas para la producción de formas de inteligencia artificial no puede prescindir de la consideración de cuestiones más profundas, relacionadas con el significado de la existencia humana, la tutela de los derechos humanos fundamentales y la búsqueda de la justicia y de la paz. Este proceso de discernimiento ético y jurídico puede revelarse como una valiosa ocasión para una reflexión compartida sobre el rol que la tecnología debería tener en nuestra vida personal y comunitaria y sobre cómo su uso podría contribuir a la creación de un mundo más justo y humano. Por este motivo, en los debates sobre la reglamentación de la inteligencia artificial, se debería tener en cuenta la voz de todas las partes interesadas, incluidos los pobres, los marginados y otros más que a menudo quedan sin ser escuchados en los procesos decisionales globales.

* * * * *

Espero que esta reflexión anime a hacer que los progresos en el desarrollo de formas de inteligencia artificial contribuyan, en última instancia, a la causa de la fraternidad humana y de la paz. No es responsabilidad de unos pocos, sino de toda la familia humana. La paz, en efecto, es el fruto de relaciones que reconocen y acogen al otro en su dignidad inalienable, y de cooperación y esfuerzo en la búsqueda del desarrollo integral de todas las personas y de todos los pueblos.

Mi oración al comienzo del nuevo año es que el rápido desarrollo de formas de inteligencia artificial no aumente las ya numerosas desigualdades e injusticias presentes en el mundo, sino que ayude a poner fin a las guerras y los conflictos, y a aliviar tantas formas de sufrimiento que afectan a la familia humana. Que los fieles cristianos, los creyentes de distintas religiones y los hombres y mujeres de buena voluntad puedan colaborar en armonía para aprovechar las oportunidades y afrontar los desafíos que plantea la revolución digital, y dejar a las generaciones futuras un mundo más solidario, justo y pacífico.

Vaticano, 8 de diciembre de 2023
FRANCISCO


[1] N. 33.
[2] Ibíd., n. 57.
[3] Cf. Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 104.
[4] Cf. ibíd., 114.
[5] Discurso a los participantes en el encuentro “Minerva Dialogues” (27 marzo 2023).
[6] Cf. ibíd.
[7] Cf. Mensaje al Presidente Ejecutivo del “World Economic Forum” en Davos-Klosters (12 enero 2018).
[8] Cf. Carta enc. Laudato si’, 194; Discurso a los participantes en un Seminario sobre “El bien común en la era digital”(27 septiembre 2019).
[9] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 233.
[10] Cf. Carta. enc. Laudato si’, 54.
[11] Cf. Discurso a los participantes en la Plenaria de la Pontificia Academia para la Vida (28 febrero 2020).
[12] Cf. ibíd.
[13] Carta enc. Fratelli tutti (3 octubre 2020), 27.
[14] Cf. ibíd.
[15] Cf. ibíd., 170-175.
[16] Cf. Carta enc. Laudato si’, 177.

En la Fiesta de la Sagrada Familia, Monseñor Carlos Castillo hizo un llamado a comprender los signos detrás de la llegada de Jesús al mundo: la pobreza, la sencillez y la esperanza. «Este tiempo de Navidad nos ayuda a comprender cuánto Dios está presente en nuestras vidas, porque ha logrado poner en el propio corazón del ser humano la capacidad de esperar contra toda esperanza».

El obispo de Lima señaló que la llegada de un nuevo año nos entusiasma a pensar juntos en cómo podemos vivir un anticipo del mundo y el Perú que queremos.

Leer transcripción de homilía del arzobispo de Lima

El término de un año es una oportunidad para reflexionar en la importancia de «construir la vida familiar como fundamento para la vida social». En ese sentido, la representación sencilla y pobre de la Sagrada Familia es una inspiración del camino que debemos seguir como cristianos.

El Evangelio de Lucas (2,22-40) da cuenta del diálogo de la Sagrada Familia con dos ancianos: Simeón y Ana. Este encuentro generacional nos ayuda a comprender la importancia del conocimiento acumulado en la sabiduría de los ancianos, pero, principalmente, de la necesidad de integrar a las generaciones mayores en los anhelos y esperanzas de nuestro futuro.

La Liturgia de hoy, además, narra el cántico de Simeón, que anticipa el paso doloroso y exigente que le esperaba a Jesús. Su profecía nos recuerda que «el futuro de Jesús es un camino como el de nuestras vidas, porque es un camino solidario de parte de Dios. Y no solamente es una solidaridad con Israel, sino a través de Israel con todas las naciones de la tierra», afirmó.

