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Se cumplen 80 años de la presencia Marianista en el Perú

La Iglesia de Lima celebró con gran alegría los 80 años de la presencia Marianista en el Perú en una misa de Acción de Gracias presidida por el Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo en la Parroquia Santa María Reina en el distrito de San Isidro.

«Esta congregación que vino al Perú ha recorrido 80 años en medio de tantos problemas que ha tenido la Iglesia, y ahora tiene la misión de poder reiniciar la vida desde una nueva aventura que nos da el Señor en esta nueva etapa”, comentó.

«Volver a María es volver a aquella expresión de la palabra, la palabra de Dios definitiva. María hizo entrar a Jesús en la historia a través de un dialogo inteligente, una reflexión con el ángel Gabriel ¿Qué tipo de saludo es ese? ¿Cómo será eso si no conozco varón? Son algunos de los gestos de María, una mujer que pregunta y sólo ante el Espíritu Santo se rinde, el mismo Espíritu que nos permite escuchar, decir, vivir y anunciar la palabra», expresó Mons. Castillo.

Retomar el esfuerzo de anunciar el evangelio

“El Dios de la esperanza se nos plantea siempre como un Dios que, inserto en nuestra etapa más contradictoria nos comprende y nos hace resurgir para convertirnos no en personas purísimas, santísimas, sino para hacernos más humanos y para participar de su amor», comentó.

El Primado del Perú llamó a “ponernos en sintonía con la aventura de Dios” y destacó que se debe retomar el esfuerzo del anuncio del evangelio “para que los jóvenes sientan que una experiencia es capaz de marcar definitivamente a un pedacito de humanidad y resucitar la Iglesia con un anuncio que llene de alegría al mundo”.

Una alianza generacional: ancianos y jóvenes

“El Papa habla de la gran alianza entre los jóvenes y los ancianos, valorando todo lo que hemos vivido, porque son vidas muy sólidas, llenas de riqueza, y ese diálogo, esa alianza de los jóvenes y los mayores debe servir para que crezcamos toda la humanidad».

«Por eso, se unen dos cosas que la Iglesia tiene y que nos permite ese espacio: el poder compartir la fe como hermanos en todas las situaciones y el ayudarnos a recrear los sistemas de vida gracias al diálogo entre lo que acumula alguien que ha vivido y lo que espera alguien que nace a la vida social, los jóvenes. Y ustedes han tenido esas dos cosas a través de los colegios, haciendo posible que cada generación tenga un diálogo. Los hemos creado en la libertad, y esa enseñanza en la libertad deja huellas sencillas que luego todos los jóvenes, por el Espíritu que les hemos compartido, van encontrando su camino».

Construir un mundo generativo

Monseñor Castillo comentó que uno de los grandes problemas de nuestra época «es la esterilidad de nuestro mundo, un mundo productivo, no un mundo generativo, lo que quiere el Señor es que seamos generativos, que fecundemos, que no seamos estériles, vacíos, sino llenos de vida y alegría, llenos de esperanza para la comunidad».

«Así como cuando nuestros hermanos marianistas vinieron hace 80 años y encontraron una forma de hacer Iglesia, necesitamos una nueva forma de una Iglesia que resuelva con creatividad la crisis de la Iglesia, y la creatividad viene de la sabiduría de los mayores y de la esperanza de los jóvenes».

Es precisamente es en esta unión donde se deben sentar las bases para solucionar las crisis que aquejan el mundo y la Iglesia a nivel mundial debe estar «allí donde se forjan los nuevos relatos de la humanidad como dijo el Papa Francisco».

80 años de servicio marianista

Finalmente, el Arzobispo de Lima agradeció, en nombre de toda la Iglesia unida, a la congregación de marianistas en el Perú por su entrega y labor durante los 80 años de presencia que tienen en nuestro país:

«Que Dios los bendiga, les dé gracias y que permanezcan siempre en el amor del Señor para que tengan frutos y frutos en su abundancia. Gracias por sus servicios y su entrega a esta Iglesia que amamos, esa Iglesia que los quiere tanto como amigos y como hermanos», concluyó.

En la celebración eucarística también estuvieron presentes el hermano Douglas Roper SM, superior regional de la Compañía de María, el padre Eduardo Arens SM, el padre Beto Müller y el hermano Julio Mostacero SM.

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