Este tiempo de Navidad nos ayuda a comprender cuánto Dios está presente en nuestras vidas, porque ha logrado poner en el propio corazón del ser humano la capacidad de esperar contra toda esperanza.

En otro momento, el obispo de Lima explicó que la llegada de un nuevo año debe entusiasmarnos a vivir un anticipo del mundo que esperamos. Para ello, tenemos que «persistir en la Paz y en la capacidad de convertirnos a las situaciones», dejando de lado los entrampamientos que nos impiden encontrar una solución a los grandes problemas.

Monseñor Castillo exhortó a que, inspirados en la Sagrada Familia, maduremos en el camino de la fe y pensemos en el bien común: «Eso exige haber tenido ejercicio de perdón, de rectificación y conversión», agregó.

Que en el próximo año podamos hacer una vida digna de un Perú que amamos y que clama por nuestra capacidad de amar.

En la Eucaristía celebrada en Catedral de Lima se recordó al Papa Benedicto XVI, que hace un año, un día como hoy, partió al Padre. También se ofreció una intención especial por el cantautor peruano Pedro Suárez Vértiz, fallecido repentinamente a los 54 años.

La Santa Misa, que contó con la participación del Coro Juvenil Arquidiocesano, fue ofrecida por la salud del Cardenal Juan Luis Cipriani, que esta semana celebró sus 80 años de vida.

En enero de 2024, la Escuela Arquidiocesana de Catequesis regresa por segundo año consecutivo para formar de manera integral a jóvenes y agentes pastorales de las diferentes parroquias de nuestra Arquidiócesis. Las clases inician el próximo 8 de enero ¡Inscripciones abiertas!

Todo va quedando listo para la segunda edición de la Escuela de Catequesis 2024, que tendrá una duración de seis semanas e iniciará el próximo lunes 08 de enero. Según informó la Comisión de Evangelización y Catequesis, las reuniones de formación se desarrollarán de forma presencial en las instalaciones de la Parroquia Santa Rosa de Lima, en el distrito de Lince. También se anunció que habrá un ciclo comlementario de ponencias magistrales virtuales.

La Escuela de Catequesis es un espacio para compartir experiencias en la fe, dirigido a los catequistas de niños, jóvenes, adultos y formadores del sacramento del Bautismo y Matrimonio, con el fin de enriquecer y reforzar sus conocimientos y estrategias para el desarrollo de su servicio pastoral.

Para este 2024 se ha confirmado la participación de experimentados profesores nacionales y extranjeros, quienes impartirán de manera didáctica y comprometida, una serie de temas orientados a la formación catequética.

Cómo inscribirse a la Escuela de Catequesis

Si estás interesado(a) en inscribirte en la Escuela de Catequesis, puedes acercarte a tu Parroquia o consultar mayor información desde el siguiente correo electrónico: escuelacatequesislima@gmail.com

La Escuela de Catequesis es promovida por la Comisión de Catequesis y Evangelización de nuestra Arquidiócesis, bajo el acompañamiento pastoral del Padre Víctor Solís.

En vista de la necesidad de estar preparados ante un posible desastre natural, como son las inundaciones por el Fenómeno del Niño o un terremoto de gran magnitud, Cáritas Lima emprende la primera gran Convocatoria de voluntarios brigadistas parroquiales.

Se trata de una iniciativa en colaboración con la Municipalidad de Lima y las parroquias de nuestra Arquidiócesis. El programa se dirige a todos los jóvenes y adultos interesados en capacitarse sobre la prevención, mitigación y respuesta ante desastres naturales como parte de la Línea de Intervención Estratégica de Gestión de Riesgos de Desastres.

Se invita a voluntarios de los distritos de Rímac, Cercado de Lima, El Agustino, Chorrillos, Cieneguilla, Callao, Carabayllo, y Chosica a ser parte de este programa educativo.

Inscríbete aquí en el programa de voluntarios de brigadistas

Primera capacitación

La primera capacitación conjunta se llevará a cabo el viernes 12 de enero de 2024 a las 6pm, en el auditorio del Arzobispado de Lima (Jr. Chancay 282 – Cercado de Lima). Será una oportunidad para conocer a brigadistas de todos los distritos y compartir experiencias en un ambiente de aprendizaje enriquecedor.

Posteriormente, continuaremos con capacitaciones específicas por distrito para adaptarnos a las necesidades particulares de cada comunidad. Tu participación es esencial para construir comunidades más seguras y resilientes.

Unidos a todas las naciones del mundo, nuestra Arquidiócesis celebró la Solemnidad de la Natividad del Señor con una Eucaristía presidida por Monseñor Carlos Castillo en Catedral de Lima. El Prelado recordó la importancia de estar atentos a la presencia de Dios que se manifiesta y desarrolla en la historia. Él nos llama a salir permantemente y encontrarlo en el rostro de los indenfensos. «Dios quiso hacerse pobre y sencillo, y ese es el punto de partida de nuestra fe», dijo en su homilía.

Leer transcripción de homilía de Monseñor Castillo

Comentando el Evangelio de Juan (1,1-18), el arzobispo de Lima explicó que Dios ha nacido entre los últimos de la tierra para recordarnos su opción preferencial por los más pobres y frágiles. Y su amor no se condiciona, Él nos deja vivir en libertad, y así nosotros no lo amemos, el Señor no nos retira su amor. En ello consiste la novedad de la fe cristiana: Dios ama gratuitamente.

«Una vida verdaderamente religiosa es un aprendizaje a vivir el don de la vida que Dios nos ha dado para compartirlo, para comprenderlo, para adorar a Dios a través de reconocer el bien de las personas y alentarnos unos a otros a vivir en felicidad», sostuvo el Monseñor.

Es por eso que todos estamos llamados a comunicar esta revelación de nuestra fe y evangalizar a través del testimonio de nuestra vida y conversión. «Nuestra religión es una religión encarnada en la historia, porque Dios nos inspira con su Palabra y su Espíritu en medio de los acontecimientos, y va conduciendo la historia misteriosamente», reflexionó el Prelado.

Hay que rastrear la presencia de Dios. Para eso, el Señor ha elegido mandar a su Hijo en la forma de un niño, porque la llegada de un niño siempre nos interpela profundamente a salir de uno mismo

El obispo de Lima aseguró que los signos del amor del Señor se hacen visibles en el modo que decidió venir al mundo: en el anonimato, en un establo repleto de animales, entre los más pobres y sencillos. «Este es el punto de partida de nuestra fe: Dios quiso hacerse niño y pobre», destacó.

Nuestra Iglesia está para predicar la solidaridad, la cercanía y la alegría de los pobres, porque de los sueños de las personas que sufren, brota un futuro de esperanza.

En medio de la dura crisis que se vive en el mundo y en nuestro país, en medio de una recesión económica y el descontrol de la guerra, el Primado del Perú recordó que necesitamos del concurso de todos para frenar la muerte de tantos inocentes y escuchar el clamor de las periferias: «Tenemos que pedirle a nuestras autoridades y a las personas que tienen recursos, que compartan», exhortó.

En esta Navidad, superemos los egoísmos que nos vuelven «cerrados» y abrámonos a la novedad que nos trae el Niño Jesús, al que podemos adorar en las personas que sufren.

«Esta Navidad es para que todos acojamos a Dios en nuestras vidas. El Dios que, encarnándose en nuestra historia, lo hace también desde el último lugar», son las palabras de Monseñor Carlos Castillo, arzobispo de Lima y Primado del Perú, en su mensaje de Nochebuena.

El pueblo que caminaba en tinieblas vio una enorme luz (Isaías 9,2)

Curiosamente, hermanos y hermanas, hoy que es el día de Navidad esta “gran luz” es un Niño pequeño.

Y, justamente, esta Navidad es para que todos acojamos a Dios en nuestras vidas, el Dios que, encarnándose en nuestra historia, lo hace también desde el último lugar. Y nos enseña con su propio ser a ser cristianos como testigos de ese Dios que se fija siempre en el que más sufre, en el pequeño, en el marginado, en el migrante en las personas que tienen dificultades, en nuestros enfermo en nuestros viejitos de las casas, nuestros abuelitos, nuestros hermanos discapacitados, todos aquellos que siempre están como en el margen, pero, simultáneamente, en sus sueños está nuestra esperanza.

Y esta Navidad es para soñar… Hemos sufrido mucho en estos años, y como país, como Arquidiócesis de Lima, necesitamos entrar en este proceso de conversión que no es solamente un esfuerzo humano – aunque lo es de verdad – hay mucha gente buena que humanamente puede no ser creyente, pero que también tiene esta disponibilidad a vivir en honestidad, en racionalidad, en reflexión, en ponderación, no ir apurados hacia ninguna parte, no estar cegados por las ambiciones y los intereses.

Esta Navidad es para cambiar el rumbo y encontrar en el Niño una interpelación, un llamado a ser acogido y a empezar a ver maneras de hacer posible que en nuestra Patria nos entendamos todos; pero no nos entendamos para ser componendas bajo la mesa que destruyen, más bien, nuestras relaciones, y hacen que nuestra esperanza sea una esperanza prácticamente en la muerte, una esperanza macabra.

El Señor quiere que nuestra esperanza sea una esperanza de vida plena, de vida eterna, de vida llena de alegría, de capacidad generosa de darnos mutuamente los unos a los otros, de comprendernos, de entendernos, de comprender antes de juzgar, y de no apurarnos demasiado, porque el Señor viene pronto, pero nosotros que somos lentos para comprender, estamos llamados todavía a ser un camino largo en donde poco a poco aprendamos a cambiar, pero tenemos que hacerlo de forma segura.

Para eso, dispongámonos al Niño Jesús. Él, con el ejemplo de un niño, de alguna manera, está en todos los niños que son para nosotros el sujeto principal en esta historia que tenemos que atender. ¡Qué Perú vamos a dejarle a los niños!

Si queremos que ellos tengan alegría, esforcémonos mutuamente por aprender a tratarnos de otra manera y a vivir en justicia, en paz, en orden ,en respeto por nuestras instituciones humanas nuestras instituciones estatales, esas instituciones que están hechas para servir y no para servirse de la gente.

Y pidamos que todo este clamor general en nuestra sociedad de que haya paz y una respuesta a las necesidades más hondas de quienes más sufren, en donde estamos entrando casi todos, porque hay mucha incertidumbre sobre lo que puede pasar en el mundo y en nuestra sociedad, todos podamos encontrar una salida.

Y, por eso, también, los invito a que soñemos nuestro país como un país libre, unido, amistoso. Y también soñemos con nuestra Iglesia, una Iglesia que quiere, el Papa Francisco, una Iglesia hermana de la humanidad, acompañante, alentadora de sus ánimos en medio de las dificultades, y así poder gozar con mucha alegría de que la Iglesia nos acompaña.

En la Iglesia tiene también que reordenarse muchas cosas, y lo estamos haciendo poco a poco. Les pido a todos que colaboremos tanto en la sociedad como en la Iglesia a mostrarnos transparentes y capaces de darle aliento a nuestro pueblo con el mismo amor que el Señor nos dio, para ser testigos y anunciadores vivos de su Evangelio.

Y que Dios los bendiga en esta Navidad. El Niño que nos ha nacido, este hijo que se nos ha dado, que es maravilla de consejero, nos aconseje hondamente cómo cambiar, cómo mejorar y cómo seguir adelante juntos.

Y mi bendición y la bendición de Dios Todopoderoso: Padre Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todas ustedes, sobre todos ustedes, y permanezca para siempre. ¡Y feliz Navidad para todos!

En la Eucaristía del IV domingo de Adviento, celebrada en la Catedral de Lima, Monseñor Carlos Castillo hizo un llamado a seguir las actitudes de María, que después de escuchar y discernir el anuncio del Ángel, acepta la voluntad de Dios y se levanta para salir a servir. «Para caminar como María, siempre tenemos que escuchar y discernir. Y eso nos permite pasar del miedo a la confianza y a la alegría», comentó el Prelado.

Leer transcripción de homilía de Monseñor Castillo

En su alocución al Evangelio de hoy (Lucas 1,26-38), el arzobispo de Lima reflexionó sobre la experiencia de María en el camino de su maternidad. Al principio, ella se turba, pero también se cuestiona para tratar de comprender las cosas que ocurren.

Esta «demora» de María en responder al llamado del Señor, nos recuerda la importancia de hallar el sentido de las cosas en cada decisión que tomamos. En ello consiste la sabiduría que debemos tener los cristianos – sostuvo el Monseñor – siendo capaces de salir de los entrampamientos a partir de la comprensión de lo que sucede.

El camino de María, por tanto, tiene tres actitudes importantes: escuchar, discernir y caminar. Esta mañana, el Papa Francisco lo recordó en el Ángelus, además de interpelarnos a «ser abiertos y acogedores ante la presencia de Dios, que con mansedumbre viene a salvarnos».

Sobre ello, el arzobispo Carlos Castillo indicó que, antes de caminar, «siempre debemos escuchar y discernir», porque eso nos permite «pasar del miedo a la confianza», «de la confusión a la alegría». Y ese es el paso que debemos hacer en nuestro país y en nuestra Iglesia del Perú: «una Iglesia que haga pasar a nuestro pueblo del miedo a la confianza y la esperanza».

Ante todos los golpes que podamos sufrir, siempre ponemos la cara de la esperanza porque creemos en el Dios que nos tiene confianza y nos acompaña.

María escucha al Ángel que la llama «llena de gracia», es decir, la llena de aliento, reconociendo el valor que tiene como mujer. De igual forma, todos podemos encontrar la gracia que nos hace valiosos como seres humanos, pero sin calcular ni ambicionar más allá de nuestros límites.

Ante el anuncio, María plantea varias preguntas al Ángel y escucha la explicación. El temor comienza a disiparse a través de la reflexión y el razonamiento. No se trata de aceptar una propuesta sin pensar en el camino que hemos de recorrer. «Así también es el camino de la fe inteligente que aclara las cosas con la ayuda del Señor», agregó el obispo de Lima.

Una vez discernido, entonces, María da una respuesta: acepta y sale presurosa a servir a Isabel. «Hay una disposición de todo el cuerpo y el ser de la Madre de Dios para movilizarse hacia los que más nos necesitan», recalcó.

Desde la experiencia de la maternidad de María nace también la Iglesia universal, sin embargo, el Monseñor Carlos advirtió que, a veces, no corremos el riesgo de asumir los cambios en nuestra vida, sino que «nos estancamos» y «nos cerramos» a la novedad que nos trae el Señor.

No hay verdadera fe cristiana sin una fe cristiana abierta que está siempre atenta a las situaciones, comprendiendo el mundo de otra manera.

La Eucaristía del IV domingo de Adviento contó con la participación de los jóvenes de la Confirmación de la Parroquia El Sagrario.

Catedral de Lima anunció las misas que celebraremos el próximo domingo 24 de diciembre con motivo del IV Domingo de Adviento (11:00 am) y la tradicional Misa de Gallo (7:00 pm). Ambas ceremonias serán oficiadas por Monseñor Carlos Castillo.

IV Domingo de Adviento: 11 de la mañana

Este domingo 24 de diciembre culmina el Tiempo de Adviento. La Eucaristía será presidida por nuestro arzobispo de Lima en la Basílica Catedral de Lima.

El ingreso a los fieles está previsto desde las 10:30 am. La Celebración Eucaristía se transmitirá por el Facebook del Arzobispado de Lima.

Misa de Gallo: 7 de la noche

Este mismo día, a las 7:00 pm., unidos a la Iglesia universal y al Santo Padre, participaremos comunitariamente de la Misa de Nochebuena, transmitida en vivo por la señal abierta (TV Perú).

También puedes seguir nuestra transmisión desde el Facebook del Arzobispado de Lima. El ingreso se realizará media hora antes (6:30 pm).

El Núcleo Enel de Sinfonía por el Perú se presentó en el Concierto de Gala “Luces y Colores”, que tuvo lugar en la Basílica Catedral de Lima. Te invitamos a revivir esta noche especial que tuvo como protagonistas a un talentoso grupo de niños, niñas y adolescentes.

La Orquesta y Coro Infantil promovida por Sinfonía por el Perú estuvo conformada por 130 beneficiarios. El grupo de niños y adolescentes interpretaró un variado repertorio musical alusivo a Navidad.

En el concierto se escucharon temas como Huayno de Navidad, Rueda Rueda, Carol of the bells, White Christmas, Vals de las flores, Aleluya, entre otros.

Al término del evento, el público se puso de pie para ofrecer un caluroso aplauso a todos los miembros de Sinfonía por el Perú. El recital navideño contó con la asistencia de Kelly Montoya, secretaria técnica de la Comisión de Fe y Cultura del Arzobispado de Lima; Gabriela Perona, directora ejecutiva de Sinfonía por el Perú; y Massimiliano Mazzanti, Embajador de Italia en Perú.

También se hizo presente Marco Fragale, Country Manager de Enel Perú y Alessio Fasano, Head of Sustainability Peru.

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